En todos los informes y en muchas de sus mañaneras el presidente López Obrador ha estado presumiendo como un logro de su gobierno el dinero que México recibe de millones de nuestros compatriotas que fueron expulsados, porque la tierra que los vio nacer no les brindó la oportunidad de sobrevivir y, al igual como están intentando en estos días miles y miles de centroamericanos, tuvieron que huir de la pobreza para buscar un mejor futuro.
Estoy seguro de que a estas alturas, salvo los aplaudidores gratuitos del mandatario federal, muchos mexicanos estamos totalmente de acuerdo con los que señalan que al alabar las remesas en su informe gubernamental como uno de sus logros y una de sus estrategias para enfrentar la crisis, revela el fracaso de su gobierno. Los millones de dólares anuales que nuestros paisanos envían desde Estados Unidos, y que actualmente son el principal ingreso de México, demuestran que el gobierno de un país con enormes recursos no ha podido resolver por cuenta propia sus necesidades esenciales.
Sobran los señalamientos en el sentido de que presumir los récords en remesas y todavía gritar a los cuatro vientos “tengan para que aprendan” es preocupante, porque al ponderar abiertamente los recursos no generados por iniciativas de la administración lopezobradorista y todavía pregonarlo como base de su programa económico, se ha llegado a creer de que el jefe e ideólogo del Gobierno morenista no está consciente de lo que dice o más bien busca seguir engañando a la base social que aún lo apoya.
Pero, el dinero que envían los migrantes a sus familiares no solo ha servido para las presunciones de AMLO. A raíz de que, en el mes de agosto del presente año, México reportó remesas récord por cuatro mil 743.6 millones de dólares, superior al anterior máximo en julio que fue de cuatro mil 540 millones de dólares, el presidente declaró que confía en que las remesas ayuden a levantar la economía del país, que presentó una contracción del 8.2% en 2020.
Como se ve el mandatario federal no se avergüenza como debiera ser, al exponer como logro de su gobierno el envío de millones dólares a México, sino además se dispone a seguir dependiendo de los mexicanos que salen de su patria por falta de oportunidades para que sean los que carguen con la reactivación de la economía del país, a costa del dolor de estar lejos de sus familias. Por lo que considero que es acertado el hecho de que los migrantes tachen de burla el discurso presidencial, quienes señalan que el presidente solo se acuerda de ellos cuando hay remesas, pero calla cuando hay abusos de los mexicanos.
No podemos perder de vista que la política migratoria de la Cuarta Transformación, tanto con los migrantes mexicanos como los centroamericanos y caribeños es de la peor en las últimas décadas. Tiene militarizada la frontera sur y norte; golpea migrantes y los deporta sin derecho de audiencia; recibe deportados de Estados Unidos y le hace el trabajo sucio de deportarlos. Muchos de nuestros paisanos coinciden que al parecer el presidente López Obrador ya superó en los hechos a su amigo Donald Trump.
Ante este panorama, los que buscamos una patria próspera y soberana debemos entender que hasta el sentido común nos hace ver que no se puede afirmar ni presumir que la situación económica de un pueblo está bien, cuando las personas del lugar por necesidad se ven obligadas salir a buscar empleo a lugares lejanos y tampoco es posible depender de sus ingresos, como las remesas para levantar la economía de un país como piensa el presidente López Obrador. Una política así implica resignarse a seguir dependiendo política y económicamente del poderoso vecino del norte de México.
Es obvio que la salida no es fácil, pero es posible. Hasta el momento los que han gobernado a nuestro país, no han sido capaces de impulsar políticas que garanticen un desarrollo económico propio y está claro que la Cuarta Transformación, a diferencia de sus antecesores, al apostar levantar la economía con las remesas, no va a poder ni está dispuesta a dar un nuevo rumbo económico a nuestra patria.
Por lo es necesario subrayar, nuevamente, que la tarea de hacer una nación fuerte, con ingresos suficientes que estén a la altura de las necesidades de empleo y de bienestar, solo puede ser llevada a cabo por un Gobierno genuinamente progresista, armado con un estudio científico de la sociedad y respaldado por una fuerza social organizada y educada. Debe tener la capacidad de elevar la productividad del trabajo, bajar los precios y mejorar los salarios; impulsar una reforma fiscal progresiva que dote al Gobierno del dinero suficiente para impulsar el desarrollo económico y para atender necesidades sociales básicas como salud y educación de calidad. De lo contrario, seguiremos escuchando más presunciones con las históricas remesas.
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