En el marco del cierre del ciclo escolar 2024-2025, es común que en las graduaciones se realice una ceremonia con un acto cívico, para posteriormente dar paso a la entrega de diplomas a los graduados. En muy pocos casos se incluye un acto cultural, o si se llega a realizar, es más por compromiso que por comprender la importancia de divulgar esta actividad entre la comunidad estudiantil.
Democratizar la cultura significa también descentralizarla, llevarla a los barrios, a las comunidades rurales, a los pueblos indígenas, y reconocer que allí también hay creadores y sabidurías que merecen espacio y respeto.
Y es que, desde hace mucho tiempo, el Gobierno Federal dejó de darle importancia a la actividad cultural, así como a la actividad física en las escuelas públicas, dejando de contratar a maestros de estas disciplinas tan importantes. Esta responsabilidad ha sido transferida a las propias instituciones, que deben gestionar o realizar actividades para buscar a un profesional que pueda impartirlas, o, en última instancia, los propios maestros deben encargarse de presentar algún cuadro cultural.
No debemos olvidar que nuestro país es profundamente cultural. Su historia, sus raíces indígenas, su mestizaje, sus tradiciones, su arte y su pensamiento colectivo han moldeado una identidad única en el mundo. Hablar de cultura en México es hablar de vida, resistencia, memoria y creación. Sin embargo, la cultura no basta con ser rica y diversa: necesita ser valorada, protegida y, sobre todo, divulgada entre toda la población, especialmente entre los mexicanos que no tienen acceso a ella.
Para el Movimiento Antorchista Nacional, la cultura en México es también una forma de resistencia frente a la imposición de modelos ajenos. Es identidad que se mantiene viva en los pueblos originarios, en las fiestas comunitarias, en los platillos típicos, en los colores del mercado y en la voz de los artistas urbanos. Cada rincón del país alberga formas culturales que reflejan la manera en que las comunidades entienden el mundo, el tiempo y la vida.
En este sentido, los medios de comunicación, las instituciones educativas, los gobiernos y la sociedad civil tienen un papel clave. Divulgar la cultura no es solamente organizar eventos masivos, sino garantizar el acceso equitativo a los bienes culturales: museos, libros, cine, música, teatro, danza, lenguas originarias, tradiciones locales y expresiones emergentes.
La cultura debe llegar a todos los sectores de la población, especialmente a quienes históricamente han sido marginados. Democratizar la cultura significa también descentralizarla, llevarla a los barrios, a las comunidades rurales, a los pueblos indígenas, y reconocer que allí también hay creadores y sabidurías que merecen espacio y respeto.
La globalización y las nuevas tecnologías han transformado la forma en que consumimos información y cultura. Si bien esto representa un desafío, también abre nuevas posibilidades para la difusión cultural.
Por ello, y bien entendido, el pasado 27 de junio se realizó en las instalaciones del emblemático teatro “Aquiles Córdova Morán”, en el municipio de Tecomatlán, estado de Puebla, la edición 2025 del festival “Las Culturas del Mundo”, que organiza el Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y de las Artes Tradicionales (CIOFF), organismo reconocido por la Unesco, y que en esta ocasión reunió a grupos de países como Colombia, Costa Rica, Rumania, Polonia y México ante más de dos mil 500 asistentes que colmaron el recinto.
La cultura no es un adorno, ni un lujo, ni un entretenimiento pasajero. Es la columna vertebral de una nación. En ella se condensa nuestra historia, nuestras luchas, nuestras esperanzas y nuestros sueños. Por eso, para el Movimiento Antorchista, la divulgación de la cultura es parte fundamental en su día a día: no puede haber lucha social sin cultura.
Y ahora, en el marco de las clausuras de este 2025 en las escuelas antorchistas a lo largo y ancho del país, que llevaron por título “Divulgar la cultura es defender la patria”, quedó materializada la idea de la organización. No sólo fue un bonito discurso hueco: se demostró que, ante la negativa de las autoridades por apoyar a las escuelas con maestros de artes, los antorchistas sacan la casta, sacan la tarea, lo que constituye un verdadero acto revolucionario.
Mientras el Gobierno Federal se dedica a dar explicaciones todos los días de lo que no hicieron y lo que hicieron lo hicieron con las patas, los antorchistas promovemos entre los jóvenes estudiantes, amas de casa, obreros, campesinos, profesionistas, niños y niñas la importancia de la cultura como un arma poderosa para hacer frente a quienes, por todos los medios, quieren a un pueblo sin raíces, sin esencia, sin unidad, y que solo estire la mano para recibir dinero y se quede callado. La cultura es nuestra voz para gritar con fuerza que seguimos de pie, ante tanto ataque.
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