Claro y Directomx, portal noticiero digital, en un video publicado el pasado 25 de febrero de los corrientes hace una recopilación de los dichos del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) acerca de bajar el precio de las gasolinas: desde el año 2007 como dirigente nacional de Morena, cuando afirmó que se podría bajar la gasolina, en su primer día de campaña cuando aún promete bajar el precio de los combustibles, en su toma de protesta al hablar de que no aumentará el precio de las gasolinas en términos reales y, finalmente, la mañana de ese 25 de febrero, cuando negó tajantemente haberse comprometido a disminuir el precio de los combustibles.
Igualmente, existen videos que han retomado muchos usuarios para exhibir la abierta contradicción de AMLO en relación con la capacidad de respuesta de nuestro país ante la pandemia, entre lo que dijo el 28 de febrero de 2020, cuando se muestra confiado y presume de una fácil respuesta ante una pandemia que dijo no ser tan fatal “ni siquiera” como la influenza y lo que respondió al ser cuestionado, después de 140, 000 muertos, el pasado 21 de enero cuando sostuvo que no había médicos ni especialistas por culpa de los “neoliberales”, esto es constatable (https://www.facebook.com/Oficialautordenada/videos/153755673025490).
Ambos videos son ejemplos claros de los cientos de contradicciones y mentiras del presidente López Obrador, mismas que han abarcado todos los temas, desde sus compromisos de campaña, el aplauso y la denigración de colaboradores y ex colaboradores, la cuestión de la pandemia y la caída en la economía y, con relación al tratamiento de quienes considera opositores a su gobierno, entre muchos otros. Sus afirmaciones tan absurdas son ejemplo mundial de irracionalismo.
Además, el 31 de marzo de 2021, el ingeniero Aquiles Córdova Morán en su artículo titulado “La solución de fondo y la política de México ante la emigración” demostró de manera contundente la contradicción (por ignorancia o por conveniencia, entendí yo) entre el llamado de AMLO a Estados Unidos a colaborar con los países centroamericanos en la creación de fuentes de empleo y la cuestión de que históricamente es el país norteamericano que ha saqueado directa o indirectamente a esos países y los ha empobrecido, obligándolo actualmente a ser los principales expulsores de migrantes. Y así podríamos seguir con el contrasentido entre la falta de vacunación de los estudiantes y profesores y el llamado a volver a las aulas por parte de las autoridades educativas.
Por lo demás, todos los mexicanos somos testigos de la afirmación reiterada de López Obrador, en el sentido de que “el pueblo está feliz”; sin embargo, el informe de la OXFAM titulado “El virus de la desigualdad”, publicado en enero de 2021 dice: “En México, una de las pocas economías emergentes que aún no ha puesto en marcha programas adicionales específicos para apoyar a las personas en situación de pobreza frente a la pandemia, el 21 % de las mujeres que trabajaban en el sector informal había perdido su empleo en mayo de 2020, frente al 15 % de los hombres en el mismo sector.” Y más adelante, añade: “En México, se estima que el porcentaje de personas indígenas que viven con menos de 5.50 dólares al día podría incrementarse en entre 5.4 y 5.7 puntos porcentuales, hasta llegar al 71 %”. Es decir, según la OXFAM, al término de la pandemia seríamos alrededor de 92 millones 300 mil mexicanos que pasaremos a vivir con menos de 115 pesos diarios, aproximadamente. ¿Eso es felicidad para el pueblo mexicano?
El discurso del Gobierno federal en voz del presidente de México es, pues, diametralmente opuesto a la realidad. Sin embargo, el fenómeno más raro es que, a pesar de ello, mucha gente sigue siendo fan de López Obrador.
El irracionalismo, el arrollador auge de lo absurdo, con versiones arbitrarias e ilógicas de la realidad es un fenómeno recurrente en las fases críticas o terminales de un modo de producción. Así ocurrió en la última fase del esclavismo con Tertulia con su “Credo quia absurdum” (“creo porque es absurdo”) y, después con la filosofía del solipsismo que sostuvo el obispo Berkeley, que nos redujo a todos a la nada, pues tuvo que concluir que, puesto que todo lo que percibimos solo es producto de nuestras sensaciones, nada es real, ni siquiera los demás que no somos él.
Según El asalto a la razón, obra del filósofo húngaro Georg Lukács (empezada durante y terminada después de la Segunda Guerra Mundial), tanto la refinada y sutil agresión de los primeros, como la rupestre bufonería de Rosenberg tuvieron el mismo objetivo: propiciar las mentes de los alemanes y del mundo entero para aceptar la barbarie nazi que buscaba entronizar a la burguesía alemana en el dominio mundial, haciéndolo ver como el verdadero y supremo fin de la civilización humana.
Dice Lukács, que Nietzsche sostiene, por ejemplo, que en la naturaleza no hay “finalidad racional” ni razones, no hay moral ni compasión, gobierna la fuerza. Para él, esos conceptos son creaciones de los débiles para evitar el avasallamiento de los poderosos. Así, resulta evidente que el irracionalismo es sólo un arma ideológica de los poderosos para imponer sus puntos de vista a los débiles (todos los pobres, cuya pobreza los condena también, muchas veces, a la ignorancia), quiénes reciben a diario el bombardeo ideológico en manos de quienes controlan la economía.
El informe aludido de la OXFAM denuncia la crítica situación mundial, lo exacerbado de la desigualdad y la creciente brecha entre ricos y pobres (que se agudizó durante el periodo de la pandemia en todo el mundo y México). Lo cual, según varios estudiosos y ese mismo informe, auguran un futuro incierto e inestable, ¿tal vez la fase terminal del modo de producción capitalista?
Así, las mentiras de López Obrador tienen sentido: la situación es tan crítica que la única forma de esconder la dura realidad es mintiendo descaradamente, tal como se hace en las mañaneras presidenciales y como lo hacen los youtubers apologistas de la “Cuarta Transformación” en las redes sociales. Pero eso ellos, ¿y nosotros?
Hago pues, un llamado respetuoso a los profesionistas, en particular al magisterio y a la juventud estudiosa a combatir ese irracionalismo, estudiando con verdadero rigor y asumir el compromiso que la realidad nos exige: la de educar al pueblo. Y debe ser hoy, mañana puede ser tarde.
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