Como pájaros en bandada, el pasado miércoles 22 de enero, varios alcaldes de Yucatán presentaron sus renuncias a sus respectivos partidos para unirse a las filas de Morena y sumarse a la autollamada “Cuarta Transformación”.
Alguien que se cambia de bando de la noche a la mañana está viendo sólo por sus intereses y no por quienes supuestamente representa.
Fueron alrededor de siete alcaldes, como Carlos Uc Pech, de Yaxkukul, y Agustín Moo Herrera, de Sanahcat, ambos de Nueva Alianza; Carlos Chay Canul, de Kaua, y Carlos Cabrera Rivero, ambos del PRI; Gerónimo Medina Trejo, de Dzilam de Bravo, de Movimiento Ciudadano; Rogel Gamboa Castillo, de Tepakán, del PRD; y Raúl Valencia Heredia, de Sudzal, del PAN.
Esto muestra tres cosas: la facilidad que hay en Yucatán para cambiar de partido de la noche a la mañana; la falta de oposición en la entidad y, lo más importante desde mi punto de vista, el abandono del pueblo que votó por ellos.
Estos ediles de distintos partidos dejan atrás su militancia y sus “ideales”, poniendo a un lado los intereses de sus representados. Alguien que se cambia de bando de la noche a la mañana sólo ve por sus propios intereses y no por quienes supuestamente representaba.
Con esto, a los yucatecos nos debe quedar claro que los gobernantes tradicionales ya no son opción. Hace falta una nueva clase política: la del pueblo organizado, consciente de sus carencias y firme en sus ideales.
En un mundo donde la riqueza está acaparada por unos cuantos, es urgente que el pueblo exija mejores condiciones de vida. Sin embargo, la actual clase dominante no lo hará. Debe ser el mismo pueblo quien lo logre.
En el Movimiento Antorchista Nacional estamos conscientes de la gran desigualdad que permea en la población y de la urgencia de que el pueblo se organice, cree su partido político y gobierne para sí mismo. Pero para llegar a ese punto, es necesario organizarse y, sobre todo, politizarse.
El antorchismo, junto con el pueblo, ha demostrado que sabe gobernar y lo hace bien. Un mundo mejor es posible. Hoy, el capitalismo está acabando con nuestro planeta, y es deber de todo ser humano consciente hacer algo al respecto.
Hace 50 años, Antorcha se propuso combatir la pobreza, su único enemigo. Para reducir la desigualdad, es necesario cobrar más impuestos a quienes más ganan y destinar esos recursos a obras y servicios en las colonias olvidadas. Asimismo, se deben generar empleos bien pagados.
Sólo así atacaremos la pobreza y la desigualdad que imperan en nuestro estado, país y el mundo. Pero sin la fuerza del pueblo organizado, todo seguirá igual dentro de diez años.
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