MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ninguna atrocidad en contra del pueblo mexicano amerita silencio

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Pasadas las revueltas que causó la Reforma al Poder Judicial es necesario no perder de vista temas que toman mayor relevancia en torno a lo que se viene, me refiero al hecho de alzar la voz y decir la verdad. A la par, debido a que estas líneas se enmarcan en el “día internacional del periodista”, envío una felicitación y reconocimiento -quizá tardía- pero sincera, a mis colegas que se dedican a la labor periodística.

El 8 de septiembre, se conmemoró el “día internacional del periodista” que data desde 1958, cuando el IV Congreso de la Organización Mundial de Periodistas en Bucarest, en honor a Julius Fucik, un valiente periodista checoslovaco que fue ejecutado por los nazis en 1943. Creo importante recordar porqué se conmemora el “día internacional del periodista”, debido a que así conocemos qué fue lo que pasó y sobre todo, nos sirve para comparar si hoy las cosas han cambiado, y he aquí lo preocupante, porque aunque en nuestro país se hable de la “libertad de expresión” desde las mañaneras o semaneras (en el caso de Oaxaca) gubernamentales, lo cierto es que, con la 4T que dijeron serían “distintos”, el ejercicio periodístico y la libertad de expresión, han empeorado. Veamos los siguientes datos.

Decir la verdad en México, significa denunciar que el gobierno que hoy tiene el poder no está dando resultados ni está transformando nuestro país y como eso, puede no gustarles, esto trae consecuencias, así lo evidencian, por ejemplo, Reporteros Sin Fronteras, al sentenciar que “México es el país sin guerra más mortífero para ejercer el periodismo” o la organización “Artículo 19” que afirma que durante la administración del morenista Andrés Manuel López Obrador, se registró un incremento del 62% en las agresiones contra la prensa en comparación con la administración de Enrique Peña Nieto. Es decir, en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, periodo que abarca del 1º de diciembre de 2018 al 31 de marzo de 2024, en Oaxaca se registraron 157 agresiones contra periodistas y medios de comunicación y el asesinato de tres periodistas. Con lo que la entidad oaxaqueña se colocó en la posición número siete entre los estados con el mayor número de agresiones. Además, de éstos, las principales agresiones son intimidación y hostigamiento, amenaza, uso ilegítimo del poder público, bloqueo o alteración de contenido, ataque físico, acceso ilícito, ataque a bienes materiales, privación de la libertad, allanamiento, asesinato, desplazamiento, remoción de contenido, dominios falsos o cuentas falsas, ataques de denegación de servicio, desaparición, tortura o tratos crueles, inhumanos y degradantes, interrupción a servicios de internet y vigilancia ilegal de telecomunicaciones

Lo lamentable de todo esto, es que en nuestro país, el periodismo auténtico, honrado, seguro y justo, se encuentra en el ojo del huracán porque el principal injuriador del gremio ha sido, ni más ni menos, que el presidente de la República, quien ha utilizado sus “mañaneras” para exhibir datos personales, lanzar amenazas y desprestigiar a la prensa crítica.

El ejemplo claro es lo acontecido el 5 de septiembre, cuando aseguró que su gobierno no ha tenido asesinatos a periodistas y, como mencioné hace unos momentos, la lista no es para hacerla de menos. Con todo lo anterior, Artículo 19 enfatiza que el gobierno de la 4T cultivó las agresiones y ataques contínuos al periodismo, desde el hackeo a la base de datos de los periodistas que acuden a sus mañaneras, hasta las refritas descalificaciones cotidianas a los comunicadores.

Una de las leyes generales que tiene el periodismo es que, para ser construido, el periodista necesita tener acceso a documentos e información gubernamental; por lo tanto, esto convierte a la transparencia en una necesidad primaria para su desarrollo. Sin embargo, en un escenario en el que se desaparecen los organismos autónomos de transparencia, ahora,  investigar e informar sobre la corrupción, el narcotráfico, desplazamiento forzado, compra y venta de votos, y un largo, largo etcétera; se transforma en una muerte anunciada o en motivo para que los familiares sufran amenazas, ataques o algo más.

Por otra parte, tras ser aprobada la Reforma al Poder Judicial por la mayoría calificada de Morena, se avizora un poder judicial subyugado y que paralizará la persecución de los actos criminales en contra de los periodistas, lo que perjudica de tajo la libertad de prensa. Y, para colmo de males, la única herramienta de política pública existente para protegernos es el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Pero, ésta no se salvó de la dichosa “austeridad republicana” pues se eliminó el Fideicomiso del Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, en el que alrededor de mil 304 personas estaban protegidas y que ahora quedaron expuestas ante la violencia. Es aquí donde está lo reprochable a la 4T, porque como autoridades no han implementado políticas de seguridad que protejan a los periodistas.

Con todo lo anterior, podemos ver que, de 1958 a la fecha, las cosas no han cambiado porque tanto decir la verdad, así como denunciar y evidenciar lo que sucede, ha sido tan peligroso hasta el grado de cobrar la vida de quienes, en un acto de heroísmo, se arriesgan y lo hacen. Hoy, las censuras y agresiones contra quienes por profesión tienen la gigantesca tarea de informar, no han cesado. Y no es para menos, pues en la medida en que un país está mal, las denuncias y evidencias tienden a crecer, o ¿acaso debemos quedarnos callados cuando están siendo violados  nuestros derechos? o, ¿cuando somos víctimas de la inseguridad, al grado que la angustia nos atormenta en el camino de la escuela a la casa ante el hecho de estar expuesto a un asalto  o, cuando llevamos a un familiar enfermo de gravedad a un IMSS BIENESTAR y con lo que nos encontramos es con un servicio de salud en crisis,  peor aún,  cuando algún amigo o familiar es parte de esa enorme lista de desaparecidos a los que ni siquiera se les puede llorar y rendir sepultura? Cualquiera de esas circunstancias no ameritan el silencio, por el contrario, requieren la denuncia tenaz y a una sola voz.

¿Y entonces, qué hacer? Yo creo que en primer lugar los periodistas no debemos perder de vista de lo que decía Lenin en su artículo titulado “Nuestras Tareas” en 1914:  “La labor de redacción debe ser parte de la causa común del proletariado, debe ser la rueda y el tornillo de un único y grandioso mecanismo socialdemócrata, puesto en movimiento por el conjunto de la vanguardia políticamente consciente de toda la clase obrera. La labor de redacción debe transformarse en parte integrante del trabajo organizado, planificado y cohesionado del Partido socialdemócrata. (…) Queremos crear, y crearemos, una prensa libre, no sólo de la policía, sino también del yugo del capital, exenta de profesionalismo, más aún, liberada del individualismo anárquico burgués”. Entonces, si la sociedad mexicana concibe así al ejercicio periodístico, debe aprestarse a lanzarse en contra de las políticas que le han puesto precio a la cabeza de los periodistas, pero más que a ellos como personas, lo que representan, la libertad de expresión.

Al pueblo de México le toca forjar esa fuerza que proteja al gremio periodístico porque aún habemos quienes buscando ejercer nuestra profesión, no nos quedamos callados y desde nuestra trinchera denunciamos los abusos que cometen contigo, esos que nos gobiernan. Estando así las cosas, todos los mexicanos debemos unirnos como clase social para ganarle la guerra a quienes tienen un férreo control para manipular y transmitir su ideología. Entonces, también debemos  educarnos, conocer nuestra realidad y luchar para liberarnos de quienes sin la menor vergüenza nos mienten y cometen injusticias, a eso los llama el Movimiento Antorchista.

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