El cambio climático junto con la actual pandemia de covid-19 han sido fenómenos de graves efectos y consecuencias en el agro mexicano. A pesar de la amplia cobertura informática por los canales oficiales de comunicación y que inundan las redes sociales, no existe información alguna que permita visualizar lo que está pasando en el campo mexicano. En este contexto, es urgente analizar cuales están siendo los efectos de covid-19 en el sector rural de México.
Los problemas económicos y la desigualdad social ya eran muy graves antes de la pandemia por covid-19, hoy se complica más la situación económica del pueblo trabajador, de la gente que depende de un puesto ambulante, de actividades económicamente viables tienen que ver con el ir y venir de la población, de los pequeños y medianos agricultores, entre otros. Y visualizamos que esta situación tiende a seguir en estas condiciones hasta finales de este año por lo menos.
Según BANXICO, el Producto Interno Bruto (PIB) de México sufrirá una contracción del 2 por ciento, lo que también afectará al campo, golpeado además por una crisis climática que propiciará severas sequias en áreas de cultivo y reducción en la producción en alimentos.
A principios de esta pandemia tenemos que la depreciación del peso ha afectado en el inicio del primer ciclo de producción de todos los cultivos en general de ciclo Primavera-Verano, ya que debido a la devaluación del peso ante el dólar se han encarecido los insumos de importación, como son fertilizantes granulados y foliares, maquinaria entre otros. A ello se suma, la cancelación del PROCAMPO, programa gubernamental operado en las administraciones anteriores considerado como un apoyo importante para los medianos y pequeños agricultores, quienes con este recurso entregado de manera personal los campesinos mexicanos iniciaban las labores agrícolas sin dificultades.
Las políticas públicas para alcanzar la autosuficiencia alimentaria en granos no tendrán impacto en la producción para el 2020 según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) pues los programas no están ligados al fomento de la productividad. Como consecuencia, los pequeños y medianos agricultores pronostican una merma en el cultivo de maíz del 3 por ciento, del 9 por ciento en trigo y del 22 por ciento en frijol en las cifras de producción y superficie agrícola con respecto al 2019.
Estas disminuciones supondrían un aumento en las importaciones de maíz para el sector industrial y pecuario del 12 por ciento en comparación con 2019; para alcanzar un poco más de 18 millones de toneladas de compras al exterior, principalmente de Estados Unidos. Por ello, para el 2020 las importaciones crecerán en un 7 por ciento respecto al año anterior, para llegar a un total de 5.4 millones de toneladas.
El efecto de esta pandemia en zonas urbanas y periurbanas también ha mostrado la importancia de la producción de alimentos y de mecanismos comunitarios urbanos para abastecerse de alimentos y servicios y romper con la dependencia de tiendas o supermercados de grandes cadenas corporativas que solo benefician a empresas extranjeras y a los dueños de estos grandes monopolios que finalmente no son los pequeños y medianos productores.
Lo que está haciendo el gobierno es menos que insuficiente, se requiere una estrategia más de fondo para que el campesino pueda tener realmente un ingreso justo por el trabajo que realiza para la producción de todos los productos agrícolas y pecuarios que consumen los mexicanos.
En todas las actividades económicas que hasta hoy desde las grandes urbes como los pequeños pueblos han mantenido nutrido al pueblo mexicano, aquellas productoras de traspatio de hortalizas que van de puerta en puerta ofreciendo sus productos, aquellos productores de rebaños que han tenido que bajar el precio de los quesos de cabra para poder subsistir, aquellos productores lecheros que usan tirar la leche como medida necesaria para que el gobierno se dé cuenta de la condición de ese gremio, aquellos productores de frijol que a pesar de los altos costos de insumos para poder mantener el cultivo lo siguen haciendo; estos campesinos que son invisibles para el gobierno pasan la peor parte de todas las crisis que ha sufrido nuestro país.
El futuro para las familias campesinas mexicanas es incierto y desgraciadamente muy predecible, al menos para aquellos que comprendemos el problema de fondo, el campo colapsara y sin lugar a dudas y será uno de los sectores más afectados, desde aquellos grandes productores del Norte de nuestro país hasta los pequeños productores de autoconsumo de la Sierra Nororiental poblana; estos sectores al no tener como mantener en pie sus cultivos no podrán sobrevivir más durante lo que reste de la pandemia. Nos encontramos ante este panorama la cerrazón y la burla de los gobiernos federal y estatal, de la evidente falta de capacidad y de la voluntad para resolver la situación de los campesinos mexicanos, el movimiento antorchista nacional hace un llamado desesperado y con carácter enérgico a la población en general para unirse y demostrar que nuestras demandas son fieles a las necesidades del pueblo pobre de México que por efecto de malas políticas del gobierno nuestro país ha incrementado el número de pobres en 10 millones más sumados según la Coneval. Nuestro llamado colectivo no es una queja aislada ni un reclamo por moches es un llamado para poder lograr un frente común ante la situación económica que estamos enfrentando día a día.
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