El mundo entero y nuestro país reciben día con día tanta información que es difícil de procesar en un primer momento, más aún, cuando la pandemia ha colocado en la primera posición a la información en Internet, cuyo dinamismo reduce al individuo al papel de receptor “pasivo” de la información, mutilando su lado crítico y analítico, secundada esta mutilación, por la avasalladora maquinaria mediática que repite mil veces un mensaje, para que por ese solo hecho, se convierta en verdad “divina” y absoluta. Veamos.
El diario El Universal, tituló así una de sus notas el pasado 9 de agosto: “Avanzan en la lucha contra la pobreza en Oaxaca”. En el cuerpo de la nota se presenta datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)”, en cuanto a medición de la pobreza en México del 2018 al 2020. En ellos, indica que esto se debe a una disminución de 2.7% en el porcentaje de la población en pobreza en la entidad, lo que nos convirtió en uno de los únicos 13 estados que lograron “disminuirla” en los últimos años. Además, se suman indicadores como el aumento del ingreso promedio de los hogares oaxaqueños, que creció 7.1% durante el mismo periodo, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH-2020) elaborada por el Inegi”.
Pues bien, este reconocimiento al Gobierno del Estado se ha venido difundiendo con bombo y platillo, por la “buena labor realizada en el combate a la pobreza”, sacando a Oaxaca del lugar 31, para colocarlo en el 29. Repitiéndolo de manera constante para consagrarlo como verdad absoluta, sin embargo, conviene revisar esta información de manera puntual y objetiva, analizando el desarrollo social en la entidad de manera integral.
Efectivamente, disminuyó la pobreza 2.6%, pasando de 64.3% a 61.7%, lo que en números absolutos significó transitar de 2 millones 575 mil 300 a 2 millones 569 mil 800, es decir, solo 5,500, aproximadamente 5 personas diarias; en cuanto a las carencias sociales, se observó un aumento, pues pasamos de 48.6% de población con tres carencias o más a 50.8%, o sea, de 1 millón 945 mil 500 a 2 millones 115 mil 200, es decir, un aumento de 169 mil 700.
Las carencias evolucionaron así: seguimos con 29.6% de la población con rezago a educativo; en acceso a los servicios de salud, pasamos de 16.3% a 36.9%, es decir, 20.6% de aumento, el más alto a nivel nacional; el acceso a la seguridad social, disminuyó 5.3%, pasando de 78.3% a 73%, es decir, todavía 7 de cada 10 ciudadanos están en esta situación; respecto a la calidad y espacios de la vivienda, pasamos de 25.1% a 22.7%, una disminución de 2.4%, pero 946 mil 100 habitantes enfrentan esta condición; en cuanto al acceso a los servicios básicos en la vivienda, disminuyó en 4.6%, transitamos de 58.3% a 53.7%, 2 millones 237 mil 500 personas no cuentan con agua, drenaje, o luz en su vivienda; finalmente, en lo que se refiere a la falta de acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, se incrementó en 1.3%, pasando de 32% a 33.3%, un millón 386 mil 200 ciudadanos.
Por su parte, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH-2020) del Inegi, ratifica el incremento de 2,410 pesos en el ingreso trimestral de los hogares, pasando de 33,853 a 36,263 en el mismo periodo, un incremento de 7.1%; sin embargo, este es mínimo comparado con la inflación que es casi del 6% anual, lo cual eleva sustancialemente los precios de la canasta básica.
Pues bien, aunque se anuncia a los cuatro vientos como una “gran noticia”, si comparamos los 5 mil 500 oaxaqueños que dejaron de ser pobres en tres años con los más de 3, millones 800 mil que lo siguen siendo, vemos que no hay nada de que presumir, además, si confrontamos esa cifra con los 169, 700 ciudadanos que se suman a quienes padecen tres carencias sociales por lo menos, nos daremos cuenta que no hay nada que presumir.
La situación que enfrenta el país y el mundo entero, es de origen económico, porque la pobreza se agudiza a pesar de las voces triunfalistas, y esto es así por la injusta distribución de la riqueza social. Urge un cambio profundo, esto es, un cambio de modelo económico, la instauración de uno, en el cual la riqueza que generamos todos los mexicanos, se distribuya de manera más equitativa entre todos los hijos de esta patria.
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