MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Migración y remesas, dos caras de la misma moneda

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“Los eternos indocumentados,

los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,

los tristes más tristes del mundo,

mis compatriotas,

mis hermanos”

Roque Dalton

   

Podemos afirmar que migración y remesas son dos caras de una misma moneda: la pobreza.

La primera, considerada un mal que aqueja a la sociedad, es resultado de la espantosa pobreza y falta de oportunidades que hay en los países de origen de quienes buscan en otros lugares promisorios la posibilidad de dar a sus familias mejores condiciones de vida.

Por el contrario, la segunda es considerada por los distintos niveles de Gobierno como casi un logro suyo, dejando de lado que en realidad las remesas son resultado del trabajo de los migrantes que tanto se estigmatizan, pese a que representan una importante fuente de ingresos para los hogares pobres y contribuyen a paliar su pobreza.

Según José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): "Las remesas tienen importancia clave en sustentar el consumo en los países receptores (…) su evolución cobra fundamental relevancia sobre todo en aquellos países de la región que son más dependientes de este flujo", como por ejemplo Centroamérica y Haití, que tienen los ingresos per cápita más bajos.

El incremento de la migración y las remesas no es otra cosa más que la confirmación de la descomposición del modelo económico en que vivimos: la concentración de la riqueza.

En algunos países de ingreso medio y bajo, los flujos de remesas son mayores a la cantidad de dinero de las inversiones extranjeras directas y la asistencia oficial para el desarrollo, según la Cepal. Representan cerca del 24 % del Producto Interno Bruto (PIB) en Haití, alrededor del 20 % en El Salvador y Honduras y el 4 % en México.

En México el 25 % de los hogares obtienen remesas, es decir uno de cada cuatro. En 2023, las remesas alcanzaron los 63 mil 700 millones de dólares, un nuevo récord, lo que indica que, pese al endurecimiento de las condiciones para cruzar a los Estados Unidos de Norteamérica, miles de mexicanos se ven en la necesidad de abandonar su patria para salvar a su familia de la pobreza en la que viven.

Este hecho muestra dos cosas: una, que a pesar del discurso oficial sobre la disminución de la pobreza, esta no es tal porque la migración no disminuye; por el contrario, aumenta y, de existir algún mejoramiento en el nivel de bienestar de las familias de los migrantes, responde precisamente a la recepción de remesas.

Queda claro que el Gobierno mexicano se ve rebasado; que las políticas públicas, en particular los programas de transferencias monetarias encaminadas a disminuir la pobreza y la desigualdad siguen siendo rebasados e insuficientes por la necesidad de mexicanos pobres que buscan mejorar sus condiciones materiales, aun exponiendo su integridad y en ocasiones hasta costándoles la vida al irse a otro país.

Hoy el Gobierno de la Cuarta Transformación, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, celebra y resalta como “un logro de su Gobierno” el mejoramiento económico del país, pero nada dice sobre qué hace su Gobierno para evitar que cientos de miles de mexicanos dejen de exponer su vida en países extranjeros para salir de la pobreza, y menos se menciona algún cambio radical en nuestra política económica y social, como primer paso para hacernos una nación vigorosa que disminuya considerablemente su dependencia económica y comercial respecto al coloso del norte, limitándose a entregar incentivos económicos con visos claramente adormecedores de conciencia y electorales.

Según el Banco Mundial, México fue el segundo país que más remesas recibió en 2023, tan sólo después de la India y por arriba de China. El Banco de México (Banxico) informó que el flujo por remesas ascendió a 63 mil 312 millones de dólares, es decir un nuevo máximo histórico.

Las remesas crecieron al doble que la economía mexicana; de acuerdo con datos de Inegi, el PIB del país avanzó 3.1 %, en contraste con el 7.6 % del dinero enviado al país. 

En Yucatán las cosas en este tenor también son dignas de resaltar. El director general del Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya del Estado de Yucatán (Indemaya), Eric Villanueva Mukul, destacó que la cantidad de remesas que llegaron a la entidad es histórica. En 2023, el estado recibió más de 434.24 millones de dólares por este concepto, es decir, 7 mil 400 millones de pesos al tipo de cambio actual, de yucatecos radicados en el extranjero, principalmente en Estados Unidos. Esta cifra representa un incremento de casi 42 millones de dólares en comparación con lo recibido durante 2022, es decir, alrededor de 10 % más.

Cabe destacar que este incremento en las remesas, corresponde con el crecimiento de yucatecos residentes en el extranjero. El último censo realizado por el Indemaya en Estados Unidos dio a conocer que la presencia de yucatecos en ese país pasó de 250 mil a 600 mil, dato que revela que la cantidad de yucatecos que emigran buscando trabajo mejor pagado creció considerablemente en los últimos años; una tendencia que, se espera, continúe en aumento.

Coincidentemente, estos datos son los que reconocen los gobiernos, quienes consideran como un “logro” el ingreso de las remesas y agradecen a los “paisanos migrantes” por enviar tales recursos a sus familias, mismos que dinamizan la economía del país y de algunos estados como Yucatán.

Sin embargo, no debemos olvidar que las remesas, al ser resultado del trabajo de los mexicanos en el extranjero, demuestra un severo problema de pobreza, misma que se agudizó en 2020, por los efectos de la pandemia de Covid-19.

Revertir esta situación es trabajo del estado mexicano en sus distintos niveles de Gobierno, con la implementación de políticas públicas efectivas que fortalezcan la capacidad de generación de ingresos de los grupos sociales desfavorecidos.

El incremento de la migración y las remesas no es otra cosa más que la confirmación de la descomposición del modelo económico en que vivimos: la concentración de la riqueza que se genera en nuestro país, que se concentra en muy pocas manos, a falta de un mecanismo redistributivo, mientras la gran mayoría enfrenta pobreza y subdesarrollo. 

Se necesita atender el problema de la falta de la creación de empleos suficientes y bien pagados, reorientar el gasto social que hace el estado en favor de los sectores necesitados, resolviendo el problema de falta de vivienda, servicios básicos, salud, educación, cultura y deporte, entre otros.

Pero si es al estado al que le toca resolver este problema, urge que la mayoría de los mexicanos forme una unidad férrea, organizada y educada para tomar en sus manos las riendas de este país, y lo conduzca hacia un estadío de bienestar económico y social para todos; que reparta la riqueza social de manera suficiente entre quienes la producen y que hoy viven sumidos en la pobreza.

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