Nuestro Proyecto de Nación
México necesita otro modelo económico
*Antorcha propone cuatro ejes económicos para un nuevo país.
Con los eventos que realizamos en todo el país para celebrar el 40 aniversario de nuestra organización y con los estadios y plazas llenos para festejar nuestros primeros 45 años de lucha organizada, los antorchistas comprobamos que no tenemos líderes de papel ni de membrete; que son líderes que han ganado el liderazgo mediante una batalla dura, de día con día, en el sol y en la lluvia, en el frío y en el calor, en la buenas y en las malas, y los mejores testigos de eso son los miles de antorchistas que nos hemos dado cita en cada uno de los eventos de aniversario.
Celebramos 45 años de lucha contra la pobreza de México, pero no es una lucha contra nadie en lo personal, no es contra un gobernante ni contra ningún sexenio, ni contra ningun político de nivel que sea y de la calidad que sea, porque la pobreza en México es un problema estructural, desgraciadamente. Es un problema que nace de una injusta estructura social, que por parte echa toda la carga del trabajo de producir la riqueza nacional sobre los hombros de las clases trabajadoras; pero, por otra parte, garantiza por todos los caminos, incluido el de la ley, que esa riqueza producida no vaya a parar a manos de quienes la producen, sino a manos de una pequeña élite que es la dueña del dinero, de todo lo que compone alguna empresa (maquinaria, materias primas, etc.), y que, incluso, es la dueña de la fuerza de trabajo de los obreros que elaboran en sus fábricas.
En esta sociedad, la riqueza se produce socialmente, colectivamente, es el pueblo trabajador el que la produce: miles y miles de personas, durante muchas horas, están prisioneras en las fábricas, en los negocios, en el campo mismo, porque es el pueblo trabajador el que produce la riqueza nacional. Pero la apropiación de la riqueza es privada, no va a quienes la fabrican, sino a quienes se han convertido en dueños del capital y, por lo tanto, en dueños de la sociedad en su conjunto.
Esa contradicción de una producción social de la riqueza frente a una apropiación privada para beneficio de unos cuantos es la causa de la pobreza y esto, repito, no es culpa de ningún gobierno en particular ni de ningún político en particular, es el sistema mismo el que permite que unos cuantos vivan del trabajo de la inmensa mayoría, mientras está inmensa mayoría recibe migajas totalmente insuficientes para una vida digna.
La pobreza es gigantesca en el mundo, y en México -que es parte del mundo- las cosas no son diferentes. Esta pobreza va en aumento, cada vez hay más pobres en el mundo, cada vez hay más pobres en México y consecuentemente cada vez hay menos ricos en el mundo, y cada vez hay menos ricos en México. Aquí se vuelve a exhibir el carácter estructural del problema: este modo de producir socialmente y apropiarse la riqueza particularmente conlleva la posibilidad inevitable de que los pobres aumenten día con día mientras los ricos engordan sus bolsillos, día con día también.
Esto se llama proceso continuo de concentración de la riqueza en unas cuantas manos. Es el capitalismo depredador y egoísta el que provoca que toda la riqueza que se produce en las mayorías se concentre en unas cuantas manos, cada día menos manos, y que la gran masa esté cada día más desamparada y en condiciones mucho más precarias de existencia.
Por eso, el trabajo del antorchismo nacional es un trabajo que tiene un doble aspecto: primero, es un trabajo que busca obtener soluciones rápidas, o cuando menos lo más rápidas que se puedan a las carencias más urgentes y más lacerantes que más matan o que hacen más amarga la vida de los pobres del país; segundo, educar y organizar al pueblo para que tome el poder político por la vía pacífica y cambia el actual modelo económico generador de más pobreza.
A pesar de Antorcha es un éxito, y un gran éxito visto como organización reformista -pedimos reformas graduales, parciales, dosificadas, pero reales, concretas y rápidas para paliar la pobreza del pueblo mexicano- porque ha conseguido vivienda, agua potable, drenaje, pavimento, escuelas, unidades deportivas, centros educativos de nivel universitario, lecherías, y muchas cosas más para el pueblo pobre de México, el hecho es que la pobreza en México sigue su marcha incontenible.
