MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Morena criminaliza la protesta para implantar régimen totalitario

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Mientras la mayoría de los medios de comunicación y de los mexicanos, en días pasados, estaban entretenidos con la famosa casa gris en Houston, Texas, de José Ramón López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, que sólo la renta mensual cuesta más de lo que gana su padre como presidente y que representa una contradicción al discurso presidencia de austeridad y no corrupción, el Gobierno federal le asesto otro golpe demoledor a los mexicanos en sus derechos de protesta y manifestación pública.

El propio hijo de AMLO le asestó un golpe demoledor que hizo que perdiera 13 puntos en su nivel de aprobación, de acuerdo con la encuesta nacional más reciente de El Financiero, que lo ubica en el nivel más bajo de todo el sexenio con 54 por ciento de aprobación. Golpe por golpe. 

El pasado 22 de febrero, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), fue publicada una reforma a la Ley de Vías Generales de Comunicación (LVGC), que modifica el primer párrafo del artículo 533 para castigar económicamente y con cárcel a quienes ejerzan el derecho de protesta. 

“A quienes dañen, perjudiquen o destruyan las vías generales de comunicación, o a los medios de transporte, o interrumpan la construcción de dichas vías, o para obtener un lucro interrumpan el tránsito de los medios de transporte y la operación de los servicios de peaje, o total o parcialmente interrumpan o deterioren los demás servicios que operen en las vías generales de comunicación o los medios de transporte, se impondrá sanción de tres meses a siete años de prisión y multa de 100 a 500  veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización”, cita la reciente reforma. 

El decreto está rubricado por el mismísimo presidente de la república, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, así como por los presidentes de las mesas directivas de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores, Sergio Carlos Gutiérrez Luna y Olga Sánchez Cordero Dávila, respectivamente, es decir, la plana mayor de Morena en el país.

Esta es otra flagrante contradicción del presidente y su corriente política, ya que durante décadas su lucha política para convertirse en presidente de México fue callejera y de protesta, él encabezaba el cierre de carreteras y de pozos petroleros, hacia plantones en las principales plazas públicas del país, entre ellos el zócalo capitalino. Todos recordamos el famoso plantón de Paseo de la Reforma de 2006. Gracias a toda esa larga lucha de protesta fue que logró encausar la inconformidad de una parte importante de los electores que finalmente lo llevaron al zenit del poder en México, en 2018. 

El primer ensayo lo hizo precisamente el ahora secretario de Gobernación cuando era gobernador de Tabasco, en julio de 2019, con la famosa Ley Garrote, dicha reforma al Código Penal estatal pretendía sancionar hasta con 20 años de cárcel a toda persona que participe en movilizaciones y protestas que impidan la ejecución de obras públicas o privadas.

En el fondo, lo que AMLO quería era blindar una de sus mega obras como lo es la refinería de Dos Bocas, que en aquellas fechas estaba a punto de comenzar a construirse y no iba a permitir que en su propia tierra protestaran y sus paisanos pusieran el mal ejemplo al resto del país. Por eso tampoco es una casualidad que, siendo ahora secretario de Gobernación, López Hernández, se apruebe esta reforma a la LVGC.

¿Qué se esconde detrás de ambas reformas? Se esconde la implantación de un régimen totalitario que pretende callar las voces críticas de quienes consideran sus opositores; se pretende encarcelar a los que se atrevan a protestar aun cuando les asista la razón. 

Como todos sabemos esta clase de regímenes se presentan ante la sociedad como la única vía legitima de gobernar. Por eso fusionan partido, gobierno y estado. Niegan la posibilidad de que se exprese democráticamente la pluralidad, pretenden cancelar las visiones opuestas o críticas, exaltan la figura de un líder al que se le otorgan poderes ilimitados, se asumen como la única y verdadera representación de la voluntad popular. Dictan el quehacer de la ciencia, educación, cultura y arte para que estén en consonancia con su movimiento. Les estorba la diversidad de opiniones, el disenso, la prensa crítica y plural. 

Estos regímenes no conciben una ciudadanía plural, sino un pueblo monolítico adherido a su movimiento. Lo mismo ocurre con la patria y su destino, son vistos de manera única, si no revisemos la carta de solidaridad con el presidente que emitieron los senadores de Morena, el 14 de febrero, precisamente por el escándalo de su hijo mayor en el que se asevera que “el presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la nación, a la patria y al pueblo”, por si esto no fuera suficiente continúan y afirman que “los enemigos no son solo opositores a los principios democráticos y populares que encabeza el Ejecutivo federal, sino opositores a México y a todas y todos los ciudadanos que buscan la justicia y la igualdad social”.

Estas posturas son abiertamente totalitarias, son preocupantes porque parten de la idea de que alguien encarna, cual mesías, a la patria y, por si fuera poco, a todo un pueblo, por lo que debe cancelarse y criminalizar el disenso, la crítica y la protesta de los que pensamos diferente al presidente y a su partido. 

Buscar paralelismos en la historia podría llevarnos a regímenes de horror, como el nazismo. Precisamente uno de los eslóganes del nazismo era EinVolk, ein Reich, ein Fuhrer, que significa un pueblo, un imperio, un líder. El culto al líder iba más allá del liderazgo político. Hitler era presentado como una figura casi mítica que guiaba el destino de la nación y del pueblo. Cualquier parecido con nuestra realidad actualmente, con AMLO y Morena, es pura coincidencia. 

La historia nos debe de servir para no cometer los mismos errores, afortunadamente a Hitler y al nazismo, que estuvieron a nada de conquistar al mundo, lo derroto el glorioso ejército rojo. No es una exageración, pero a los antorchistas de México nos toca encabezar y derrotar a esta seria posibilidad del totalitarismo que quiere implantarse en nuestra patria. Difícil pero noble y heroica tarea. A cumplirla.    

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