Durante años quienes hoy tienen en sus manos el Gobierno de la república encabezados por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, se dedicaron a denunciar los excesos del poder público amparados en que vivíamos en una sociedad donde se violentaban los derechos de las mayorías y se usaba la fuerza pública para reprimir a quien disentía del gobierno o encabezaba luchas populares.
Así vimos como se hacía agitación permanente con casos ciertamente lamentables como el de Ayotzinapa o se abanderaban causas de las minorías y se convertían en estandarte de lucha por la justicia, pero ahora las cosas han cambiado.
Han pasado casi tres años del Gobierno morenista en la Federación y en algunos estados, el balance de su desempeño está en el escrutinio público. Hoy la crisis adquiere carta de naturalidad prácticamente en todos los ámbitos: la violencia está desatada, los problemas económicos lastiman todos los bolsillos, la pandemia se agrava, además de muchos otros aspectos que ensombrecen el escenario nacional, con ante este terrible panorama una y otra vez nos repiten desde el púlpito presidencial que “vamos muy bien”.
No es mi interés ocuparme de esto último, sino dar cuenta de las antes tan defendidas libertades políticas que hoy se atropellan frecuentemente, basta traer a cuenta algunos acontecimientos recientes para confirmar que avanzamos hacia un tenebroso escenario donde se vulneran los derechos elementales.
Primero. Desde la gira de agradecimiento del presidente en 2018, en más de 100 plazas públicas se desató una feroz campaña en contra de la “Antorcha Mundial” acusándola de intermediarismo y corrupción; posteriormente vino persecución y fiscalización de la estructura financiera del movimiento con acusaciones sin prueba sobre presunto enriquecimiento de los principales dirigentes, y lo último, en gira por Chiapas retornaron los ataques e infamias contra el antorchismo nacional, que por meses evitó el mandatario federal.
López Obrador sostiene una auténtica cacería de brujas que pretende aniquilar a una expresión social distinta al del gobernante partido guinda, ¿y la defensa de los derechos?, ¿las libertades?, bien gracias, en la óptica de los gobernantes en turno eso no aplica con los antorchistas.
Segundo. El pasado 27 de agosto a su arribo al cuartel militar de la VII Región Militar en Tuxtla Gutiérrez, la caravana presidencial fue encapsulada por un grupo de profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), -por cierto grupo afín a AMLO-, que impidió el acceso a la conferencia mañanera, ni por asomo hubo la más mínima voluntad de establecer diálogo, simple y llanamente fueron ignorados, pues dijo el Presidente que “no será rehén de nadie”, mientras se encerraba en su lujosa camioneta a perder el tiempo.
Tercero. El pasado lunes 30 de agosto en la Ciudad de México un grupo de policías impidió el paso al recinto legislativo a los Alcaldes electos Lía Limón de Álvaro Obregón y Sandra Cuevas de Cuauhtémoc, quienes afirman buscan entrevistarse con Claudia Sheinbaum, la resultante de ello fueron algunos golpes por parte de los granaderos e incluso circuló masivamente la foto de la Alcaldesa Limón con la nariz ensangrentada. La respuesta de la Jefa de Gobierno fue el silencio absoluto, sólo el Secretario de Gobierno Martí Batres hizo referencia al hecho diciendo que “en la CDMX hay diálogo permanente”, nada más lejos de la realidad pues apenas unas semanas antes un grupo de Antorchistas que sufren la inundación de aguas negras en Tláhuac y esperaban ayuda, había recibido la represión policiaca del gobierno capitalino.
Con estos hechos está claro que estamos ante el verdadero rostro de quienes hoy tienen el poder político de la nación, que atrás quedaron los gritos, las pancartas y la exigencia de respeto a los derechos humanos que decían defender.
Ahora ya están en el poder y por ende todo aquel que difiera de su punto de vista es calumniado, acusado de complotista o enjuiciado en la tribuna presidencial con el eco correspondiente en los medios de comunicación, este es la verdadera cara de quienes se autonombran representantes del pueblo.
Así que los mexicanos debemos abrir bien los ojos y entender que con tales daños los morenistas demuestran el carácter represivo e intolerante en contra de quienes exigen justicia social y solución a problemas concretos que les afectan, por lo que sólo la unidad de las masas logrará evitar más abusos del poder.
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