Las alianzas políticas en México son relativamente nuevas en nuestra joven democracia. En el terreno electoral, la primera que se dio fue en las elecciones federales de 1988 con distintos partidos políticos que se aglutinaron en torno de Cuauhtémoc Cárdenas, quien fue impulsado a la presidencia de la República por el PARM, PPS, PFCRN y el PMS, donde la "vox populi” ha sostenido que quien ganó fue el Ing. Cárdenas. Pero también se registró uno de los acontecimientos más vergonzosos de nuestra historia reciente que fue "la caída del sistema&rdquo, que le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, por el nefasto secretario de Gobierno de aquel entonces, Manuel Bartlett Díaz, desde hace años perdonado y purificado por Andrés Manuel López Obrador y hoy colaborador cercanísimo de la Cuarta Transformación.
Más adelante, en las elecciones del 2010, la coalición PAN-PRD, logró triunfos importantes frente al PRI. En esa ocasión lograron el apoyo para ganar las gubernaturas de Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Las críticas fueron severas por el antagonismo de sus plataformas ideológicas, por sus orígenes y por sus propuestas de gobierno, sin embargo, demostraron eficacia para generar contrapeso frente al partido dominante en la Cámara de Diputados, que ya se perfilaba para recuperar la presidencia de la República, y que aún mantenía la mayoría de las gubernaturas y los congresos locales en las 32 entidades federativas.
En estos tiempos inéditos, ni la crisis de salud que vive nuestro país por la terrible pandemia de covid-19, ni la crisis económica generada por el actual Gobierno federal antes de la pandemia y acentuada por la misma, ni ante la peor inseguridad de los últimos 20 años, detiene la efervescencia política, al contrario, toma mayores bríos. Las próximas elecciones están a la vuelta de la esquina, dependiendo de los resultados, marcaran el destino político de los años por venir del Gobierno federal morenista, así como de los partidos políticos participantes.
Es mucho lo que está en juego en la elección del 2021. La más grande y compleja de los últimos años. Ya que podrían cambiar los equilibrios entre las fuerzas políticas al interior de la Cámara de Diputados y desde ahí bloquear o elevar los costos de negociación para la aprobación de las reformas legislativas pendientes de AMLO o la aprobación de los Presupuestos de Egresos de la Federación de los próximos años, lo que le resta de gestión a la Cuarta Transformación. Pero, además, están en juego 15 gubernaturas, de las cuales 8 entidades están gobernadas por el PRI, 4 por el PAN, una por el PRD y otra Independiente. A la par, 30 congresos de los estados habrán de renovarse, junto con Ayuntamientos en 29 entidades, además de las 16 Alcaldías de la Ciudad de México.
Para las elecciones del próximo 6 de junio, los principales partidos políticos formaron alianzas. Ambas alianzas están concentrando sus fuerzas en la lucha por el control de la próxima Cámara de Diputados. Por el oficialismo, se encuentra la alianza "Juntos Haremos Historia&rdquo, conformada por Morena, el PT y el PVEM. Dicha alianza abarcará 151 distritos electorales federales de los 300. Morena encabezará 66, el PT 44 y el Partido Verde 41. En los 149 distritos restantes, cada partido irá con sus propios candidatos.
La segunda alianza la conforman el PRI, PAN y PRD, y se llama "Va por México&rdquo, participaran juntos en 158 distritos de los 300. El PAN encabezará 61, el PRI 53 y el PRD 44. Esta alianza imposible hace algunos años, lo único que tiene en común es al mismo adversario, que es el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni siquiera a MORENA.
Ya que el principal activo de la alianza oficial es el liderazgo y popularidad que aún tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, tiene un gran problema, no aparecerá en las boletas electorales. De ahí que su estrategia ha sido preparar una elección de Estado, haciendo proselitismo desde hace dos años que comenzó su gobierno, empezando con sus conferencias mañaneras todos los días, donde marca la agenda de la discusión política del país y golpea a sus adversarios políticos, que van desde medios de comunicación, empresarios, periodistas, líderes de organizaciones civiles, gobernadores, etcétera, con todo el poder que le otorga ser el primer mandatario del país. Dicha estrategia la implemento desde hace más de 20 años, allá en el lejano 2001, cuando era Jefe de Gobierno del entonces CDMX.
También formo un ejército de más de 18 funcionarios que les llama "Servidores de la Nación&rdquo, ejército electoral creado días después del 1 de julio de 2018, aunque realmente es la estructura de la promoción del voto de Morena en la última elección federal, comandados por Gabriel García Hernández, Coordinador Nacional de Programas para el Desarrollo, ex secretario de Organización de Morena, quien trabaja directamente con López Obrador, y a quien se le atribuye un enorme poder dentro del gobierno De Morena. Dicho ejercito recorre el país todos los días promocionando los programas clientelares de la Secretaria del Bienestar y le cuestan al erario más de 2 mil millones de pesos al año.
A todo esto le sumamos la implementación de los programas clientelares entre los que destacan Pensión para Adultos Mayores, Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. La suma del número de beneficiarios de los programas sociales es de alrededor de 23 millones (el 26% del padrón electoral) de personas que reciben recursos de algún programa, todos en edad de votar, descontando a los niños (pero no a sus padres) que reciben alguna beca u otro apoyo económico. López Obrador, está haciendo lo que tanto critico en el pasado, utilizando los programas sociales electoralmente. Sin embargo, hay que recordarle que el asistencialismo en nuestro país ha fracasado. Según el Coneval la pobreza en nuestro país del 2008 al 2018 sólo se redujo 2.5%, mientras que los recursos destinados a los programas sociales aumentaron un 86.7%.
López Obrador sabe que en las elecciones intermedias la participación electoral disminuye, en promedio 51% del padrón electoral, contra el 62% en la última elección presidencial del 2018, donde él gano con 30 millones de votos, el 53% de la votación emitida. Aunque no es una regla general, normalmente el partido del presidente en turno, en este caso Morena, sufre una disminución en su votación por el desgaste natural de su gobierno, de ahí que los 23 millones de "agradecidos” por sus programas clientelares, juegan un papel trascendental electoralmente, ya que representarían el 50.3% de los votos emitidos en unas elecciones intermedias, casi el mismo promedio que el obtuvo en el 2018, que fue el 53% de la votación total.
Si la alianza "Va por México", quiere en serio evitar una elección de Estado, debe postular a sus mejores cuadros, a los que previamente hayan realizado un trabajo político impecable en su CDMX, local, en su municipio y por supuesto en su estado, en el caso de las gubernaturas. Es decir, la alianza debe ser con el pueblo trabajador de México. De lo contrario, dicha alianza será un fracaso y se afianzará una dictadura que nadie quiere ni desea en México. Al tiempo.
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