Sí, la pobreza sigue su marcha triunfal. Cada día hay más pobreza en México y en el mundo, y los pobres se hacen cada día más pobres, pero esto no es culpa de Antorcha, no es un error del trabajo de Antorcha; lo que sucede es que la pobreza es un problema estructural y no son las reformas las que van a acabar con la pobreza. Si el problema es estructural necesitamos medidas estructurales que cambian la manera en que se reparte la riqueza social.
En México, la Constitución Política -y varias leyes derivadas de ella- reconoce el carácter social del trabajo productivo, reconoce que la riqueza del país la produce el pueblo trabajador y reconoce que este pueblo trabajador -porque es el que mantiene al país entero- tiene pleno derecho a disfrutar de una vida digna, de una vida en que sus necesidades humanas fundamentales queden perfectamente bien satisfechas. Y la Constitución y las leyes derivadas saben que esto no se logra dejando que actúe la ley del mercado, dejando que el mercado solo reparta la riqueza, la mano invisible de la que habla Adam Smith.
Eso que dijo el sabio escocés ha quedado refutado y muy refutado por muchos años de desarrollo económico del mundo entero. El capital gobernado por el mercado, por las leyes del mercado, no reparte la riqueza, la concentra, la concentra y la concentra. No es el mercado el que nos va a sacar de la pobreza, no es el mercado el que va a resolver el problema, tiene que ser el hombre, tiene que ser el gobierno, tiene que ser el Estado el que se disponga a repartir la riqueza social, reconociendo el derecho que tiene el pueblo de gozar de la riqueza que el pueblo mismo produce.
Por eso, la ley mexicana, le da a los gobiernos del país las herramientas necesarias para repartir la riqueza y por eso Antorcha dice que ésta es la verdadera tarea del antorchismo nacional: hacer que se ejecuten, que se pongan en vigor, en acción, las leyes que tienden a repartir la riqueza nacional entre todos los mexicanos.
¿Qué entiende Antorcha por repartir la riqueza? Que nadie se espante cuando Antorcha habla de repartir la riqueza. Nosotros no decimos que haya que quitarles su dinero a los ricos para dárselos a los pobres; no decimos que haya que sacar el dinero de los bancos y repartirlos a manos llenas entre la gente, no lo decimos, eso sería una idiotez, además de una ilegalidad. Si a ustedes le repartimos el dinero, se lo comen y quedan igual de pobres que antes, por eso Antorcha no dice eso. Antorcha propone un nuevo México basado en cuatro ejes económicos para lograrlo: creación de empleos, mejoramiento de los salarios, reformar la política fiscal y reorientación del gasto público.
1. Creación de empleos
Hay que creer empleos para todos los mexicanos, es obligación del gobierno y de la empresa privada.
El capital privado tiene obligaciones morales, sociales y legales y una de esas obligaciones legales y sociales es que tiene que crear empleos para todos los mexicanos y no lo está cumpliendo; las cifras del desempleo formales ronda el 5% nacionalmente (4.6%, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi).
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi informa que de 2019 a 2020 la Población Económicamente Activa pasó de 57.6 millones a 55.9 millones, situación agravada por la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de covid-19. Asimismo, los trabajadores informales pasaron de 31.3 millones a 29.6 millones; es decir, en menos de un años los mexicanos que ya no tienen trabajó aumentó. Esto prueba que la empresa privada y la inversión pública mexicana no están cumpliendo con su tarea primordial que es crear empleos para los mexicanos. Ésta es la verdad: en México faltan empleos y la culpa la tienen las empresas y el gobierno mexicano.
Por eso Antorcha pide a gritos que se le crean empleos para todos los mexicanos, que todo mexicano en edad de trabajar, y que quiera hacerlo, tenga donde trabajar.
2. Mejoramiento de los salarios
La gran mayoría de los pobres de México, el 70% más o menos, gana entre 1 y 3 salarios mínimos. Si nos fijamos sólo en los que ganan más de tres salarios mínimos -aproximadamente 200 pesos al día-, tenemos que no les alcanza el dinero, porque la canasta básica de una familia promedio ahora cuesta mil 790.6 pesos (ANPEC, 2021). Así que el mejor pagado tiene hambre, no puede curarse, no puede pagar el gas, la luz, el transporte al trabajo, etc. Si eso pasa con los que ganan 200 pesos al día, ¿qué pasa con el que no tiene empleo? O ¿qué pasa con el vendedor ambulante? Es una verdadera masacre social la que vive México.
