Una de las palancas de dominación de las naciones altamente industrializadas sobre los países en vías de desarrollo que proveen de materias primas y mano de obra barata, es la de engancharlos con préstamos millonarios a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). En esencia son forzados a renunciar a una parte de su soberanía y dejar que los caprichosos mercados de capitales les impongan sobre lo que deben y no deben hacer.
La burguesía nacional se ha asociado a la inversión extranjera sin derramar lágrimas ni sangre; en cuanto al estado su influencia sobre la economía se ha reducido al mínimo, siguiendo los dictados neoliberales.
La división internacional del trabajo, continúa sin la menor modificación, circulan los capitales y las mercancías entre los países pobres y los países ricos. Se sigue exportando nuestra mano de obra, las materias primas que el mercado mundial necesita y ciertos productos industriales elaborados, con mano de obra barata, por filiales de las corporaciones multinacionales. Los salarios de hambre de los países pobres, contribuyen a financiar los altos salarios de Estados Unidos y Europa. El FMI obliga a contraer hasta la asfixia créditos, congelar salarios, desalienta la actividad estatal y exige que se apliquen políticas de austeridad, para garantizar el pago de la deuda.
Pagar la deuda exige sacrificar programas de educación y de salud, los planes de crecimiento económico y de bienestar para los más desprotegidos, así como debilitar la soberanía nacional.
Entre sus muchas promesas el presidente López Obrador afirmó: "es importante decirlo, porque hay mucha desinformación (...) No vamos a aumentar impuestos, no van a haber impuestos nuevos, no va a crecer la deuda pública, no vamos a endeudar al país, no van a ver gasolinazos. La fórmula es sencilla: acabar con la corrupción y con los privilegios en el gobierno" (Milenio, noviembre de 2018).
Pero la palabra empeñada duró muy poco.
Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) dio a conocer las siguientes cifras publicadas en el periódico El Universal.
"En 2019 y en 2020 hubo, en cada uno, tres colocaciones de deuda en mercados extranjeros. Las de 2019 sumaron más de 6.3 miles de millones de dólares. En 2020 se colocaron más de 2.5 mil millones de euros y 6 mil millones de dólares. La primera colocación de este año, en enero, fue de 3 mil millones de dólares.
Además de esas colocaciones, México ha recibido seis créditos del Banco Mundial: uno en 2019 (en el mes de junio por 500 millones de dólares) tres en 2020 (en febrero 110 millones de dólares, mayo mil millones de dólares y diciembre por 750 millones de dólares) dos en lo que va de 2021 (los 2 en enero, uno por 225 millones de dólares y otro por 750 millones de dólares) …"
El negar que se está endeudando más al país, además de mentirle a los mexicanos, tiene la finalidad de ocultar el destino de esos enormes montos de deuda. ¿Se estarán usando para la recuperación económica, para mejorar los servicios de salud, para desarrollar la investigación científica y en infraestructura para elevar la calidad de vida de los más desprotegidos? Lo dudo.
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