Se trató de un crimen bestial que no puede causar más que rabia. Fue el asesinato de una pareja de jóvenes padres de familia y su pequeño hijo. A Conrado Hernández Domínguez, miembro del Comité Estatal del Movimiento Antorchista en el estado de Guerrero, lo mataron con golpes en la cabeza, a Mercedes Martínez Martínez, también miembro de ese Comité Estatal, también la mataron con golpes en el cráneo y a su hijo de seis años lo estrangularon.
Sólo animales salvajes muy hambrientos, perpetran estas masacres.
Después de que los compañeros, inexplicablemente, no llegaron a su casa en Chilpancingo, el miércoles 12 de los corrientes por la noche, el jueves 13, sus compañeros antorchistas del Comité Estatal, se dieron a la tarea de buscarlos. Entre las informaciones que se allegaron, estuvieron reportes en las redes sociales que daban cuenta de un automóvil que supuestamente había caído a un despeñadero en las cercanías de la ciudad de Chilpancingo y que en él aparecían tres cuerpos.
Los periodistas que bajaron al lugar, a unos 50 metros de la carretera, tomaron fotografías y revelaron con ellas que el automóvil no presentaba daños ni en los costados ni en el techo, más aún, no tenía ningún vidrio roto. Aquellos, evidentemente, no eran los resultados de un vehículo a buena velocidad que se precipita cuesta abajo dando volteretas. Además, otras oportunas fotografías de los reporteros gráficos, mostraban claramente que los tres cuerpos estaban amontonados en el asiento trasero del coche.
En consecuencia, severas dudas de que se tratara efectivamente de un accidente, empezaron a surgir. Parecía, y parece, más bien, que alguien empujó el vehículo hacia una hondonada esperando que este se volcara y destrozara los cuerpos. No obstante, por lo que se encontró, todo indica que el auto avanzó cuesta abajo sobre sus ruedas por la pendiente hasta que se detuvo. Para desgracia de las bestias asesinas, las pruebas incriminatorias no se destruyeron.
El viernes se conocerían los resultados de las autopsias que arrojaron de manera irrefutable, sin duda alguna, que se trataba de tres ejecuciones.
Debe quedar, muy claro, sin que quede absolutamente ninguna duda que, ni Conra ni Meche, llevaban una vida o tenían una conducta que explicara su asesinato. No me detengo en la criatura porque sólo un orate podría pensar que su niño pudiera haber sido víctima de alguna venganza.
Quedemos bien de acuerdo en que, en este país, ningún tipo de conducta, ni autoriza ni justifica que nadie le quite la vida a otro ser humano. Dejando eso bien establecido, sólo para las mujeres y los hombres de buena fe, para los que honradamente quieran acercarse a la verdad, diré que ninguno de los dos compañeros, le había hecho, nunca, a nadie, ningún mal, ni pequeño siquiera. Al contrario, mucha gente, como se demostrará palmariamente una vez que empiecen las movilizaciones masivas exigiendo justicia en Guerrero y en el país entero, mucha gente les debía muchas acciones en su apoyo y en su auxilio. Ambos eran luchadores sociales mucho muy queridos.
No tenían dinero, no debían dinero, no consumían bebidas alcohólicas ni estupefacientes de ningún tipo, no tenían otras parejas, ni siquiera tenían, ninguno de los dos, un carácter fuerte, al contrario, ambos tenían fama de apacibles, amables y considerados con la gente que trataban. Por todo eso, precisamente por todo eso, sus compañeros campesinos, sus compañeros colonos y sus compañeros activistas, se preguntan. ¿Por qué los ejecutaron? ¿Por qué así?
La investigación está en curso. Estemos atentos de que no se desvíe, de que no se proteja a los criminales y se llegue a castigarlos.
No obstante, emito mi convicción: los mataron por antorchistas.
