MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pragmatismo y oportunismo

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No son pocas las voces que acceden o destacan que, independientemente de su verdadera ideología, el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador es un exitoso político en el terreno del pragmatismo, es decir en su capacidad para analizar las circunstancias concretas a partir de las cuales determinar sus pensamientos y acciones, con el fin de lograr sus metas y objetivos con mayores posibilidades de éxito.

Pero habría que precisar para no caer en simplezas la verdadera estatura de los principios y la inteligencia del Presidente a la luz de los conocimientos generales, de las verdades que ya se conocen por parte del pensamiento científico, que nadie tiene que inventar, lo que permitirá a quienes quieren entender la verdad si él es un líder al que se deba seguir y con qué pretensiones.

Primero que nada, cometen un error y una injusticia quienes afirman que es un pragmático, pues el Pragmatismo como corriente filosófica, establece la vinculación de la teoría y la práctica, como método de conocimiento y de acción, proponiendo que la teoría se extrae de la práctica y se aplica de nuevo a la práctica, con lo que se logra la “práctica inteligente”, y solo es verdadero aquello que tiene efectivamente un valor práctico. Pero siempre con fines legítimos, pues esta corriente filosófica tiene como fin fundamental “la redención de la idea de la verdad, el bien y la belleza”, y establece la responsabilidad social al condicionar la totalidad de la verdad a los efectos de la práctica: “Considera los efectos prácticos de los objetos de tu concepción. Luego, tu concepción de esos efectos es la totalidad de tu concepción del objeto” (Charles Sanders Pierce), y de esta manera, independientemente de la certeza científica de los conceptos del Pragmatismo, sus pretensiones son legítimas y no se reduce a la simple disposición de hacer lo que sea con tal de lograr los objetivos, que es lo que se quiere alegar como el “pragmatismo” de AMLO.

Lo de López Obrador, así como se lo alaban sus apologistas, no es la búsqueda de “la redención de la idea de la verdad, el bien y la belleza”, ni es la responsabilidad social en relación a los efectos de la práctica, sino más bien todo lo contrario. Quienes le alaban su éxito en la práctica afirman que ha sido capaz de adaptar sus ideas y métodos a las circunstancias, para realizar sus pretensiones de fortalecer su poder y someter a sus enemigos, en otras palabras, que no ha tenido ni principios ni escrúpulos de ningún tipo en su acción como político, con tal de lograr sus objetivos.

El error es común, sobre todo en el terreno de los medios de comunicación y del espectáculo que están acostumbrados a buscar reflectores y rating sin preocuparse mucho por los contenidos ni la certeza o legitimidad de los mismos; la tarea es, en este momento, lisonjear al poderoso y ver de qué modo esto les sirve para sus fines propios. El poderoso siempre va a ser atracción para los lambiscones, lisonjeros y demás parásitos y fauna nociva, que estará ahí para aplaudirle mientras les convenga, mientras el sujeto siga teniendo poder.

Lo de López Obrador es más bien Oportunismo: “Actitud que consiste en aprovechar las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones”, Y así sí encaja a la perfección, eso permitiría entender su tránsito por el PRI cuando era el partido en el poder, mientras le dieron juego, su aparente radicalismo en la lucha popular que no era sino charrismo de nuevo tipo con careta de populismo, pero altamente corruptor de consciencias, su traición y el paso a otros partidos que le dieron cabida y candidaturas, la creación de su “partido” sin  principios Morena que lo mismo cobija a un “izquierdista” de los de café de la Zona Rosa, que a un conservador adocenado o a un empresario venido a más, o las más sucias bachichas de los otros partidos, desechados por estos precisamente por sucios, pero que en Morena encajaron “requetebién”.

Y así se explican perfectamente también todas sus acciones aparentemente inexplicables, pero que a la luz de esta definición son perfectamente comprensibles: la cancelación de obras y el establecimiento de sus mega obras emblemáticas que son un barril sin fondo más aún que las de los sexenios anteriores de la “mafia del poder”, su descuido criminal ante la pandemia del Coronavirus, que le cayó “como anillo al dedo” y que ha colocado a México en los primeros lugares en contagios, muertes y mal manejo de la misma; sus engaños a TODOS, a los empresarios les mintió y les traicionó, y lo mismo hizo, con cada cual, según las circunstancias; con los artistas, los médicos, los intelectuales, los científicos, las clases medias y, sobre todo con los pobres de los que habla a cada rato como si fuera un verdadero mesías; la extinción de programas y fondos, el recorte a presupuestos, la extinción de la obra pública, y su conversión en corrupción que algún día saldrá a la luz en toda su porquería, y en unos cuantos y bien medidos programas clientelares. 

Así se explican, finalmente, sus acciones como jefe del ejecutivo al violar la Constitución en numerosas ocasiones, siempre buscando someter a los otros poderes a su voluntad y doblegar a TODOS los que se atrevan no solo a oponerse sino siquiera a verle a los ojos o proponerle algo diferente a lo que dice, que no se detiene ni desdeña la compra de voluntades, la extorsión, el tráfico de influencias, la persecución y la represión en todas sus formas. Su mimetismo lacayuno ante los poderosos gobernantes del imperio del norte, con una cara para Donald Trump y otra para Joe Biden, su hipócrita oportunismo hacia las naciones de América Latina, y su protagonismo (bufonesco casi siempre) ante los organismos internacionales.

López Obrador no es un pragmático, sino un oportunista sin principios y sin idea de lo que se puede hacer con nuestra Nación, a la que está llevando a la destrucción sin futuro, en perjuicio sobre todo de los más pobres, pues los verdaderamente poderosos jamás han sufrido las consecuencias de sus malos manejos, pegados de manera también utilitaria al poderoso del momento y obteniendo jugosas ganancias de él, de su oportunismo y de la tragedia y miseria del pueblo mexicano.

Visto así, como lo es, dan nauseas las ideas, las afirmaciones, los discursos hipócritas, las acciones, los resultados, las “esperanzas” a futuro (mientras siga siendo Presidente), y el “éxito” del oportunista Andrés Manuel López Obrador. Y el mismo asco provoca nada más pensar en hacer de este señor un líder y seguirle, pero ni siquiera a la esquina; vade retro Satanás.

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