En reiteradas ocasiones me he referido a los derechos constitucionales y la gran dificultad de materializarlos, sucede a grado tal que no constituye ningún despropósito afirmar que tal disociación implica hablar de que son derechos de papel que resulta muy complicado cumplir, pues a pesar del marco legal que los específica y quien debe coadyuvar a su concreción en la realidad no es así.
Hoy quiero traer a cuenta un fragmento del artículo cuarto, que es uno en los que se enlistan un cúmulo de tópicos en los que se abordan cuestiones como: la igualdad entre el hombre y la mujer, el derecho a decidir el número de hijos; sobre la salud, el agua potable, la cultura, el deporte, los derechos de la niñez y también el derecho a la vivienda. Francamente resulta curioso e inexplicable el que se abordan temas tan disímbolos y que sólo se digan generalidades; pareciera como si sólo se tratará de contemplar tales aspectos a efecto de cubrir la formalidad, pues no se explicita qué hacer ante el incumplimiento de los mismos y como obligar a la autoridad a cumplirlos. Sin embargo a efecto de que sirva como recurso educativo y arma de lucha en nuestra actividad diaria, quiero referirme al tema de la vivienda y para ello considero útil citar textualmente:
“Toda familia tiene derecho a disfrutar de una vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”.
Así nada más. Lo dicho, es una absoluta generalidad, tendríamos que preguntarnos primero, ¿qué implica una vivienda digna?, ¿cuando se habla de decorosa, se refiere al número de habitaciones o los servicios como agua entubada y energía eléctrica? Al señalar los apoyos necesarios ¿de qué ordenamiento legal estamos hablando?, ¿qué tipo de apoyos se proporcionarán?, ¿quién los ejecutará? Y podríamos lanzar otras tantas preguntas pero con lo anterior se ilustra sobre la imprecisión y generalidad referida.
En este, como en muchos otros casos, siempre dentro del marco legal y enfrentando dificultades de todo tipo hacemos múltiples esfuerzos para hacer efectivo lo contenido en la ley. Resulta necesario resaltar que lo hacemos a contracorriente, pues incluso no pocas veces implica riesgos y peligros que no frenan bajo ninguna circunstancia nuestra labor, por ello considero útil referirme a algunos casos recientes en ese sentido. Veamos.
Primeramente conviene destacar la osadía y determinación de cerca de 300 familias del Fraccionamiento Arte Mexicano en Fresnillo que liderados por Guillermo Guerrero Viramontes han lidiado con negativas, descalificaciones, e incluso a principios de año había riesgos de la privación de la libertad del dirigente sin que esto constituya temor o claudicación, al contrario, venciendo todo, ahí siguen cada vez más hermanados y dispuestos a luchar, ¡bien compañeros fresnillenses!
Otro caso, más de 300 familias de Jalpa, ahí liderados por José Manuel Torres Torres se agruparon para conformar una colonia popular que implicó la localización del terreno, la adquisición del mismo, la participación económica de la gente; e incluso algunos nubarrones de inseguridad no han sido motivo para frenar la aspiración a materializar el anhelado derecho a la vivienda, siempre, siempre ante cada adversidad mis estimados compañeros se crecen y salen adelante sabedores de que nuestro camino es largo y complejo. En Jalpa ni un paso atrás, esa ha sido siempre la conclusión y el pasado 9 de julio pude constatar de nueva cuenta en un emotivo evento político lleno de hermandad y calidez humana.
Vale también traer a cuenta la actividad de gestoría por la regularización de colonias formadas en Valparaíso ahí comandadas por Manuel Rodríguez y Yolanda Segura, que acuciosamente, sin descanso van cumpliendo cada paso para darle la certeza sobre su patrimonio a las familias, pero a la par de ello la lucha por los servicios ha sido la constante, demostrando nuestra determinación también por cumplir lo dicho en la constitución.
A los ejemplos recientes podríamos sumar casos como La Antorcha, Carlos Fuentes y Jorge Obispo en Guadalupe, las primeras colonias de Jalpa o de Fresnillo, demostrando esa labor de años que difícilmente pueden borrarse de la mente de la gente y que obran ahí como constancia de nuestra labor.
Hace algunos días un comunicador con el que llegue a sostener en otros tiempos amenas pláticas hablaba, (para quedar bien con sus nuevos amigos) de nuestra “extinción”, estuve a punto de contestarle, pero reflexioné y concluí que mi tarea no es convencer a comunicadores, sino abanderar las causas más sentidas y justas del pueblo trabajador. Por ello los recientes ejemplos son una prueba irrefutable de que hay mucho por hacer y que los casos referidos deben servir de asideras para seguir adelante en otras latitudes, llevando como tarea primaria buscar la equidad social y la materialización de los derechos constitucionales. Nada más, pero nada menos.
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