MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Molière no muere!

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Estoy totalmente segura de que si el maestro Víctor Puebla viviera aún entonces echaría la casa por la ventana, pues Molière, uno de sus dramaturgos favoritos (si no es que el favorito), cumple 400 años. Y es que la historia de la Compañía Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista, fundada por El Divo de Puebla, no puede entenderse sin la presencia de este gran comediógrafo francés: “El burgués gentil-hombre”, de Molière, es quizá la obra que lleva más años en nuestra cartelera y que más hemos presentado a lo largo y ancho del país.

¿Cómo ha alcanzado la inmortalidad un hombre que no se lo propuso? Con trabajo constante, convicción férrea de lo que quería y, sobre todo, una mirada tan aguda que le permitiera captar los vicios esenciales de la sociedad de su tiempo y también del nuestro. Así es, hoy, como entonces, podemos encontrar hombres de ciencia charlatanes que recetan sin ton ni son medicinas que no solo no nos curan sino que nos empeoran, imposible no pensar en López-Gatell y su manejo de la pandemia; hipócritas que dicen amar a Dios y servirlo siempre, y uno piensa en aquel señor que dice amar al “pueblo bueno” y sabio pero que día con día acciona como si lo odiara, un vil tartufo en la silla presidencial; y la lista pudiera seguir para reconocer y desenmascarar los vicios ya señalados con bastante anterioridad por Molière. 

En la actualidad, para muchos, hablar de comedia es hablar de Derbez, de Ortiz de Pinedo, de Omar Chaparro y de algunos otros “famosos” que arrancan risas fáciles. Pero la comedia entendida como algo que solo sirve para divertir, para provocar la risa a costa de lo que sea, incluso de la vulgaridad y falta de respeto, es una comedia con un alcance muy limitado y egoísta, porque tiene un efecto similar al del alcohol y las drogas: en el momento en que la consumes uno se siente bien y se divierte, pero a la larga resulta perjudicial. El pueblo no necesita más drogas, por el contrario, necesita estar atento, despierto para comprender lo que sucede a su alrededor y dispuesto a corregir lo que deba mejorar. Molière, ya desde hace casi cuatro siglos, lo sabía, no se conformaba con un público pasivo que fuera solo a reírse de cualquier simplicidad, no; su capacidad de análisis y comprensión de la realidad que lo rodeaba lo hicieron enfocar su arte en un sentido: hacer reír a la par que señalaba los vicios humanos e intentaba corregirlos. 

Por eso es importante recordarlo, porque todo lo que contribuye a mejorar a los hombres y mujeres de una sociedad, siempre suma; sobre todo cuando vivimos tiempos de bastante oscuridad, tiempos en los que parece que regresaremos a la época de las cavernas porque un cavernícola nos gobierna. ¡Ya basta de retroceso! El arte, el teatro, la comedia pueden combatirlo; pueden sacar a la luz valores indispensables para el ser humano; pueden señalar y pugnar por corregir aquellos vicios individuales que conforman sociedades injustas y desequilibradas; pueden hacer reír; pueden hacer libres a los hombres: libres de pensamiento y con esto se va cosechando una libertad futura también del cuerpo sometido a los designios del explotador. 

He tenido la fortuna de ir a cientos de colonias y comunidades a presentarles Molière a la mexicana, como nos lo heredó Víctor Puebla, y les aseguro que la gente lo entiende, lo disfruta y lo agradece. Molière no ha muerto porque no muere la hipocresía, el individualismo, la vanidad, el egoísmo… ¡Molière vive porque todavía hay mucho por cambiar! ¡Venga un merecido homenaje al más grande comediógrafo de todos los tiempos! 

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