La crisis mundial que estamos experimentando como consecuencia de la propagación del virus COVID-19, logró poner al descubierto las evidentes fallas y carencias del sistema neoliberal que rige a nuestro país y que se basa en anteponer el beneficio económico por encima del beneficio social. Desde el ámbito político, económico, de salud y, por supuesto, educación en esta crisis que apenas empieza, desafortunadamente hemos iniciado con el pie incorrecto.
Es precisamente en el tema educativo donde las acciones que se iniciaron con la puesta en marcha de la "Jornada Nacional de Sana Distancia" el día 23 de marzo, no tomaron en cuenta las características específicas de un país con una población que vive en realidades muy diferentes. Iniciando por las humildes escuelas en las zonas rurales sin accesos a servicios básicos de luz y electricidad y qué decir de internet, hasta los institutos más sofisticados que se apoyan en plataformas digitales albergadas en la nube.
Ante este escenario, habría que comenzar por hacer patente un sesgo en el planteamiento de México Evalúa, en virtud de que se asume que el cierre de escuelas ha significado el cese de las actividades académicas y de aprendizaje de los estudiantes, cuando en muchos de los casos, las Tecnologías de información y comunicación (TIC´s) abrieron la posibilidad de atención a distancia e incluso de naturaleza asíncrona. Sin embargo, es también este mismo factor de acceso a otras modalidades de interacción para el aprendizaje, una limitante que pone de manifiesto la significativa y hasta grotesca brecha en las oportunidades y condiciones para acceder al aprendizaje que hay entre estudiantes de acuerdo con su capacidad económica.
En este caso la postura es necesariamente diferente en consideración de cada nivel, modalidad, localización geográfica, usos y costumbres, nivel socioeconómico y actividad económica de las familias.
Es así que la lógica nos dicta que la toma de decisiones con respecto a la viabilidad y necesidad de los ajustes al calendario, tendría que estar vinculada con un diagnóstico global de los centros escolares y la atención brindada por éstos durante la contingencia, en términos de acciones implementadas y eficiencia de las mismas en la adquisición de aprendizajes de sus estudiantes, eso, en términos de inclusión y excelencia no solo sería ideal, sino una obligación.
En lo referente al nivel secundaria, podríamos acotar la propuesta de solución a los siguientes puntos:
1. La elaboración de un mapeo de atención a distancia que permita conocer si hubo acciones o no, para atender a la comunidad escolar, con énfasis en la realización de visitas a las comunidades más marginadas y alejadas, así como los recursos utilizados por cada escuela, la cobertura de atención y acciones con aquellos alumnos en riesgo de rezago, por no tener acceso a los recursos que puso la escuela a disposición para continuar con el trabajo no presencial.
2. La evaluación de las acciones implementadas por la escuela a fin de conocer sus niveles de cobertura, el nivel de logro de los aprendizajes que se trabajaron a distancia y el nivel de aprobación de los padres de familia hacia la estrategia adoptada.
3. Establecer a partir de esto, la ruta que deberá seguir, con base en sus resultados, cada centro escolar, en términos de su necesidad o no, de ajustes al calendario ya establecido y los planes para compensar el rezago y necesidades detectadas. Destinar una reunión de consejo técnico extraordinario para este fin.
4. Establecer a través de todo el aparato operativo de supervisión, asesoría y acompañamiento a la educación, una estrategia que permita evitar la simulación e información falseada en el mapeo de centros escolares y posteriormente el acompañamiento y supervisión en los ajustes al calendario a que haya lugar para esos centros escolares y el cumplimiento cabal de los planes compensatorios asignados al centro escolar.
5. Diagnóstico de las habilidades digitales y el manejo de recursos tecnológicos a docentes y personal ligado a la actividad educativa y el establecimiento, de acuerdo a las necesidades de programas de capacitación y adiestramiento.
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