Se acercan las elecciones del 6 de junio que serán definitorias para el rumbo que tomará nuestro país.
Si bien pareciera que las elecciones venideras no tendrán tantas repercusiones en los destinos del país, dado que son elecciones intermedias, no se elegirá presidente de la República ni tampoco se cambiarán a todos los gobernadores del país, eso sería una lectura incorrecta y superficial de la situación por la que atraviesa México actualmente.
Es cierto que, en cualquier otro periodo o época, las elecciones intermedias serían sólo para definir quiénes serían los partidos más fuertes de cara a las elecciones generales, pero las de 2021 se diferencian de las anteriores por el momento histórico que vivimos.
Hago una recapitulación rápida. Desde la llegada de Morena al poder, nuestro país y todos los mexicanos hemos visto un terrible decrecimiento en la calidad de vida de los ciudadanos. Dicha situación, ya mala por sí sola, se vino a agravar con la llegada de la pandemia causada por la covid-19, que, sin duda, afectó a todos los mexicanos de una manera nunca antes vista en la historia moderna de México.
A los ya altos índices de desempleo, se sumaron más de 53 millones de mexicanos que perdieron su trabajo a causa de la pandemia. A las ya graves deficiencias del sistema de salud mexicano, se vino a sumar la incapacidad del gobierno de frenar la propagación del virus y de atender correctamente a todos los infectados, lo que ya ha resultado en más de 220 mil muertos. A los ya malos indicadores de la pobreza, se suman 10 millones de mexicanos a las filas de la pobreza extrema. A la ya deficiente calidad educativa en nuestro país, ahora los estudiantes llevan un año de retraso académico que no parece que se vaya a recuperar nunca. Y a todo eso, agreguemos que Morena eliminó más de veinte programas sociales de probada eficacia, como Prospera y Procampo, que han redundado en que las familias pobres sean ahora más pobres y padezcan aún más depauperismo; se suma que ha atacado y desincentivado tanto a los empresarios, nacionales e internacionales, que ya no hay inversión y muchas empresas se han ido a la quiebra, provocando más desempleo y más hambre; se agrega que el gobierno ha reprimido, mediante periodicazos, infundios y hasta cárcel y denuncias "legales", a todos sus opositores políticos, desde empresas y empresarios hasta periodistas, intelectuales, políticos, organizaciones sociales y ciudadanos de a pie.
Ése es el México en el que vivimos. ¿Y por qué nadie ha puesto un freno? ¿Por qué nadie se ha opuesto a tales arbitrariedades, abusos y malas decisiones de gobierno? Porque la gran mayoría de los diputados federales, que legislan desde el Congreso de la Unión, son morenistas o afines. Por eso nadie le ha podido poner un freno a esos abusos. Porque los diputados, en lugar de legislar y representar y ser la voz de los mexicanos que los eligieron, se han dedicado a ser lamebotas del Presidente, a gritar desde la Cámara de Diputados (un recinto apartidario, por y para todos) que ellos "están orgullosamente con Obrador", que "ellos aprobarán lo que el Presidente quiera sin modificarle ni una coma".
Así es el tipo de diputados que nos representan. De ahí la importancia de las elecciones de junio de 2021: porque se renovarán a los 500 diputados federales; porque es la oportunidad de todos los mexicanos que hemos sido afectados por las políticas de la “Cuarta Transformación” de cambiar el rumbo, de comenzar a caminar por el verdadero camino del progreso y el bienestar generalizado; porque es la coyuntura idónea para construir el dique que frene las locuras de un viejo senil que se ha quedado en los heroicos hechos de personajes del siglo pasado.
Por todo eso, ¡debemos salir a votar llueve, truene o relampaguee! A votar no por Morena ni sus partidos satélites, sino por partidos que sí se propongan ser ese dique y que sí tengan candidatos comprometidos con todos los sectores de la sociedad.
La oportunidad es hoy y ahora. Si no actuamos en esta coyuntura, no nos quejemos más tarde de caer al precipicio.
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