¿Cómo acabar con esto? Hay que elevar los salarios, pero los economistas dicen que habrá inflación y se elevan los salarios sin elevar a la productividad. Nosotros sabemos que en el último tercio del siglo XX, y en varios años de este XXI, la productividad fue creciendo en México; en los últimos años se ha debilitado es cierto, pero antes de eso fue creciendo y, sin embargo, no crecieron los salarios, al contrario disminuyeron, porque el salario del mexicano no está determinado por la productividad, como lo sería si fuera cierta la teoría que manejan oficialmente.
Al salario se le aumenta sólo el mismo porcentaje de la inflación, pero es aumento es para reponer apenas lo que el salario perdió por la inflación; eso es lo que se ha venido sucediendo últimamente, pero aumento real de salario no habido.
En los últimos 20 años el salario del mexicano ha perdido el 45% de capacidad adquisitiva. ¿No es obvio que hay que aumentar los salarios? ¡Claro que hay que aumentar los salarios! Eso va a disminuir las ganancias de la empresa, pero ese no es problema del trabajador, que suban los salarios y se acabó. Pero no pueden seguir ganando lo que gana un empresario gringo, pero pagando salarios de hambre. Eso no puede ser, y Antorcha protesta contra eso.
Para que se sepa, para que no nos quedemos en el aire, un empresario norteamericano le paga a sus obreros entre 8 y 9 dólares la hora, pero un empresario mexicano paga 60 pesos durante todo el día, ése es un gran desbalance.
Con qué autoridad moral, con qué cinismo, el empresario mexicano reclama tasas de ganancia como el capitalista gringo; si quieren ganar lo mismo que los gringos, pues que trabajen igual que ellos y, por lo tanto, que paguen el salario que pagan los gringos, debe elevarse el salario en México pase lo que pase.
3. Reformar la política fiscal del gobierno
Hoy la política fiscal del gobierno descansa sobre la espalda de los trabajadores. Los datos oficiales dicen que el 70% de los ingresos que recauda el gobierno mexicano, lo reciba a través del pago de impuestos de los salarios y otro tipo de emolumentos (ingresos personales), y el 30% restante -hasta antes de la reforma petrolera- lo pagaba el petróleo. Pero, y las empresas ¿qué pagan? Se han de acordar que alguna vez el ex presidente Felipe Calderón, probablemente y furioso por alguna bronca interna, dijo, con todas sus letras, que los empresarios mexicanos no pagaban impuestos. Lo dijo él, luego reculó, pero ya había dicho: la empresa mexicana no paga impuestos, o paga una miseria, y yo doy el dato que publicó la prensa: Walmart, la gran cadena que se lleva carretadas de dinero para Estados Unidos, ¡pagó 250 pesos durante un año!
O sea que palo y pedradas sobre el mexicano jodido, como suele decirse: no tiene trabajo, se le pagan salarios de miseria y aparte tiene que mantener al fisco, tienen que pagar los impuestos, Y todavía tiene que pagar el Impuesto al Valor Aregado (IVA): si vamos a comprar cigarros, pagamos IVA; si refrescos, IVA; lo que sea que tengamos que comprar, tenemos que pagar IVA. Es demasiada injusta la carga fiscal sobre el pueblo y esto tiene que cambiar. Lo que propone Antorcha es que paguen más los que ganan más, que el gobierno haga lo que hacen otros países: que los ricachos paguen hasta cerca del 50% de los ingresos nacionales, actualmente sólo pagan alrededor del 20% y de todos modos todas las ventajas se las llevan las grandes empresas.
El salario del mexicano mejoraría si se le dejan de cargar todos los impuestos, y es urgente hacerlo porque el trabajador ya no puede soportar esa carga.
4. Reorientación del gasto público
Todos los mexicanos estamos orgullosos de tener buenas autopistas y nuevas vías de comunicación que acortan distancias; estamos orgullosos de los puentes productos de la ingeniería mexicana, de dobles y terceros pisos en las ciudades, de pasos a desnivel, etc. México ha cambiado mucho, ha mejorado mucho, desde el último tercio del siglo XX y en lo que va del siglo XXI: vemos grandes ciudades, vemos grandes edificios, grandes avenidas y muchas otras cosas. Pero este desarrollo que es real, que beneficia al país, que lo necesita, tiene su lado oscuro, tiene su lado negativo que se presta como arma de demagogia para políticos irresponsables, para gente interesada en marear al público y en pintarle a una realidad que no es.