El Movimiento Antorchista Nacional ha sufrido casi 50 años de agresiones armadas en las que muchos mexicanos pacíficos han sido sacrificados impunemente, ha sido víctima del estiércol mediático arrojado constantemente desde grandes medios de comunicación y blanco predilecto de calumnias viles, siempre impunes, por parte de poderosos políticos. Nunca, jamás, nadie ha sido castigado por calumniar a los antorchistas.
El propio presidente de la república, haciendo uso de los recursos que el pueblo ha puesto en sus manos, ya acumula el disparo impune de casi 200 insultos y calumnias y, nunca, jamás, ha demostrado ni una sola de sus mentiras. Una escandalosa campaña de odio.
Por tanto, ¿alguien en su sano juicio, puede atreverse a negar que, entre el brutal homicidio de un matrimonio de jóvenes dirigentes antorchistas y su pequeño hijo de apenas seis años y, la insistente, abrumadora, falsa e ilegal, embestida mediática contra la dignidad, la honra y el buen nombre de los antorchistas de Guerrero y de México entero, no existe una relación de causa efecto?
En consecuencia, fieles a nuestro viejo compromiso de luchadores por una sociedad más justa y más humana, fieles al compromiso con nuestros compañeros de lucha y hermanos de destino, los antorchistas michoacanos nos sumaremos a todas las actividades y movilizaciones que consideren necesarias los compañeros de Guerrero y autorice e impulse nuestra Dirección Nacional, para exigir justicia al gobierno que encabeza Evelyn Salgado Pineda.
Estamos enterados de que el lunes que siguió a los lamentables hechos, después de darles sepultura a los tres entrañables compañeros en el lugar que eligió con apenas vida, la madre de Meche, una comisión de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista, se presentó en la ciudad de Chilpancingo para hacer patente su derecho elemental a conocer la verdad de los hechos y recibir justicia. La importante comisión estuvo encabezada por Homero Aguirre Enríquez, vocero de la Dirección Nacional, Juan Manuel Celis Aguirre, dirigente del Comité Regional del centro de país y presidente del Comité Estatal del Movimiento Antorchista en Puebla y del diputado federal, Brasil Acosta Peña, quien es, además, el presidente del Comité Estatal en el estado de México.
Los compañeros fueron recibidos por el secretario general de gobierno, Ludwig Marcial Reynoso Núñez y por Antonio Hernández Bautista, coordinador regional de investigación de homicidios de la Fiscalía General del Estado (FGE). No deja de llamarme la atención que ante un crimen tan atroz y estremecedor, no haya sido la propia titular de la FGE la que se ocupara personalmente de atender el asunto, no obstante, ambos funcionarios fueron amables y se comprometieron a hacer todo lo necesario para hacer justicia pronta y expedita. Veremos. Por lo pronto, comparto que unos amigos periodistas locales, les comentaron a los miembros de la comisión antorchista de alto nivel, que ellos sabían que nada se había movido hasta que se supo que la comisión había llegado a Chilpancingo. Veremos.
En México hay violencia, hay hambre, no hay suficientes servicios médicos ni medicamentos y hay gravísimas carencias educativas. Los jóvenes, sin esperanza, sin futuro, son víctimas del alcoholismo y la drogadicción y hasta se suicidan. El mundo y México urgen un cambio radical. No más de lo mismo. Los antorchistas somos ahora, nuevamente, víctimas directas de crímenes políticos. Pero no nos olvidamos ni pasamos por alto que el país entero sufre y llora por la violencia extrema y desbordada, frente a la que el régimen de Andrés Manuel López Obrador, no hace nada efectivo. Siempre nos hemos solidarizado con los desamparados. En esta ocasión, no será diferente. Todos los que sufren, los que lloran y los que son víctimas de atropellos e injusticias, seguirán contando con el cobijo y el brazo fraterno y decidido del Movimiento Antorchista Nacional. Pésele a quién le pese y tope dónde tope.
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