Creo de principio, que todos los istmeños, oaxaqueños y mexicanos podríamos estar de acuerdo que México requiere de inversiones grandes para salir de la crisis económica en que nos encontramos, también pudiéramos coincidir que el Istmo de Tehuantepec, como en muchas partes de nuestra patria, es una zona importante y rica en materias primas, que compite con las mejores regiones del mundo y que las inversiones en infraestructura, son una detonante de empleo directo para los trabajadores en las obras y de manera indirecta, para las tiendas de materiales, comedores, servicios, etc. De ahí que la simple exposición de la idea del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) genere grandes expectativas para los empresarios, clase media y el pueblo pobre. Pero veamos más de cerca, en el terreno de lo concreto, qué alcance tendrá, en qué consisten las primeras acciones, cómo beneficiará al gran capital, a las empresas locales y a la clase trabajadora.
No es novedoso el planteamiento de inversión en la zona, pues se ha manejado durante varios sexenios, el último intento se realizó en el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto, que a lo más que llegó, fue declarar ésta región de México, como Zona Económica Especial (ZEE) para atraer inversión privada, crear parques industriales e infraestructura social y con todo ello, "impulsar el desarrollo económico, superar la desigualdad y el rezago entre el norte industrializado y el sur del país", pero todo quedó en el terreno de lo subjetivo. Según los documentos que tuve en mis manos: del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP); de Proyectos México, con sellos de la Secretaría de Hacienda y de Banobras; del PEF 2020 y de la Plataforma Nacional del INAI, el gobierno de la 4T ideó el Programa para el Desarrollo del Istmo de Tehuantepec (PDIT) "buscando atender el rezago económico y social con el fin de restablecer el bienestar de la población del Istmo de Tehuantepec, conformada por 79 municipios: 46 pertenecientes al Estado de Oaxaca y 33 al Estado de Veracruz". A su vez, el Corredor Interoceánico Istmo de Tehuantepec (CIIT) será la columna vertebral del PDIT, cuyo propósito será conectar a la región nacional e internacional, inicialmente con 7 acciones, dentro de las cuales se encuentra en primer lugar, la modernización del Ferrocarril Istmo de Tehuantepec, que consistirá en la rectificación de curvas y pendientes en diversos tramos de la línea Z, Medias Aguas, Veracruz Salina Cruz, Oaxaca, con una extensión de 206 km, para incrementar la velocidad actual del ferrocarril, de 40 a 60-80 km/hr. Sobre este proyecto se han firmado seis contratos, cinco de modernización y 1 de supervisión, con un monto total de 3 mil 113 millones de pesos, en lo que va del año 2020.
De este exorbitante recurso, aportado por el pueblo mexicano, ¿Cuánta utilidad obtienen las medianas y pequeñas empresas de nuestra región? ¿Cómo se beneficia a las clases populares? La mayor parte de los trabajos son maniobras que se realizan con maquinaria pesada, así que es muy poca la cantidad de trabajadores directos, ¿Cuánta derrama se produce en los pueblos o en las ciudades de compra de materiales a pequeños comercios y servicios? si es que existe, es insignificante, la obra está pensada en aumentar la capacidad de carga y velocidad del tren que transporta mercancías de la gran industria.En esta etapa, no se mira cuál será el beneficio de los pueblos y ciudades donde están trazadas las vías del ferrocarril, quizá sea punto de atracción para las grandes empresas que buscarán instalar sus manufacturas para la generación empleos en un futuro, pero eso está por verse aún.La generación de empleos es una de las razones que justifican al CIIT, pero por ahora, toda la inversión pública está destinada al servicio del gran capital.Veo actuar con mucho entusiasmo y pasión, mediante discusiones en las redes sociales, a los promotores de la 4T y muchas personas movidas por el impacto propagandístico, recriminando airadamente a los que rechazan tal proyecto, tildándolos de traidores a la patria y refractarios del desarrollo; por su lado, quienes se oponen, argumentan el robo de las riquezas naturales de los pueblos y la transgresión de su modo de vida.A mi juicio, ambos sectores se quedan en la superficie del problema, porque en la rehabilitación del tren, en efecto está presente la posibilidad de traer progreso a nuestra región, pero no se puede esperar que se acepte por parte de la población que se realicen obras en sus tierras, sin que este progreso beneficie a los afectados, de aquí que, sí es verdadera la propaganda oficial y los objetivos con que fue creado el Corredor Interoceánico, se debe impulsar a la par, inversiones para el sector empresarial en sus distintos tamaños, pero también y con más urgencia para el pueblo pobre, rezagado cultural y económicamente, que se debate en una inseguridad espantosa, con la falta de oportunidades y de bienestar.
El problema no reside en el potencial de la región, ni el de México entero, ocupábamos hasta antes de la pandemia el lugar número 14 del mundo, de los países que más riqueza producen, el problema radica que esa riqueza no se ve reflejada en la calidad de vida de la población. El problema después de la inversión productiva es la injusta distribución de la riqueza social, injusticia que se comete desde los primeros pasos, en invertir miles de millones de pesos para atraer a las empresas y dejar de invertir en infraestructura básica, educativa, deportiva y de salud, en los lugares donde se ubicarán estas empresas ya sean nacionales o extranjeras.Somos un país dependiente de Estados Unidos y condenarnos desde inicios de un proyecto a entregarles todo, sin garantizarle las condiciones mínimas al pueblo trabajador, es promover más marginación y pobreza para los que menos tienen.
Todo esto me obliga a pensar, que es correcto que protesten los municipios, que exijan que lo que propone el CIIT se realice y que para esto, es necesario la unidad de los municipios en un solo frente, tenemos que organizarnos, sin ambiciones personales de ningún tipo, eliminando egoísmos que impiden entender que en la conciliación de los legítimos intereses de todos, es donde se encuentra el verdadero progreso, progreso que no debe excluir a nadie.Urge que, con esto en la mira, se planee y se proponga la construcción de las universidades en lugares estratégicos, de los hospitales de alta especialidad y obras de infraestructura deportiva y cultural, que sean estas, nuestra prioridad en un primer momento.Esta tarea le corresponde a los presidentes municipales y autoridades ejidales, por su carácter de administradores de nuestras instituciones, pero si éstos no lo hacen, las fuerzas políticas deben enarbolar esta tarea en beneficio de todos y no de unos cuantos.Urge la unidad de los istmeños por el bien de nuestra región.
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