Desde hace tiempo sabemos del conflicto entre Rusia y Ucrania, por la gran difusión de información, al modo de Estados Unidos, a partir de la que diremos, unos bien informados y otros mal informados, por qué nos dejamos llevar por lo que los medios de comunicación dicen sobre los motivos reales del conflicto; el colmo son las restricciones que a manera de protesta han llevado algunas personas y que raya en la estupidez humana, como es el caso de prohibir escuchar música de Piotr Ilich Tchaikovsky.
Pues bien, como medio de censura, la Universidad de Guanajuato solicitó a su Orquesta Sinfónica (OSUG) no interpretar piezas de compositores de origen ruso durante sus presentaciones; según testimonios recabados por el medio local Correo, los músicos se negaron a seguir la orden de los directivos universitarios porque la música no tiene nada que ver en el conflicto con Ucrania.
Según los expertos la música tiene una influencia muy grande en el comportamiento del ser humano, fortalece nuestra alma, afecta también nuestro cuerpo, estimula la inteligencia y creatividad, e influye en la percepción que se tiene del mundo; tiene un poder que mueve el cuerpo, el espíritu y el alma de la persona. La música impacta en la vida del hombre desde su origen; además, los actos de censura dan lugar a la polarización y satanizan al pueblo ruso que fue quien salvó a muchas personas del holocausto que todos conocemos; entonces, realizar tales acciones contra el arte y los artistas es agredir a un pueblo y no solidarizarse con quien se quiere defender.
Según el portal eitmedia.mx (http://eitmedia.mx) la Embajada de Rusia en México señaló: "Quisiéramos preguntar al estimado señor Chávez: ¿qué culpa tienen Dmitry Shostakóvich, Alexander Scriabin, Serguei Rajmáninov, Piotr Ilich Tchaikovski, Nikolái Rimsky-Kórsakov y otros compositores rusos?". Además, el portal agrega que aparte de este incidente se suma a otros como en el caso de Italia, en donde una casa de estudios buscó prohibir un taller para estudiar la obra del aclamado escritor Fiodor Dostoievski.
El hecho de resaltar estas acciones en un mundo que ya de por sí está polarizado por intereses económicos, principalmente, no abona en nada, la libertad de apoyar conociendo con información fidedigna a un país, o demostrar simpatía por un país porque se le considere débil frente a otro no es malo, pero debe tener un sustento de porqué lo hacemos y no debe ser por quedar bien con otro.
Cada quien es libre de escuchar la música que le agrade, el género que quiera, porque la música produce un deleite en el ser humano; y si entramos en el contexto de las nacionalidades, cuando sólo tenemos información de los medios de comunicación que son negocios, no estaremos tomando una verdadera postura; sería caer en lo que muchos lamentamos como lo que pasó el 10 de mayo de 1933, ese día fueron quemados en las plazas de muchas universidades miles de libros de autores de la talla de Karl Marx, Sigmund Freud, Erich Maria Remarque, Carl, von Ossietzky y Kurt Tucholsky.
El partido nazi quería controlar todos los ámbitos de la vida y, evidentemente, la cultura y el conocimiento eran un obstáculo importante para lograr ese objetivo. Desde aquel momento las obras de estos autores se consideraron representativas de la decadencia moral y del bolchevismo cultural.
La quema no fue solo un acto de barbarie, sino que demostró la pretensión del gobierno nazi de conquistar la hegemonía cultural. Por cierto, en un documental del portal National Geografic se señala que Heinrich Heine, cuyas obras también ardieron en 1933, había escrito años antes: "donde se queman libros, al final también se acaba quemando gente". Un oscuro presagio que se haría realidad años más tarde en los campos de concentración y exterminio nazi. No digo que vaya a pasar lo mismo, pero estos actos no abonan nada a la paz y tranquilidad que se requiere, no sólo en el lugar del conflicto, sino en el propio México donde la inseguridad abunda y los feminicidios y desapariciones están a la orden del día, y mientras el gobierno está preparándose para dar a conocer a sus sucesores.
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