El pasado miércoles 29 de abril, los antorchistas de todo el país llevamos a cabo una concentración de 10 mil personas en la Ciudad de México (CDMX) para exigirle a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), en concreto a su titular Rosario Robles Berlanga, el cumplimiento de los acuerdos del año 2016, además pedimos que se fijaran los alcances para el 2017 en los rubros de apoyo a la vivienda y la solución de añejos problemas agrarios en beneficio de miles de familias trabajadoras de todo el país. Como era de esperarse, por el trato omiso y dilatorio de últimas fechas, en esta ocasión la comisión negociadora tampoco fue atendida y, por lo tanto, postergada una vez más la solución a las urgentes necesidades reiteradamente planteadas por los antorchistas de todo el país, representados por nuestros compañeros manifestantes.
Se dirá otra vez que los antorchistas salimos a las calles por el chantaje o para desestabilizar a una "inocente" dependencia, y así justificar la acritud de la misma. Pero cabe una reflexión del por qué es inaceptable este comportamiento frío y el desdén de la titular de la SEDATU hacia las demandas de los humildes del país. Hablaré en concreto del caso de Tabasco, que conozco con más detalle: según datos de 2010 de la Unidad de Microregiones de la SEDESOL, en el estado hay 558 mil 882 viviendas, de ellas 2 mil 322 tiene techo de materiales endebles, 68 mil 532 muros de materiales similares y 35 mil 993 piso de tierra, en suma, 106 mil 847 viviendas en condiciones deleznables. Esto quiere decir que casi el 20 por ciento de las viviendas presentan una carencia grave. Doy una cifra más escandalosa, el reporte afirma que 240 mil 341 hogares tenían algún nivel de hacinamiento, lo que representa que el 43 por ciento de las familias tabasqueñas carecen de una vivienda digna y la mitad de esas familias están viviendo prácticamente con techos y muros de cartón o palitos, por lo que podemos afirmar que los tabasqueños no tienen hogares ni viviendas dignas.
En el caso de la regularización de predios, es bien sabido que Tabasco es uno de los estados que más problemas presenta. En grandes centros de población como la colonia Manuel Andrade de Villa Chontalpa, o Pancho Villa y Constitución, en el municipio de Centro, viven miles de familias en situación irregular, algunas llevan más de 30 años. Con este tipo de actitudes se muestra que hay un total desdén por la situación en la que viven las familias de los trabajadores, dado que la principal traba está en quien dirige a nivel federal a SEDATU. Es por ello que los antorchistas tabasqueños nos estamos preparando para la lucha que se avecina y nos disponemos a cumplir con las tareas que se ameriten para contribuir a que esta problemática se resuelva lo antes posible ya que son numerosas las demandas a este respecto.
Al Movimiento Antorchista cada vez le queda más claro que este tipo de actitudes de los "servidores públicos" –del nivel que sea: federal, estatal o funcionarios municipales– son totalmente injustificadas ya que, en primer lugar, los presupuestos que maneja el gobierno salen de la recaudación de impuestos. No hay que olvidar que es derecho de todos los mexicanos, por el sólo hecho de serlo, contar con una vivienda decorosa, así lo señala la máxima ley del país, nuestra Constitución Política, que tantos sufrimientos y vidas le costó al pueblo mexicano. Por lo que los antorchistas no estamos mendigando nada, estamos exigiendo nuestro derecho que además se subsidia con los impuestos del pueblo.
Al pueblo también le queda claro que sólo con la lucha organizada puede hacer posible que esas garantías se cumplan, ha aprendido que a funcionarios inescrupulosos, insensibles y sordos solo se les puede hacer entrar en razón por la fuerza, por eso acuden cada vez más antorchistas a exigir sus derechos en las calles. Más humildes de México acudirán a la SEDATU y a la Secretaría de Gobernación las veces que sean necesarias hasta resolver sus demandas. Es otra vez el pueblo, acuciado por la miseria a que lo arroja el sistema, la indolencia de quienes dirigen la política nacional y su negativa para atender sus demandas, quien tendrá que poner orden y exigir sus derechos, por lo pronto demandando a la SEDATU que resuelva la carencia de vivienda.
Dice la sabiduría popular que "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista" y este modelo económico, problema último de todos los problemas que aquejan al pueblo pobre de México, está llegando a un punto insoportable para las grandes mayorías del país y quienes van entendiendo que para mejorar la suerte de los desheredados, no basta con un cambio de partido en el gobierno, o acabar con la corrupción o encontrar un mesías; hace falta barrer de raíz el modelo que lo genera. Cada vez comprende mejor que eso se logrará sólo elevando al poder a un auténtico representante popular, respaldado por una fuerza social lo suficiente numerosa y consiente que haga los cambios necesarios para que podamos vivir como humanos. Sin duda el momento se acerca y todos debemos estar preparados para ello. Mientras tanto, daremos la batalla para que el gobierno actual escuche a su pueblo y haga que sus dependencias cumplan con su papel.
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