¡Qué alegre es este ritmo del trabajo!
¡Qué pura su insistencia franqueada!
¡Qué nobles estos hombres mal vestidos,
mal pagados, maltrechos, mas altivos
que sin vida interior y sin remilgos
construyen confiados nuestro mundo!
Quien no sepa por qué se esfuerzan tensos,
quien no entienda por qué cantan muriendo,
debería callar avergonzado.
Quien habla de tristeza está en pecado.
Quien pierde pie en la angustia no es un hombre.
Las últimas preguntas son infames
enredosde un vicioso introvertido.
Quien crea, siempre crea sin razones,
triunfalmenteazaroso y atrevido,
normalmente inventiva y valeroso,
sano,brusco y alegre, fuerte y simple,
feliz si se detiene y, respirando,
advierte que con él respiran todos;
glorioso cuando inspira y, aplicado,
sue sfuerzo se acompasa al de los otros;
colmado si le apoyan: ¡bravo, dale!,
oscuros compañeros de trabajo;
no humillado si es que estos le superan;
sostenido por todos, sosteniendo
lo bello general, lo bien logrado.
II
Es útil el amor; es colectivo
y activo el fundamento atesorado.
En él pongo mis pies; en él me afirmo;
por él y para él soy un destino.
A todos los que, aislados, resentidos,
se atormentan y dudan, consideran
el cómo, y el porqué, y el hasta cuándo,
y el último sentido de sus actos,
a todos los que crean intervalos,
se miran a sí mismos desde lejos
y quedan, pensativos, en suspenso,
les digo que la vida es vida en marcha,
se responde a sí misma si camina,
se pudre si se para interrogando.
Aunque muchos se dan por derrotados,
aunque es desesperado nuestro orgullo
y bárbaro el exceso que agitamos,
aunque ser desdeñoso y hasta duro,
chocar diente con luz, hueso con cifra,
sentir hasta la muerte cristalina
que pues uno no es todo, el mundo es nada,
invita a despreciar cualquier promesa,
yo anuncio el porvenir de la alegría,
la vida que adelanta a todo evento,
la explosiva simiente esparramada
y el gozo de existir edificando.
Saludo al maquinista y al minero.
Saludo al albañil. Saludo al hombre.
Saludo al conductor y al conducido.
Saludo al funcionario y al obrero.
Saludo al campesino que rotura,
de acuerdo con la máquina y los astros,
la tierra femenina y sustanciosa
de anónimo pasado en lo pasivo.
Saludo al oficiante y a su oficio.
Yo exhalo los transportes generosos.
Yo soy lo natural; yo, la justicia;
yo, el fiel de la balanza de la anchura.
Los hombres de uno en uno no son nadie.
Tan solo al ser en otros nos hallamos,
respiramos tranquilos, descansamos.
III
¡Arriba, camaradas,
saludad la alegría!
Los hombres se levantan, edifican
en el mundo otro mundo a su medida.
Obras son sus amores, y justicia
matemática su arma constructiva.
Pequeño es nuestro reino, pero es nuestro
y en él nos descubrimos con sentido,
trabajamos humildes y contentos,
construimos con gloria lo concreto.
No existe un más allá de este dominio.
Existimos nosotros, cotidianos,
y existe bajo un cielo indiferente
el mundo que inventándonos creamos.
Lo demás, inhumano, es un misterio.
Lo demás es vacío.
Lo demás es silencio.