El sociólogo Harold Lasswell destacaba a la propaganda como un método para suscitar la adhesión de las masas, de forma más económica y certera que la violencia, u otras técnicas; un método rápido, indoloro, en algunos casos imperceptible, pero que genera un efecto increíble entre las masas que se puede usar con fines justos o no. Las formas de esta propaganda han pasado con el avance de la ciencia y la tecnología de un simple papel volante a industrias gigantescas como la cinematográfica, donde cada semana tenemos por lo menos una producción Hollywoodense que nos hable del grandioso estilo de vida estadounidense; sus valores, riqueza y democracia superiores a cualquier otros sistema económico o nación. El imperialismo estadounidense pues, no pierde esta oportunidad de transmitir masivamente sus ideas, por más alejadas que estén de la realidad.
Miles se unen a denunciar la masacre perpetrada por el imperialismo y sus aliados contra el pueblo palestino en universidades y plazas públicas a pesar de la represión y la censura.
La transmisión correcta de estas ideas se garantiza con el Military-entertainment complex, un organismo que depende directamente de las fuerzas armadas y que se autodefine como “la cooperación entre las industrias militar y de entretenimiento para su beneficio mutuo, especialmente en campos como el cine, multimedia, realidad virtual y realidad extendida multisensorial”, es decir, interviene en todos los ámbitos del entretenimiento, -especialmente el cine y la televisión-, para garantizar que la visión proyectada en el país y en el mundo, sea la correcta para los intereses del gobierno gringo, por lo que prácticamente cada proyecto audiovisual que incluya o siquiera mencione a los cuerpos militares, debe llevar “aprobación”. Esto lleva realizándose desde los albores del cine, muestra de ello es una de las primeras películas “coescritas” es Wings, de 1927, que narra la historia de un piloto de la Primera Guerra Mundial y que tiene el reconocimiento de ser la primera en ganar un Premio Oscar. Hasta 2016, de acuerdo al portal spyculture.com, había un total de 410 producciones -reconocidas- que habían sido influenciadas por el complejo militar. Exitos del box office como Top Gun, la saga Transformers o las películas de Dc Comics y Marvel comics; especialmente consumidas por niños y jóvenes a lo largo del planeta, donde el héroe siempre será Estados Unidos y su visión del mundo.
Sin embargo, llega un punto en que la realidad supera con creces la ficción que nos cuentan y en la cual la propaganda es incapaz de ocultar la dura y horrible realidad a la que se enfrenta el mundo día a día. Situaciones tan apabullantes que no se pueden negar y que hasta la misma población estadounidense tiene que mirar a la cara las abominaciones que se hacen en pro de la “democracia”. Una prueba clara de esto se dio entre las décadas de los 60s y 80s cuando las protestas se presentaron en todo Estados Unidos con el objetivo de acabar con la Guerra de Vietnam. En una sociedad donde todo estaba más controlado -sin redes sociales ni masivos medios de comunicación-, se llegó a mostrar las aberraciones que se cometieron contra el valiente pueblo vietnamita. Esto se vio reflejado en áreas como la música, donde aparecieron canciones de denuncia como Born in the USA o Fortunate Son o en el cine, donde se tuvo que abrir paso a producciones que denunciaban los crímenes y el adoctrinamiento producto de la guerra, como Full Metal Jacket de Stanley Kubrick o Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. Críticas que no tienen nada de “rojas” o antisistema, simplemente retratan la realidad del momento.
Hoy, a unas décadas del fracaso estadounidense en Asia, vemos que este espíritu de rechazo a la guerra y a la barbarie está nuevamente resurgiendo en Estados Unidos y en el mundo pese a la campaña mediática. Miles se unen a denunciar la masacre perpetrada por el imperialismo y sus aliados contra el pueblo palestino en universidades y plazas públicas a pesar de la represión y la censura. La verdad nuevamente se está imponiendo y nuevamente se viene haciendo un hueco en el cine. En días recientes se estrenó la película Civil War del famoso estudio independiente A24, que ha dividido a la crítica por retratar -casi por primera vez- un conflicto armado dentro de este país en el cual nadie sale bien parado, destacando solamente la descomposición de un imperio cada vez más decadente. A pesar de que la propaganda patriótica intenta hacer su trabajo, nuestra tarea debe ser quitarnos esa venda, esa idea de que el imperio es indispensable, necesario e indestructible.
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