En fechas recientes se publicaron los resultados del examen de ingreso a nivel licenciatura, es decir, la posibilidad de acceder a la UNAM. Muchos de los jóvenes que tenían puestas sus esperanzas en seguir sus estudios superiores y con ello tal vez, tener una mejor calidad de vida -aspiracionistas diría el inquilino de Palacio Nacional- vieron frustrado su sueño de lograr ser un profesional en las áreas que imparte la Máxima Casa de Estudios.
El panorama es desalentador, pues de acuerdo con cifras oficiales de los 201 mil 512 aspirantes a la licenciatura, sólo fueron aceptados 21 mil 346; lo que representa solo 10.5% de los aspirantes. Los restantes 180 mil 166 fueron rechazados.
Estos datos demuestran la disminución del porcentaje de alumnos admitidos en la UNAM, en ciclos escolares recientes: en el periodo 2021-2022 fueron aceptados 24 mil 954 (11.5%) aspirantes de 215 mil 757, en el ciclo escolar 2022-2023 sólo ingresaron 25 mil 291 candidatos (11.1%) de un total de 225 mil 983. Esto sin duda, representa el poco interés del sistema educativo pues en lugar de crear más lugares, destinando más presupuesto, desprecia a los miles de jóvenes que ven truncado su posibilidad de seguir sus estudios.
Veamos algunos ejemplos, nuevamente una de las carreras con mayor demanda es la de Medicina, impartida en Ciudad Universitaria y la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza. De acuerdo con los resultados, en CU sólo fue admitido el 1.3% de los aspirantes, por tanto, de los 15 mil 962, sólo fueron aceptados 220. En la FES Zaragoza, la situación fue aún peor, ya que los aceptados fueron menos, sólo ingresarán para este ciclo escolar, 59 alumnos que representa el 1.1% de los 5 mil 31 candidatos que buscaron un lugar en esta institución.
En profesiones de ciencias sociales no fue la excepción, también hubo un porcentaje alto de descartados, casi 90% de los aspirantes a alguna carrera fue rechazado, por ejemplo, en la licenciatura en Derecho en CU, donde se postularon 6 mil 525, solo 567 obtuvieron su lugar, es decir, el 8.6 %.
Así las cosas, vemos cada año surgir un movimiento espontaneo de rechazados que buscan un lugar en la universidad, sin darse cuenta que el problema de fondo, es la falta de presupuesto para que la UNAM, el IPN y las demás universidades públicas tengan más espacios y se derogue, como plantea cada año este movimiento, el examen de admisión, que no es más que un mecanismo para justificar la incapacidad de este sistema educativo de nuestro país, incapaz de darles un lugar en nivel licenciatura para todo aquél que quiera estudiar.
Desafortunadamente pasarán los días y los meses, y la angustia y desesperación de buscar un espacio educativo obligará a que este movimiento desaparezca, y una vez más los jóvenes estarán ante las disyuntiva de ingresar al campo laboral y abandonar su sueño de estudiar o de buscar una escuela “privada” que les permita seguir estudiando, aunque la calidad sin duda no se acerque a la de la Máxima Casa de Estudios, considerada como una de las mejores universidades de América Latina.
En pocos días ante esta disyuntiva se encontrarán miles de jóvenes, y como dice el poeta chileno Mario Benedetti en su poema “¿qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo?, ¿vértigo?,¿asaltos?, ¿discotecas?” Les queda organizarse y luchar para que este sistema educativo, como determina la Unesco: que se destine al menos de 4% a 6% del PIB a la educación, y/o destine al menos de 15% a 20% del gasto público a la educación.
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