En unos días iniciará el ciclo escolar 2022-2023 y a pesar de que desde el semestre pasado comenzaron las actividades presenciales en las escuelas, los estragos que la pandemia hizo en el sistema educativo nacional afectaron tanto a la educación que los expertos dicen que por lo menos se perdieron tres años en aprendizaje y en desempeño escolar; al mismo tiempo se sabe que la deserción escolar ha alcanzado niveles nunca antes vistos y, por último, el abandono de la infraestructura y equipamiento está por los suelos.
El rezago educativo de México es histórico; por ejemplo, antes de la pandemia, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), “derivado de la publicación de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020 por parte del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), realizó las estimaciones de la medición multidimensional de la pobreza. A nivel nacional se observa que, entre 2018 y 2020 (ya con la 4T) el rezago educativo aumentó, pasando de 19 al 19.2 por ciento. Por entidad federativa, en 2020… los estados con mayores porcentajes de la población que presentaron este indicador fueron Chiapas, Oaxaca y Michoacán, con niveles de 32.5, 29.6 y 29.4 por ciento, respectivamente”. Esto significa, en números absolutos, que casi siete millones de niños y jóvenes entre los tres y los 21 años no tienen acceso a la educación (y eso que la educación básica y la media superior -bachillerato- son obligatorias). Una tragedia nacional.
En su portal CienciaUNAM, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala, al referirse al abandono escolar, que “se estima que el 26.6 por ciento de la población de 3 a 29 años no se inscribió al ciclo 2021; el 25.3 por ciento dejó los estudios porque los padres se quedaron sin empleo, en tanto que el 21.9 por ciento no continuó estudiando porque carecía de computadora, tablet, celular o conexión a internet”.
Por su parte, el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en su informe de 2019 “La Educación Obligatoria en México”, señaló que “después del ingreso a la escuela, deberían crearse las condiciones para que todas las (instituciones educativas) avancen entre grados y niveles educativos continuamente, de modo que puedan completar su educación obligatoria en las edades planeadas. Esto prácticamente ocurre en educación primaria, en menor medida en educación secundaria y aún menos en EMS, nivel donde el abandono escolar limita de forma importante la conclusión de la educación obligatoria para todos.
“Al inicio del ciclo escolar 2016-2017 la tasa de abandono escolar fue de 5.3 por ciento en educación secundaria y alcanzó 15.2 por ciento en EMS. En términos absolutos, esto se tradujo en 152 mil alumnos en educación primaria que no se matricularon al ciclo 2016-2017 a pesar de haber concluido el ciclo previo, así como 355 mil en educación secundaria y 780 mil en EMS. En general los hombres abandonan en mayor medida que las mujeres. Aunque en primaria no hay diferencia, en secundaria la divergencia entre ambas tasas fue de 2 puntos porcentuales, y en media superior se incrementó hasta 4.4 puntos”. Otra tragedia nacional.
El desarrollo de la infraestructura física educativa ha sido deficiente, insuficiente e inadecuado, situación que vulnera el derecho de las niñas, niños y adolescentes a una educación de calidad, señala el documento Políticas para fortalecer la infraestructura escolar en México, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en el que se plantea el panorama en este sector y se emiten una serie de recomendaciones. Por otra parte, en cuanto a la infraestructura escolar, en uno de los 11 documentos que presentó el INEE sobre la política educativa, se informa que: “29 por ciento de las escuelas de educación básica presenta problemas estructurales y otras carencias asociadas, en tanto que 2 por ciento muestra daño estructural. Y aunque 66 por ciento no tiene este tipo de daño, sí presentan al menos una carencia de otro tipo; solo 3 por ciento de las escuelas de educación básica no tienen carencia alguna. Lo anterior refleja que 17 millones de estudiantes y 750 mil maestros asisten a escuelas con carencias. De un total de 145 mil 704 escuelas de educación básica, 33 por ciento funcionan con estructuras atípicas que no se apegan a la normatividad establecida; 45 por ciento no están conectadas al desagüe y 20 por ciento no están integradas a una red de agua potable. Además, 5 por ciento continúa sin acceso a servicios de electricidad”.
Por último, en cuanto a la calidad educativa el rezago es histórico, México ocupa los últimos lugares en las pruebas internacionales como el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA, que es un estudio llevado a cabo por la OCDE a nivel mundial que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. Nuestros alumnos no tienen los conocimientos ni las competencias suficientes que exige una buena educación.
Ésta es la cruda realidad. Y el Gobierno federal, el de la 4T, el de Andrés Manuel López Obrador, ¿Qué está haciendo para solucionar este gravísimo problema? Nada. Al contrario, ahora con la pobreza franciscana que pregona AMLO para, según él, recabar más recursos para enfrentar la dura situación en la que vivimos, no nos cabe esperar, en el terreno educativo, sino más abandono del sector; más recortes al presupuesto destinado a la educación, de por sí súper recortado con su política; más recortes del personal que labora en las escuelas; menos construcción de espacios destinados a la enseñanza, a la cultura, al deporte; menos prestaciones a los trabajadores; menos equipamiento en computadoras, equipos de laboratorio, bibliotecas; menos cursos de actualización y preparación de docentes y administrativos; en fin, el completo abandono del Estado al desarrollo educativo; es decir, aunque no lo digan ni lo reconozcan, la puntual aplicación del modelo económico neoliberal.
Ahora, con la inminente salida de Delfina Gómez de la Secretaría de Educación, para irse de candidata al gobierno del Estado de México, que en realidad no hizo sino improvisar y llevar al precipicio a la educación pública, la cosa se pone de miedo.
Ante esta lamentable situación se iniciará en este mes el ciclo escolar 2022-2023, y ¿qué debemos hacer? Debemos, desde mi modesto punto de vista, estudiantes, maestros, padres de familia y pueblo en general, organizados y en lucha, exigir al gobierno federal y a las autoridades educativas de todos los niveles que se ataquen inmediatamente estos serios problemas: el rezago educativo, el abandono escolar, la infraestructura y equipamiento de las escuelas y la calidad educativa. Para ello se necesitan recursos y el único que tiene la capacidad y posibilidad de destinarlos a la educación es el gobierno federal y si no lo hace porque no quiere o no puede entonces hay que cambiarlo y poner uno que sí lo haga. Si no lo hacemos así, estaremos condenados a la ignorancia, a la miseria y, lo que es más grave, a la sumisión.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario