Hace un par de días, el 18 de marzo para ser más precisos, según los reportes de algunos medios de comunicación serios de lo que informan, poco más de 500 ejidatarios de la comisaría de Chunyaxché cerraron la carretera que va de Tulum al municipio de Felipe Carrillo Puerto, en el centro de Quintana Roo, en protesta por el incumplimiento de los acuerdos establecidos tras ceder sus tierras para la construcción del Tren Maya y el aeropuerto de Tulum.
Los ejidatarios fueron despojados de aproximadamente 14 mil hectáreas para la continuación del derroche millonario, obra faraónica que, de acuerdo con los últimos reportes, hasta el momento ha tenido un sobrecosto de más del 150 %, un barril sin fondo. Y se prevé que el derroche económico por la obra emblemática del presidente Andrés Manuel López Obrador pueda llegar hasta el 208 %.
La paciencia de los ejidatarios afectados ha llegado a su límite y no están dispuestos en seguir siendo, como siempre lo han sido, objeto de burla o que las autoridades federales quieran ponerles el dedo en la boca.
Sin embargo, la indemnización prometida de cinco mil pesos por hectárea expropiada quedó en veremos, porque transcurrieron varios meses. La paciencia de los ejidatarios afectados ha llegado a su límite y no están dispuestos en seguir siendo, como siempre lo han sido, objeto de burla o que las autoridades federales quieran ponerles el dedo en la boca.
Eleandro Ke, uno de los afectados, dijo:
“… son 14 mil hectáreas, prometió dar cinco mil. Se incumplió. ‘En tres semanas vamos a dar el papeleo, ya en tres semanas, ya está arreglado’… ahorita pasaron ya cuatro meses y nada”.
De acuerdo con los inconformes, el Gobierno Federal ha omitido la ejecución de 25 beneficios prometidos hace más de un año y cinco meses, con la expropiación de más de mil 400 hectáreas de terreno para las citadas obras.
Además de la indemnización de las hectáreas expropiadas, está que les ayuden en la regularización de cinco mil 540 hectáreas de la zona conocida como “shurada”, que está en posesión de Chunyaxché desde 1972.
Otros compromisos son una sucursal de gasolinera del Bienestar, un consultorio de salud de primer nivel, obras públicas, internet, y proyectos productivos diversos. Pero como no hubo respuesta favorable, el 27 de octubre del año pasado los ejidatarios iniciaron sus protestas, hasta al grado de bloquear tramos carreteros e impedir de manera permanente el acceso a los bancos de material, como última alternativa para ser escuchados y que les resuelvan las 25 demandas pactadas en un convenio al que accedió el Gobierno federal con los peticionarios.
El señor Javier Tum, otro de los afectados, destacó que la materialización del convenio se cumplió parcialmente, no como está en la lista de prioridades, de arriba hacia abajo, pero lo más grave es que ahora el Gobierno federal, a través de sus instituciones, pretenda expropiar otras cinco mil hectáreas de terreno, situación que alarma porque de las 25 propuestas de convenio que se firmó con el ejido en la asamblea, en todo este lapso de tiempo sólo les han cumplido con tres, y esas cinco mil hectáreas que ahora pretenden arrebatarles iban a pasar al ejido de Chunyaxché y anexos.
Hasta ayer, después de las 15:00 horas, los ejidatarios decidieron liberar la carretera Felipe Carrillo Puerto-Tulum, a la altura del entronque a “Los Chunes”, tras el compromiso de una reunión con representantes de delegaciones federales el martes por la tarde en la cabecera municipal de Tulum para evitar un tercer bloqueo.
En el encuentro participaría una comisión de ejidatarios de Chunyachén y anexos con representantes de la Secretaría de Gobernación, Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
En dicha reunión, según recientes informes de los medios de comunicación, las autoridades sólo se comprometieron a iniciar el proceso de regularización cinco mil 540 hectáreas de la zona conocida como “shurada”, nada más, en próximos días nos enteraremos de los acuerdos que vayan a seguir los ejidatarios afectados.
Mientras tanto, yo invito a los trabajadores del campo a no doblegarse y tampoco dejarse llevar por los cantos de sirenas del Estado, como suele suceder en muchos escenarios donde, a la primera lucha de masas, inician los intentos para desactivarla a través de sobornos y dádivas, principalmente a los líderes que la encabezan.
La lucha unida y organizada del pueblo ha dado sus resultados, porque está hermanada por una sola causa: poner fin a la pobreza.
Debemos defenderla y trabajar para lograrlo, si no queremos que nuestro país se siga hundiendo, por eso y más, yo los invito a que no se detengan; que la lucha emprendida no sea sólo “llamarada de petate”, porque la pobreza y la desigualdad social tiene su origen y hay que luchar para erradicarla. En Antorcha tienen a un aliado. Vale.
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