En 2018 el partido Morena logra llegar al poder encabezado por el licenciado Andrés Manuel López Obrador. Luego de poco más de doce años en campaña, por fin el pueblo mexicano le daba la oportunidad de dirigir el rumbo del país al hombre que por tantos años luchó por conquistar el poder. Para algunos actores políticos, se trataba de una obsesión del tabasqueño; para otros, la respuesta a todos los males por los que atravesaba México.
Con un discurso cambiante, con una imagen de hombre sencillo, con una familia unida y sin ambiciones políticas, con una visión de que gobernar no es cosa del otro mundo, con la promesa de acabar con la corrupción, y finalmente llega al poder y, hay que decirlo, arrasando en las votaciones.
Bien haríamos los mexicanos en enjuiciar objetivamente a este sexenio; urge hacerlo para valorar a quién darle nuestro voto, y no después lamentarnos de sus nulos o pésimos resultados.
Este año tendremos elecciones para la presidencia de la república, senadores, diputados y alcaldías. Con ellas vienen nuevamente las mismas promesas y los candidatos vuelven a darse baños de pueblo; otra vez van a los mismos lugares donde ya estuvieron y prometieron, pero que sabemos bien nunca cumplieron, pues una vez que ganan, se olvidan de sus compromisos y promesas. En muchos lugares ya no les volvimos a ver la cara y las necesidades siguen igual o como en la mayoría de los casos han empeorado.
Estamos a nueve meses de que termine el Gobierno que se ha autodenominado de izquierda, cuya frase rimbombante fue y es “primero los pobres”. Desgraciadamente, seguimos siendo igual de pobres, porque la pobreza no se terminó, al contrario: miles de mexicanos son aún más pobres y con muchos más problemas de salud, de vivienda y de inseguridad. Sin mencionar todo lo demás que afecta a nuestro país.
Este gobierno de la Cuarta Transformación está reprobado en muchos aspectos fundamentales en la vida de los mexicanos: hoy se vive con temor, con angustia permanente porque el salario no alcanza y los precios de la canasta básica suben y suben, y el Gobierno, indiferente ante esta situación, sólo le interesa su propaganda de supuestos éxitos, porque la realidad es que no tiene ninguna.
La inseguridad, la falta de vivienda, la falta de medicamentos e insumos en los hospitales estatales y en las mismas clínicas del IMSS de todo el país; sin contar lo que pasa en el campo y la educación; todo absolutamente ha empeorado para los mexicanos.
Hoy el país padece un baño de sangre por todos lados, la delincuencia organizada y no organizada ha impuesto su ley por encima del Estado de derecho; el retroceso del sector agrícola, ganadero, de la pesca, se anularon instituciones que algo apoyaban el sector, la autosuficiencia alimentaria del país sólo fue propaganda.
Con todo esto, bien haríamos los mexicanos en enjuiciar objetivamente a este sexenio; urge hacerlo para valorar a quién darle nuestro voto, y no después lamentarnos de sus nulos o pésimos resultados.
Pero todo esto tiene que acabar; sabemos perfectamente cuáles son los verdaderos problemas de la gente y las cosas que han llegado a hacer para salir adelante.
Estamos conscientes de que los males del país cada día se van agravando más y que las oportunidades para un futuro se van acabando, por eso urgen hacer cambios totalmente diferentes en beneficio de las mayorías.
Hagamos conciencia de lo que está pasando y razonemos nuestro voto. Luchemos por hacer realidad una vida digna y mejor, por tener un México libre de tanto daño que nos han hecho los malos gobiernos.
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