Las condiciones materiales en las que se desenvuelve el ser humano condicionan gran parte de su vida, desde su alimentación, hasta el pensamiento. De ahí que, para que cualquier fenómeno suceda tiene que haber condiciones favorables para su desarrollo. El ser humano como parte de la naturaleza no es distinto.
Para que los individuos nazcan, crezcan, se reproduzcan necesitan condiciones materiales mínimas, sin las cuales no tendrán pleno desarrollo. A pesar de ser verdades conocidas por todos, el encargado de dar las condiciones materiales para el pleno desarrollo de los individuos, es decir, el Estado, se ha pasado por el arco del triunfo esta verdad.
La historia de nuestro país muestra que, desde la colonización, hasta nuestros días, la mayoría de los mexicanos no tiene las condiciones materiales mínimas para su pleno desarrollo. Ni siquiera se ha garantizado la condición mínima de existencia, la alimentación, la salud, educación, la vivienda, el esparcimiento, lejos está de alcanzar las condiciones mínimas.
Las consecuencias de no dar las condiciones materiales para el pleno desarrollo son muchas. En el caso de la educación, se frena el desarrollo social, científico y tecnológico y más, somete a la pobreza a millones de mexicanos debido a que la capacitación y el desarrollo de habilidades laborales es baja. Es decir, se crea un círculo vicioso, a mayor pobreza de las familias, menores condiciones para recibir educación de calidad y por lo tanto mayor rezago educativo y mayor pobreza.
Es importante recordar que la educación y su acceso es una tarea que no es solo de las personas y familias, también lo es del gobierno, ya que es una labor de corto, mediano y largo plazo y requiere de condiciones familiares óptimas, desde una buena alimentación, hasta ingresos familiares suficientes para cubrir todas las necesidades. También requiere de condiciones publicas óptimas como infraestructura educativa, deportiva, cultural y maestros bien pagados y capacitados, entre otros.
El Gobierno mexicano, desde tiempo atrás, no ha dado las condiciones materiales para una buena educación y con el gobierno actual la situación se agudiza. Por ejemplo, el precio de la canasta básica, el cual se define como el conjunto de productos y servicios considerados esenciales para la subsistencia y bienestar de los miembros de una familia, ha tenido un aumento considerable y si solo consideramos la canasta básica alimentaria el aumento ha sido mayor, alrededor del 11 por ciento.
Según las cifras del Coneval, al corte de enero de 2023, para costear los alimentos básicos en zonas rurales de México son necesarios 1,644 pesos mensuales por persona. En las zonas urbanas el monto escala a 2,144. Su efecto es realmente perjudicial, ya que las familias ven limitada su capacidad de compra al no poder adquirir diariamente los alimentos que requiere una alimentación saludable. Por lo tanto, los niños y jóvenes tendrán menos condiciones para llevar a cabo un buen aprendizaje.
La inflación ha impactado fuertemente en la educación; las colegiaturas aumentaron, el precio de los uniformes, el calzado, los pasajes y los útiles escolares, se han ido a los cielos. Provocando que las familias ya no pueden adquirir todos los materiales necesarios para una buena educación provocando un rezago educativo en niños y jóvenes.
Las políticas del actual Gobierno mexicano deberían enfocarse en contrarrestar los problemas históricos como falta de infraestructura escolar, deportiva y cultural y además atender los problemas derivados de la alta inflación. Nada de esto se está haciendo. La falta de políticas públicas enfocadas a dar condiciones para una buena educación está provocando que el rezago educativo aumente.
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