Hoy en México, que por fin se va, el señor Andrés Manuel López Obrador y sus promesas, tantas incumplidas, como la falta de justicia y equidad en un sistema dividido en clases, ricos y pobres, acaparadores y generadores de toda riqueza existente, hoy las cosas continúan igual, eso en el mejor de los casos para la clase trabajadora, y en otros, peor, con colonias proletarias y poblaciones rurales en el olvido.
Esto se vive en un estado de progreso como es Nuevo León. Decía yo, colonias y rancherías rurales sin energía eléctrica, sin agua potable, sin drenaje sanitario, sin pavimentación, sin drenaje pluvial, sin alumbrado público, sin parques recreativos, sin un sistema de salud que atienda a la población más vulnerable, esos que no tienen cómo comprobar ingresos, esos que viven en la informalidad a falta de verdaderas oportunidades laborales, sin poder acceder a una educación de primer mundo, sin canales de comunicación, carreteras y caminos óptimos que ayuden a salvar vidas.
Ante las dádivas, ante las limosnas que se le dan al pueblo mexicano, la falta de justicia y la inequidad persistirán, sin discusión.
Es claro que, por falta de vías de comunicación y centros de salud, se nos mueren nuestros congéneres. Los apoyos directos no alcanzan para resolver estos problemas que se nos presentan en el diario vivir. ¿A quién le importa que se nos muera un viejecit@ allá en las colindancias del municipio de Galena, N.L. con el estado de Zacatecas?
Ejidos como El Canelito, El Barrosito, poblaciones olvidadas por el gobierno federal, sólo se acuerdan de ellos cuando necesitan su voto. Ahí están otros municipios del sur del Estado como Mier y Noriega, Dr. Arroyo, Gral. Zaragoza, Aramberri, Iturbide y más, cuyas poblaciones, la mayoría, se encuentran en el abandono.
La metrópoli y otros no se escapan. Las dádivas solo alimentan la corrupción, ahora entregan su voto a quien los provee de estos apoyos directos, apoyos directos que no los liberan de sus cadenas de miseria, de pobreza y otras tantas desatenciones. Sí, esos que dan dádivas directas, y que prometieron acabar con la corrupción, y que por “el bien de todos primero los pobres”.
Pido que me desmienta la población o quien sea si lo que digo aquí es falso, y si es así, que me lo demuestren e invitamos a gobernantes municipales, estatales y federales y dejo de andar de chillón, me remito a la realidad, por lo que me reste de vida.
Según los programas para el bienestar (de los ricos), en lo que va de todo el sexenio, al 25 de enero de 2024, se han destinado 2.7 billones de pesos en programas para el bienestar, según el Coordinador General de Programas para el Bienestar, Carlos Torres Rosas. Un mundo de dinero que en su mayoría ha ido a parar a los bolsillos de los capitalistas en el sistema neoliberal vigente.
¿O quienes reciben apoyo directo conservan su dinero, el obrero o el pobre que lo recibe? Claro que no, sólo paga lo que debe en salud, vivienda, educación, etcétera y aquí nace el soborno, la corrupción constante y sonante, amedrentando con quitar dichos apoyos si dejamos de apoyar con el voto ciudadano o dejamos que otros lleguen y nos gobiernen.
Las dádivas son tan envilecedoras, tan ruines, nacidas de mentes estrechas y macabras que teniendo oídos no escuchan y teniendo ojos no ven. La masa proletaria debe despertar de su letargo, no dejarse sobornar tan sutilmente con los apoyos monetarios directos.
Así no se erradicará la pobreza infrahumana que lacera a la mayoría de la población. Debe darse cuenta de que la solución a sus problemas está en sus manos, que necesita unirse en torno a una idea y defenderla a capa y espada.
El pueblo debe liberarse de las cadenas de los malos gobernantes y entender que todo progreso nace del trabajo realizado por todo ser humano en edad de trabajar y con capacidades suficientes para ejercer los distintos trabajos necesarios para producir la riqueza, las distintas mercancías que la población en su conjunto utilizará para su desarrollo personal y en colectivo, donde impere la sensibilidad y justicia para la humanidad, que todas sus necesidades sean subsanadas en tiempo y forma, que no falte vivienda, vestido, comida, que tenga cómo curarse, educarse y recrearse.
Todo esto, antes de proyectos mal planeados y que sólo benefician a unos cuantos y no a toda la población en general, como ahora lo son los proyectos del aeropuerto Santa Lucía, El Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas.
Se trata de proyectos que han absorbido un mundo de recursos económicos para su concreción y ahora ya algunos para su funcionamiento y mantenimiento, ya que no son autosuficientes. El recurso obviamente se le quita al pueblo, ahí donde necesita fuentes de empleo no tan perecederas, para poder acceder con trabajo y salarios dignos a su vivienda, alimentación sana, vestido, educación, salud como la de Dinamarca, que no llegó.
Faltan también centros o parques recreativos para toda la población y así disuadir a todos de las malas prácticas, como la ingesta de alcohol o drogas en el peor de los casos, sobre todo con las nuevas generaciones.
Insistiremos: el pueblo no necesita de limosnas disfrazadas de apoyos directos que adormecen la conciencia de la clase trabajadora, sobre todo, adormecimiento que le conviene a la clase capitalista dueña de los medios de producción que utiliza para justificar la concentración de su riqueza a costa del trabajo no remunerado, no debidamente pagado al obrero o cualquier otro empleado del nivel que sea, pero que sólo cuenta con sus habilidades, fuerza física y mental.
“Antorcha, la organización de masas más grande del país fue, es y será contraria a Morena. No tiene esto absolutamente nada que ver con cuestiones personales. Antorcha lleva luchando casi medio siglo y seguirá.
La esencia de no estar de acuerdo con ellos radica en la oposición de intereses existente: los antorchistas quieren transformar al país radicalmente, acabar con la desigualdad, madre de los peores males de la sociedad, y distribuir la riqueza que hoy acumulan unos cuantos ricachos; quieren, a diferencia del morenismo, desaparecer la miseria y no perpetuarla con dádivas que encadenan al hambriento a la caridad del poderoso. Nuestra política es contraria a la del presidente y sus antecesores; lo sabemos y él lo sabe.” (Revista Buzos)
Ante las dádivas, ante las limosnas que se le dan al pueblo mexicano, la falta de justicia y la inequidad persistirán, sin discusión. La clase burguesa jamás dejará sus privilegios por propia iniciativa o buena voluntad; en tanto, la clase laboral, liderada por la vanguardia proletaria, en este caso el Movimiento Antorchista Nacional, debe ejercer acciones que le permitan, por la vía democrática, hacerse del poder político de todo México y desde ahí, con el poder en sus manos, hacer el reparto de la riqueza producida según ocupe cada quien, verdaderamente.
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