La educación es un proceso transformador que inicia buscando transformar al individuo para que este transforme su conciencia, la realidad social y las relaciones sociales, pero que en la práctica cotidiana y verdadera no es capaz de transformar las relaciones con el Estado porque la sociedad prepara a sus nuevos miembros del modo que le parece más conveniente para su conservación, no para su destrucción; quiere formar buenos socios, no enemigos ni singularidades antisociales.
El rezago educativo y deserción escolar en aumento, reclutamientos, desapariciones, asesinatos, pobreza y carencias en servicios educativos y de salud, son parte del grave escenario al que se enfrenta la niñez mexicana en este 2024.
Observamos un gran deterioro de las relaciones entre el Estado, la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto. Esta se encuentra en crisis de seguridad, de salud,m; se ha degradado y se sigue degradando: seguimos poniendo en riesgo la sustentabilidad del país.
Los múltiples recortes al presupuesto para educación están afectando gravemente a la sociedad. Si los jóvenes son el futuro de México; no me lo quiero ni imaginar.
En México, dos de cada diez estudiantes presentan rezago educativo; sólo tres de cada diez alumnos de la educación básica en situación de pobreza extrema reciben una beca; cerca del 3 % de las instituciones académicas no cuenta con sanitarios y sólo el 23 % de las escuelas de educación básica tiene infraestructura adecuada; el 19 % de las mujeres y el 17 % de los hombres en educación básica son víctimas de bullying o acoso escolar; mientras que entre 25 y 30 % de los estudiantes que abandonan la preparatoria lo hacen por falta de recursos económicos; esto de acuerdo con la periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico, Ana Karen García.
La población más pobre, las comunidades rurales e indígenas y los niños en contextos hostiles son quienes se enfrentan con más barreras en el camino para ejercer efectivamente el derecho a la educación.
Pero, además, los múltiples recortes al presupuesto destinado a la educación están afectando gravemente a la sociedad en general. Se dice que los jóvenes son el futuro de México, pero tal como se ve la situación, no me quiero ni imaginar lo que será el futuro del país.
Por ello, es necesario que el Gobierno tome las medidas necesarias: que invierta más en infraestructura escolar, en salones equipados, maestros preparados, más horas de clases, y que las condiciones mínimamente sean de buena calidad.
La educación en nuestro país ha perdido su esencia, que no es otra cosa que la de educar para transformar al ser humano; para volverlo más humano en todos los sentidos y no una simple máquina de producción.
La educación y las instituciones tienen perfectamente identificada la problemática, pero también la solución. Ahora sólo se tiene que llevar al plano de la realidad; informar y educar a una sociedad que promoverá una reorientación de la riqueza que sí existe con el objetivo de generar igualdad económica: de esto depende prácticamente el futuro de la humanidad.
Una juventud bien educada se vuelve más exigente y crítica, conocedora de sus derechos; se vuelve más demandante y es más difícil su sometimiento a las reglas del sistema.
La educación es la base primordial sobre la que funciona toda sociedad moderna. Por eso, urge un cambio en la política mexicana, donde mejorar la calidad de vida de sus habitantes se convierta en prioridad.
Los jóvenes deben estudiar para que ahora sí, en realidad, sean el futuro de México que necesitamos. Para que esto funcione, se necesita que la sociedad se organice, se concientice y exija los derechos que le corresponden.
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