El neoliberalismo es una doctrina económica que afirma que “la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad fuertes, mercados libres y libertad de comercio”. Por tanto, un Estado que persigue el bienestar de sus ciudadanos debe ocuparse de crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas empresariales. Mas que la intervención al mínimo del Estado, el neoliberalismo demanda el ejercicio de todo su poder para asegurar la reproducción de una sociedad en la que sólo una élite hace efectivo el derecho a la propiedad, el derecho de apropiarse del trabajo ajeno. El neoliberalismo creó así un maridaje perverso entre la política “altruista” y la economía egoísta.
Y en eso llegó la “Cuarta Transformación” para desunirlas. Si los economistas tecnócratas del neoliberalismo habían convertido a la política en un asunto meramente administrativo, el político altruista del posneoliberalismo iba a revertir tamaña insensatez deslindando a la economía de la política. No hacía falta nada más que voluntad de hacer las cosas para terminar con tan perverso maridaje. Y la política regresaría por sus propios fueros. Parte importante del programa político de lo que ha dado en llamarse “cuarta transformación” se agota y resume en una sola frase sonora: “separar el poder político del poder económico” para acabar con la corrupción. ¿Pero, es posible separar ambos poderes? ¿Es posible separar la economía de la política?
Para AMLO, economía y política se unen en la corrupción, en el uso indebido de las instituciones para favorecer los intereses económicos personales o de un grupo. Sin embargo, lo que para él es una anomalía, es más bien la regla. El secreto del Estado se esconde en la misma economía. La economía es la causa; el Estado el efecto. Si el Estado está cooptado por la clase económica dominante, esto es producto de que la sociedad se encuentra dividida en dos clases antagónicas, las cuales se distinguen en el proceso mismo de la producción, como los dueños del capital y los poseedores de la fuerza de trabajo. El Estado es pues “una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”, de los dueños del capital.
Debemos advertir, sin embargo, que entre economía y política no existe una relación absoluta o unívoca de causa (economía) y efecto (política). Causas y efectos cambian constantemente de lugar. El efecto inmediato se convierte en causa del efecto ulterior: lo que ahora y aquí es efecto, adquiere después carácter de causa, y viceversa. De suerte que la política, efecto de la economía en un momento determinado del movimiento social, se convierte en causa de la economía en otro momento. Entre política y economía hay en fin una relación íntima de interdependencia. De ahí que tratar de separarlas resulte materialmente imposible.
No obstante, extraer la Excálibur política de la roca económica es la empresa que se echó a cuestas el máximo inspirador de la desventurada “Cuarta Transformación”. ¿Cuáles han sido los resultados de su plan maestro? La política altruista, separada de la malvada economía, es ahora mismo una política depurada de economía. Sus resultados son en realidad absolutamente deleznables por no decir irrisorios. No sólo se trata de que la “Cuarta Transformación” no haya logrado realizar ni siquiera su programa político de “separar la política de la economía”. Peor todavía. En la medida en que se ha empeñado en hacerlo, la economía política se ha rebajado a filantropía de la peor especie y la política se ha convertido en espectáculo. Los hechos no mienten. Si el lema del neoliberalismo había sido: “poco de política, mucha administración”, el lema de la “Cuarta Transformación” es: “mucha política, poca administración”. Sin embargo, la práctica efectiva de la “cuarta transformación” ha sido: “ni una ni otra. Ni administración ni política”. “Economía moral” en lugar de economía política, “politiquería” en vez de política.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario