Educar para transformar es educar para liberar. Educar no sólo es responsabilidad exclusiva de la escuela; exige el involucramiento de los tres órdenes de Gobierno y, muy especialmente, de la sociedad. Para hacer de México una mejor nación, es necesario mejorar los niveles educativos del país. Debemos contar con un magisterio entusiasta, preparado y comprometido con la causa, así como con los recursos económicos suficientes para financiar una educación de calidad en todos los sentidos.
Sólo así se logrará que el magisterio participe de manera decidida, creativa y total: si se satisfacen primero sus necesidades básicas de subsistencia personal y familiar, los costos de una preparación suficiente y una actualización constante.
Con educación habrá progreso, pero este sólo será posible si se logra unir los esfuerzos de docentes, estudiantes, sociedad y Gobierno en la lucha por mejores condiciones educativas.
Sin embargo, en 2020, México destinó un promedio de 763 pesos menos a la educación por día por estudiante de primaria, secundaria y media superior con respecto a los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Asimismo, el país destinó el 4.5 % de su PIB, lo que equivale a 0.1 % menos en relación con el año anterior, justo cuando el resto de los países lo incrementó.
Como consecuencia, tenemos, según el informe del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) 2024, 6.4 millones de niños y jóvenes de entre 3 y 18 años que no asisten a la escuela. Por si fuera poco, a punto de concluir el ciclo escolar 2023-2024, los niveles de deserción de alumnos son alarmantes.
Por ejemplo, en nivel superior, Zacatecas encabeza la lista con 12.2 %, en media superior se ubica Coahuila con 11.7 %, mientras que en secundaria destaca Oaxaca con 8.1 %, y en nivel primaria, la Ciudad de México se ubica en primer lugar con 2.1 %, según el informe del Inegi. De 100 estudiantes que entran a primaria, sólo 28 terminan la universidad.
Nuestro estado, Chiapas, registra el índice más alto de rezago educativo en el país, con un 47.9 % de su población joven y adulta. Esto se debe a que, tristemente, somos el estado más pobre del país.
A pesar de tener una gran cantidad de riquezas naturales, contamos con el 76 % de nuestra población en algún grado de pobreza, pobreza extrema o vulnerabilidad por algún tipo de carencia. Esta enorme desigualdad social ha traído como consecuencia otros flagelos como la inseguridad.
La parte más consciente de una sociedad son los educadores y los estudiantes; por ello existe un gran reto: el docente, a pesar de las carencias que enfrenta, debe organizarse y realizar su práctica docente con la mayor calidad posible para infundir en sus educandos el amor hacia el estudio.
Además, se debe instrumentar estrategias para que el alumno no deserte y, una vez dentro, salga bien preparado para enfrentar los retos de la sociedad.
Con educación habrá progreso; sólo unidos con el pueblo trabajador podremos exigir a los tres niveles de Gobierno mejores condiciones para la educación.
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