MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Rojas o blancas, las banderas del antorchismo ondearán por una patria más justa

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"...Pero si miras hacia arriba tendrás acaso otra visión, hay un fantasma de bandera, lindo trapo de cielo y sol, y esa alma en pena, esa bandera, bandera en pena o qué sé yo, está en jirones, tiene sangre y no se olvida, no". Recita así uno de los poemas de Mario Benedetti, y vino a mi mente cuando esta semana, cientos de colonias del estado de Michoacán y del país entero se vistieron con trapos blancos, exactamente como una bandera, en forma de protesta por la falta de alimentos que están sufriendo sus familias.

En el estado de Michoacán, miles de casas de cartón y madera han sido testigos, durante décadas, de la situación tan precaria en la que viven los michoacanos; han escuchado tantas oraciones y tantos gritos de protesta que las familias han lanzado al viento, y que tristemente ningún órgano de gobierno ha querido recoger; porque nos queda claro que esos clamores han sido escuchados, pero ignorados.

Esta semana, esas casas, donde durante ya muchos días sus habitantes han permanecido recluidos, con la preocupación de que la comida no alcance, fueron testigo también de cómo se alzaron los trapos blancos, de cómo niños han tenido que ir a otras casas a buscar alimento, ponían con mucho cuidado sus banderitas, con leyendas que ellos mismos pintaron sobre las telas gastadas.

Este tipo de manifestaciones han empezado a aparecer por todo el país debido a que las familias de los sectores más vulnerables han comenzado a sufrir, de una forma brutal y cada vez más dolorosa, la falta de alimentos; pues al aplicar la indicación de "quédate en casa" y de "mantener la sana distancia", muchos michoacanos han perdido el poco ingreso que obtenían de sus empleos; la mayoría también, hay que aclararlo, eran empleos informales, donde la gente se dedicaba a vender en algunas plazas, o de limpiaparabrisas, vendedores ambulantes, etc.

Existen testimonios: en Zacapu, por ejemplo, donde la señora NN, vive con otros tres integrantes, en la última semana, las compras de alimentos han bajado drásticamente; esta semana para el almuerzo de su familia tan sólo pudo comprar dos jitomates, cuatro rebanadas de jamón, cuatro chiles y medio kilo de tortillas, alimento totalmente insuficiente para toda su familia.

Hay otros casos más crudos; por ejemplo, Carolina Urbina, una señora de 63 años de edad, se gana la vida vendiendo quelites y nopales, pero debido a la pandemia, sus ventas han bajado drásticamente, por lo que su ingreso le alcanza, apenas, para comprar sus alimentos, debido a que no puede gastar lo poco que gana, en transporte, doña Carolina debe caminar hasta 26 kilómetros para regresar a su casa.

Historias de vida de este tipo se encuentran por todos lados; no podría yo anotar las que conocemos, por obvia falta de espacio, pero no es difícil encontrarlas en cualquier punto de la república al que uno vaya.

Esta realidad triste, cruel, desalmada y dolorosa, no es otra cosa más que el reflejo de una sociedad enferma y descompuesta, de un sistema egoísta y mezquino al que no le importa pisar a cuantos se le pongan enfrente para poder incrementar sus riquezas. El Estado mexicano, es como alguna vez lo mencioné en alguno de mis escritos, "una estatua de hierro", que solamente luce, pero que no funciona.

Prueba de lo que digo es lo que ha pasado en nuestro país en estos últimos años. El gobierno de la 4T, ese que se decía defensor de los pobres, los ha abandonado hoy, más que nunca; se optó por destruir al sector salud con recortes presupuestales que fueron a dar a proyectos petroleros inviables, lo que ha provocado que en esta pandemia los trabajadores del sector salud tengan que salir a bloquear calles en demanda de mascarillas, gel antibacterial y herramientas elementales para tratar a enfermos de Covid-19 sin correr peligro; aunado a esto, el gobierno federal cerró también el Seguro Popular, sin tener un sustituto real que pudiera atender a los mexicanos.

Estos mecanismos, lo único que hicieron fue agravar la pobreza de millones, y se estima que, al término de esta pandemia, la cantidad de pobres crecerá con cifras realmente alarmantes. Es por eso que, desde hace 46 años, el Movimiento Antorchista Nacional ha luchado por crear una patria más equitativa y justa para todos, y es por eso también que, hoy, ante esta crisis humanitaria exigimos que el gobierno federal implemente un Programa Nacional de Distribución de Alimentos. Nosotros los antorchistas, seguiremos levantando y ondeando nuestras banderas, rojas y blancas, en el momento que sea, hasta lograr, algún día, que la voz del pueblo retumbe hasta el cielo y sea, por fin, escuchada.

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