En muchos de los deportes se habla de la mafia que los maneja y los grandes intereses que involucran, principalmente, dinero. Hoy no existe una sola actividad en donde no se denuncie, y se demuestre con datos, que existen elementos extraños que intervienen en los resultados de partidos, peleas y otros espectáculos deportivos, pero en mayor medida en la administración de recursos por parte de los dirigentes.
Uno de los más señalados es el boxeo, ya que no hay un solo combate de importancia donde no surja, de cualquier sector, una acusación de que, en el triunfo, a menos que no haya sido por knockout, se da por manejo de dinero. Otros casos son el fútbol americano, el basquetbol y el fútbol, y otros deportes más.
Todo esto viene a colación por lo recientemente ocurrido en Querétaro, en un partido de fútbol entre el equipo local Gallos Blancos y los rojinegros del Atlas, de Jalisco.
Pues bien, pasillos, gradas, túneles del estadio fueron el escenario de una batalla campal; el partido se suspendió más o menos al minuto 62, con un saldo inicial de 22 personas heridas, dos de ellas de gravedad, según autoridades del Gobierno estatal. El caos y las escenas de pánico ya todos las conocen porque los medios de comunicación ocuparon gran parte de su programación para difundirlo; pero lo más relevante después de toda esta trifulca son las noticias que se difunden.
La Coordinación Estatal de Protección Civil informó, alrededor de las 21:30 horas, que no tenía reportes de personas fallecidas y nueve de los 22 lesionados fueron trasladados al Hospital General. A la una de la mañana del domingo se mantenía la cifra. En redes sociales circularon imágenes y videos de la batalla campal que se inició en los pasillos de la zona sur del estadio y algunos con reporte de muertes. En algún momento surgieron los rumores de que había entre siete y 27 fallecidos; tres horas después, Protección Civil estatal informó que no tenía reportes de decesos.
Elementos de la Guardia Nacional, adscritos a la ciudad de Querétaro, y efectivos del Ejército Mexicano se coordinaron con las autoridades locales para brindar seguridad en las inmediaciones y los integrantes de los equipos. Ante el hecho, el gobernador de Querétaro, suspendió una gira de ocho días y por su parte, el presidente de la Liga MX, señaló que se “castigará en forma ejemplar a los responsables por la ausencia de seguridad en el estadio”.
Todas estas declaraciones mediáticas llevaron a la Fiscalía de Querétaro a informar que iniciaría una carpeta de investigación por los delitos de homicidio en grado de tentativa y violencia en espectáculos deportivos.
Pasados los días, los castigos para el equipo fueron: perder el partido, el Club Querétaro también deberá pagar una multa económica de un millón 500 mil pesos y otra de las sanciones es que Gallos deberá jugar un año a puerta cerrada; la barra de Gallos Blancos culpada de originar la violencia ante los rojinegros, no podrá ingresar al estadio cuando juegue como local en los próximos tres años y por un año a los encuentros de visitante, les quitan la administración a los socios e inhabilitan a al director deportivo. Por el lado penal se detiene a catorce personas, dos dicen son liberados. ¿Serán los detenidos los verdaderos culpables?
Poco a poco se irán olvidando de esa trifulca, se habla hoy de delincuencia organizada permitida por el club, ya que obtenían ganancias los directivos y eso pasa en los demás estadios, son un gran negocio, no solo la venta de boletos y que el equipo anuncie en su playera los patrocinadores, hay más y hoy estamos ante la necesidad de examinar con lupa a todos los deportes, en especial profesionales, que en muy raros casos escapan a esa realidad.
De lo contrario seguirán sucediendo este tipo de tragedias. Es necesario que el gobierno federal tome cartas en este asunto, pero es difícil pensar que suceda en estos momentos porque ahora solo piensan en el grado de popularidad que tienen. Mientras tanto, seguimos viendo rodar la pelota y la mafia oculta en su negocio con el deporte.
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