Suele decirse que el sueño americano es una de las ideas que guían la cultura y sociedad de los Estados Unidos (EE. UU.) y que esto se refiere a los supuestos ideales de esa nación que ofrece garantizar a todo el mundo la oportunidad de mejorar y tener éxito para lograr una movilidad social hacia la prosperidad.
El historiador James Troslow Adams, definió el sueño americano en 1931 en su obra American Epics, en los siguientes términos: “La vida debería ser mejor y más rica y llena para todas las personas, con una oportunidad para todo el mundo según su habilidad o trabajo, independientemente de su clase social o las circunstancias de las que proviene”. Sí, digo yo, conforme a lo que promete hoy el imperialismo norteamericano, esto es lo que debería ser la vida de todos aquellos que buscan afanosamente el sueño americano, pero la realidad es muy distinta. Hay sueños que terminan en verdaderas pesadillas.
Pero para muchos mexicanos, no obstante, las promesas y la propaganda de bienestar social que pregona todos los días el gobierno de la Cuarta Transformación, la pesadilla comienza desde su terruño mismo, mucho antes de enfilar su suerte con rumbo al norte. De hecho, es esta pesadilla de miseria que viven aquí en su patria, precisamente, la que los obliga y empuja, incluso a riesgo de su vida, a buscar mejores oportunidades para sus familias. Veamos un ejemplo trágico de lo que hoy digo.
Cuando apenas el 26 de junio pasado, el periódico El Universal publicó que, en Malinaltepec Guerrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguraba en su discurso que, “Vienen los 2 mejores años, los mejores de todo el gobierno, pero no sólo para el presidente, lo más importantes es que van a ser los 2 mejores años para el pueblo pobre de México.” Al día siguiente, por la tarde, ya 27 mexicanos contradecían y repudiaban lo dicho por el mandatario de la 4T; lo contradijeron muriendo de asfixia, de sed y sofocados por el calor, junto con otros 24 migrantes centroamericanos, que, huyendo de su patria, fueron encerrados y abandonados en un remolque que no tenía agua ni ventilación ni aire acondicionado, en una zona de Texas, a 250 kilómetros de la frontera con México.
La nota la leí así: “la tarde del 27 de junio, un tráiler con 67 migrantes que viajaban hacinados, fue hallado a un costado de la carretera estatal 35, en San Antonio, Texas. Por la asfixia y la deshidratación a la que fueron sometidos al viajar en una caja sin ventilación, hasta ahora han muerto 53 personas, 27 de ellas de origen mexicano” (Aristegui Noticias, 29 de junio). En el medio se informa también que el cónsul General en San Antonio Texas, Rubén Minutti, afirmó que los migrantes fallecidos son de ocho estados del país: “Tenemos 27 personas fallecidas y dos hospitalizadas, presuntamente de nacionalidad mexicana. Provienen de los siguientes Estados: Guanajuato, Veracruz, Oaxaca, Estado de México, Zacatecas, Querétaro, Morelos y Ciudad de México.”
El periódico El País del día 28 de junio pasado, publicó que el presidente norteamericano Joe Biden calificó el suceso como “horroroso y desolador”, y que, a través de un comunicado oficial, señaló a los traficantes de personas y a las organizaciones criminales como responsables de la tragedia.
“Este incidente subraya la necesidad de perseguir a la industria multimillonaria de trata, que se aprovecha de los migrantes y que ha ocasionado la muerte de muchos inocentes”; así dijo el presidente de la nación capitalista más rica del mundo. Pero lo dijo sin reparar, en que las organizaciones criminales que se aprovechan de los migrantes lo pueden hacer, precisamente, porque los migrantes se ven obligados a abandonar sus países de origen huyendo de la pobreza, la violencia y la injusticia; países, precisamente donde el gobierno estadounidense ha impuesto por la fuerza y para sus intereses, su poderío y sometimiento económico y político, a través de su modelo económico de producción. Que no nos engañen, el imperialismo norteamericano es el verdadero culpable de la emigración a su país.
Por otro lado, López Orador dijo que el suceso “es una tremenda desgracia”; y en su conferencia mañanera del martes pasado, expresó sus condolencias a los familiares de los migrantes fallecidos, e informó que ya se están apoyando a las autoridades estadounidenses para la repatriación de los cuerpos. Curiosamente, casi igual que su homólogo estadounidense, reconoció que esto sucede, “porque también hay tráfico de personas y falta de controles, en este caso, en la frontera de México con EE. UU. y al interior de EE. UU.” (BBC News Mundo, 28 de junio).
Aunque el mandatario dijo también que la tragedia tiene qué ver, “con la situación de pobreza, de desesperación de hermanos centroamericanos y mexicanos” (mismo medio); no se detuvo en ningún momento de su mañanera para explicar con precisión, por qué es que se da esa situación de pobreza y desesperación de sus hermanos, con todo lo que presume de su gobierno. Pero, además, tampoco dijo nada concreto de las medidas que su gobierno propone para frenar la emigración y sus consecuencias, salvo la repatriación de los cadáveres.
Y, la respuesta de este olvido intencional del presidente, la encontré en una nota de Forbes México del día 5 de enero de 2022. La nota se titula así: “Las remesas nos sacaron del hoyo: López Obrador”. En la nota, el mandatario informó así: “En total el año pasado vamos a estar en 51 mil 634 millones de dólares, lo que significa un incremento con relación a 2020, estamos hablando como un billón 209 millones de pesos”. Y dijo más: “Esto es lo que aportan nuestros paisanos, los héroes, las heroínas, esto significa, con relación a 2020 un incremento de 27 por ciento. Hablando en términos beisbolísticos: esto es lo que nos sacó del hoyo”. Y ahora conocemos el costo de semejante hazaña de nuestros héroes.
Y esto es cierto. En plena incertidumbre económica por una inflación desbocada y con pronósticos de crecimiento económico a la baja, las remesas, es decir, los envíos de dinero de los mexicanos en el extranjero siguen siendo un salvavidas para la economía de muchas familias, de acuerdo con los datos dados a conocer por el Banco de México a principios del mes de junio. Por lo que, en esencia, la política económica de la 4T está diseñada para seguir expulsando compatriotas a los Estados Unidos, aunque mueran por puños de manera tan trágica, como el caso que hoy tristemente refiero. Ojalá que aprendamos la lección para el proceso electoral que se avecina.
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