Se nos habla del desarrollo, del progreso del país, pero no se nos dice que este desarrollo está sustentado sobre una masa famélica, hambrienta, que trabaja todo el día y que gana cuando más tres salarios mínimos. Eso es lo que no se nos dice y lo que oculta el desarrollo aparente del país.
Por eso sin negar el desarrollo del país, sin negar que estamos orgullosos de lo que hemos construido, no nos dejemos engañar: debajo de este desarrollo de relumbrón hay un pueblo que muere de hambre, que muere de enfermedades, que muere de desesperanza, que necesita que se le haga justicia social.
Por eso la cuarta bandera de Antorcha es que se reviente el gasto del gobierno, no queremos que se dejen de hacer obras de infraestructura, obras para el desarrollo del país; lo que queremos es que no se cargue tanto la balanza para aquel lado mientras se descobija el pueblo de México. Debe de haber un gasto público más equilibrado. Por ejemplo, en el mismo libro del licenciado Enrique Peña Nieto se dice que hasta antes de su gobierno, en el extracto más rico de la población se invertía el 32% del gasto público, y en el extracto más pobre sólo el 13%. ¿Qué indica esto?, que el dinero del gobierno se gasta en su mayor parte en los estratos más ricos que no lo necesitan y que se descobija los estratos más pobres que sí están requiriendo que el gobierno invierte en ellos.
Por eso, si queremos seguir viviendo en un régimen democrático, en un régimen de libre empresa, en un régimen de mercado, si queremos prolongar la vida del capitalismo -que es cómo se llama esta economía-, necesitamos estas medidas de carácter estructural, necesitamos reformas de carácter estructural como las que ya enumeramos: 1) más empleos, 2) mejores salarios, 3) política fiscal equitativa y 4) gasto social orientado al pueblo. Eso es lo que propone Antorcha.
Si no se hace esto y el pueblo se le sigue explotando, engañando, reprimiendo, atropellando y menospreciando; entonces el pueblo se va a ir contra el sistema mismo. Hace mucho que se sabe de esta ley de la política: cuando los gobiernos se niegan a atender el clamor popular, el pueblo, ofendido y agraviado por esta sordera oficial, abandona su carácter pacífico, mesurado, peticionario, y se levanta en armas y entonces truena todo el sistema desde su base.
Que los sabios de la política oficial, de la economía oficial, del derecho oficial no se burlen de lo que decimos, porque lo que nosotros decimos es verdad y es una necesidad del país a la que se le tiene que hacer caso, y no se les debe responder con represión o con actos brutales de ilegalidad que borran la línea divisora entre el crimen y el Estado.
Cuando un país prostituye su sistema legal al grado de que el pueblo ya no distingue entre policías y ladrones, ese país está en crisis, ese Estado se está derrumbando y hay que tener cuidado porque las cosas se pueden poner difíciles. Tienen que respetar el Estado de derecho que ellos mismos crearon, tienen que respetar la ley que ellos esgrimen a cada rato. No pueden seguir usando la ley como un garrote para callar la boca a los que sólo dicen la verdad sobre la situación del pueblo mexicano.
¿Quién va a cambiar la situación del país? La respuesta es Antorcha, porque sólo Antorcha tiene claro que hay qué hacer, por qué y para qué, para mejorar la situación del país.
Antorcha está creando una fuerza tal que sólo ella podrá cambiar el modelo económico del país para que sea más equitativo, para que cambie la situación de los pobres y pronto podamos empezar a curar a este país tan enfermo socialmente
La tarea es cambiar el modelo económico de México, es combatir la pobreza desde el poder público y, para eso, primero, hay que tomar el poder público, hay que llevar el pueblo al poder. El pueblo son ustedes, compañeros, ustedes son el pueblo; los antorchistas queremos el poder para ustedes y son ustedes los que se deben llenar de fe, valor, confianza y coraje para seguir luchando incansablemente y hacer crecer el antorchismo.
Seguramente la meta que Antorcha propone no la logrará nuestra organización sola; seguramente nos deberemos aliar con otros mexicanos, con otras organizaciones que quieren lo mismo que nosotros para llegar a ser un gran torrente nacional público nacional que no pare nadie hasta lograr ¡conquistar el poder político nacional y ponerlo en manos del pueblo de México!