Monserrat López Cardona, fue la joven de 17 años que perdió la vida en un incendio en la zona centro de Monterrey; originaria de Tampico, su vida terminó abruptamente la madrugada del sábado, cuando un incendió acabó con el lugar donde rentaba junto con otras personas que resultaron heridas. Rentaba un apartamento subterráneo, que operaba de manera irregular, que también se usaba como bodega y que no tenía salida de emergencia debido al hacinamiento en el que vivían.
La madre de la joven tuvo que recurrir a la cooperación de sus vecinos para llevar el cuerpo de su hija a su natal Tampico. El siniestro se presentó durante la mañana del sábado, por causas desconocidas, en el inmueble compuesto por 28 cuartos y 31 mini bodegas ubicadas en los cruces de las calles Galeana y Padre Mier, de la zona centro de Monterrey, lugar en donde se observó una intensa movilización de los cuerpos de auxilio y rescate.
El caso de Monserrat pasaría desapercibido por su origen popular; es decir, por ser una joven, como muchos que buscan salir adelante. Así como nos enteramos todos los días, con los jóvenes que mueren en el desierto, como el hijo ausente que busca una nueva vida y que quizá nunca volverá a ver a sus padres, que tanto añoran su regreso. Los poco menos afortunados, como el caso del que hablamos, tuvieron la posibilidad de tener cristiana sepultura en su lugar de origen; otros, miles, millones quizá, nunca sabremos su destino o, en donde reposan sus restos.
En 1845 se publicó el libro: La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra, para quienes hayan leído todas las situaciones horrendas en las que vivían en aquellos tiempos: el hacinamiento, la promiscuidad, la venta de pan adulterado, entre muchas otras atrocidades que tenían que pasar los trabajadores de aquellos tiempos. Si pensamos en el tiempo transcurrido desde la publicación de esa obra, y con todas las hermosas palabras de progreso y libertad, pensaríamos que la vida de los trabajadores ha mejorado y que ya no existen los lugares nauseabundos en donde la clase trabajadora se ve obligada a pasar sus oscuros días.
Monserrat es una víctima del sistema en el que vivimos llamado capitalismo. Actualmente se llama neoliberalismo. Sí, el mismo que el presidente Andrés Manuel López Obrador, por decreto, declaró muerto. ¿Por qué, entonces, si vivimos una época tan bella y hermosa, tenemos que enterarnos de estas terribles noticias? Simple y sencillamente, porque la realidad no entiende de leyes, moral o decretos. Ésta sigue funcionando porque hay suficientes elementos que la promueven y la necesitan.
Hay personas que impulsadas por la necesidad de buscar un trabajo se trasladan a la ciudad de Monterrey a ganarse la vida y, ante el desconocimiento o al no tener otra alternativa, aceptan rentar algunos espacios de mala muerte que les brinda alguna oportunidad para pasar la noche, aunque tengan que pagar cantidades enormes de renta y que dichos lugares no cuentan con las medidas de seguridad necesaria. Con el paso del tiempo, muchas de las personas que llegan a la ciudad, tal vez se ven obligadas a vivir en las faldas de los cerros arriesgando con ello, sus vidas.
Ya el municipio emitió un comunicado en el que, entre otras cosas, destaca que espera el resultado de los servicios periciales, reconociendo que los lugares se usaban de bodegas y de vivienda irregular y que “no tolerará violaciones al Reglamento de Zonificación y Uso de Suelo del Municipio. En caso de confirmar alguna anomalía se actuará conforme a la ley”, es decir, lo mismo que ha sucedido con millones de casos anteriores en el que el trabajador es el que pierde lo único que tiene, su vida.
En fin, mientras el sistema siga vigente, el trabajador seguirá siendo su víctima, seguirán padeciendo esta y mil cosas más. Miles, millones de trabajadores seguirán siendo víctimas de este tipo de siniestros que cobran la vida, de mil maneras, este sistema que sólo se preocupa por sacar el mayor provecho posible a los trabajadores y olvidándose de todas sus necesidades, como la vivienda diga.
De aquí el llamado, una vez más, de la importancia de que los trabajadores se unan, no sólo en un sindicato, sino en partido que los represente a todos y que juntos luchemos por un mundo mejor. Es lo mejor que podemos hacer si queremos justicia para Monserrat.
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