Aunque el tema de mi columna parece estar agotado y entre más nos referimos a éste, más ayudamos a que se victimicen los responsables de no tomar las medidas necesarias, considero que vale la pena insistir, porque resulta indignante que siga muriendo mucha gente, y la población en México debe estar bien informada del peligro que representan no sólo la pandemia, que no cede, y al parecer no se desaparecerá pronto de los países pobres, con un alto grado de desigualdad social como el nuestro, sino también del peligro que representan quienes nos vendieron un país de bienestar que no se ve por ningún lado. En los tres años que van del Gobierno morenista, casi dos de ellos con pandemia, la “esperanza” se volvió tragedia al no haber medidas serias para combatir este mal.
Para acallar las voces y señalamientos críticos del desastre, ha instrumentado una campaña mediática que le ha dado resultado entre las capas menos informadas de la sociedad mexicana, que se resumen en las “mañaneras”, pues, a fuerza de repetir una y otra vez que las causas de la anarquía de su gobierno son por corrupción; que sus “adversarios” no lo dejan gobernar porque están preocupados por el éxito de su gobierno, oculta que en el país van 405,268 muertos; 266,489 reconocidos oficialmente más 138,268 decesos no reportados en la estadística del gobierno, siendo el 31 de agosto cuando más mexicanos murieron por coronavirus 1,177, y que México es el cuarto país con más decesos en el mundo, sólo después de Estados Unidos, La India y Brasil.
Pese a que el día 24 de junio, el subsecretario Hugo López-Gatell anunció: “con gusto informo que la Cofepris autorizó la ampliación de la vacuna Pfizer para menores de 12 años; es la primera vacuna contra COVID- 19 autorizada para adolescentes de nuestro país, es una noticia que permitirá seguir protegiendo al pueblo de México”. Posterior al anuncio de que ahora sí tomarían en serio la protección de los infantes, comunicaron que el regreso a clases era eminente, “llueva, truene o relampaguee”. El 30 de agosto se abrieron una parte de las escuelas para clases presenciales, pese a opiniones de expertos de que no había condiciones, pues se necesitarían todos los protocolos de seguridad, gel, sanitizante, oxímetros, pruebas rápidas para detectar casos sospechosos, ya no se diga el agua, el jabón, pues muchas escuelas fueron saqueadas durante el tiempo que estuvieron cerradas.
Como era de esperarse, apenas transcurridos los primeros días de clases, se informó a través de los medios de comunicación que iban 10 estados con más muertes de personas menores de 18 años: en la Ciudad De México, 144; Estado de México, 69; Puebla, 63; Nuevo León, 60; Baja California, 50; Oaxaca, 42; Guanajuato, 38; Jalisco, 33; Veracruz, 31; Guerrero, 30; con un total 560 decesos por coronavirus de la nueva variante Delta. Como también era de esperarse, muchos padres de hijos con enfermedades crónicas, ante su vulnerabilidad, y por la inquietud de enviar a sus hijos a clases con el riesgo de contagiarse, decidieron promover amparos ante la autoridad judicial para que se les aplicara la vacuna contra el covid-19.
Pues bien, esto bastó para que tanto el presidente como su ayudante en materia de salud, Hugo López-Gatell entraran en “shock” y reaccionaran irracionalmente contra los 262 niños y sus padres que hasta ese día habían promovido amparos, el 0.001%, para exigir al gobierno federal su vacunación. Después de toda una enredosa letanía cantinflesca, acusaron a los inocentes infantes de ser sus adversarios, conservadores y neoliberales, de crear “un complot” en su contra y de proceder inhumanamente al poner en alto riesgo a las personas mayores que necesitan esas vacunas. Se empiezan a escuchar voces de la posibilidad de que tanto el presidente como el subsecretario puedan ser juzgados penalmente por miles de familias por abandonar a los mexicanos a su suerte, oponerse a la vacunación de menores de 18 años a pesar de mandarlos a la escuela, "llueva, truene o relampaguee", y por negar medicamentos a niños con enfermedades crónicas. Ojalá no.
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