Desde antes de la llegada de la pandemia la educación era uno de los temas pendientes más urgentes por atender del gobierno; el acceso a la educación, los altos índices de abandono, deserción escolar, falta de infraestructura en las escuelas, pésima calidad académica, programas que ayuden a los jóvenes a seguir estudiando, entre algunos otros males. En este sentido, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria expuso que para el año pasado, 15.7 millones de personas en edad de estudiar no ingresan a la escuela al nivel educativo que les corresponde.
Para que estas personas puedan acceder a la educación, se necesita que el gobierno destine 2% más del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, alrededor de 500 mil millones de pesos, sin embargo, en el PPEF 2022 se proyectaron puras buenas intenciones, y es que la Secretaría de Educación Pública (SEP) pasó de tener un gasto programado de 183 mil 900 millones de pesos para la primera mitad del 2022 a solamente 158 mil 973 millones, una variación del -17.9%.
México está pasando por una de las peores crisis en materia educativa de los últimos 10 años. Y es que lejos de que las autoridades estén preocupadas por implementar políticas educativas y financieras que puedan revertir todos estos males, se han encargado de seguir cavando más profundo el hoyo en el que nos tienen metidos. Solo habrá que señalar que de los casi dos años que lleva la titular de SEP no ha habido ningún cambio real en beneficio de los actores de la educación.
Pues es que los programas que beneficiaban a toda la comunidad estudiantil fueron desaparecidos con el argumento de que quienes manejaban estos, eran absorbidos por la corrupción y hacían mal usos de los recursos destinados para desarrollar dichos programas, Escuelas de Tiempo Completo, Prospera, entre otros programas con fundamentos pedagógicos, que sin más fueron encasillados en el rubro de “corrupción” para justificar su abolición.
Derivado de lo anterior los problemas en la educación se han acrecentado. 5.2 millones de estudiantes abandonaron las escuelas en el último periodo escolar, los jóvenes tendrán un atraso académico de por lo menos tres grados escolares y a México le va a costar para recuperarse hasta un 132% de su PIB en los años venideros.
Todo apuntaría al escuchar esto que la maestra Delfina Gómez estaría reuniéndose con su equipo de trabajo para pensar de qué manera revertirá esta situación de emergencia extrema por la que pasa la educación en México, sin embargo, hace unas semanas Morena eligió a la secretaria de Educación como coordinadora de los Comités de Defensa en el Estado de México, por lo que en los próximos días tendrá que abandonar la SEP para estrechar manos, sonreír y realizar nuevas promesas que tampoco cumplirá.
Y ¿cómo deja la dependencia? Más rota que “Chucho”, pues es que, para poder remediar la cancelación de los programas antes mencionados, la secretaria Gómez propuso otros más, pero sin “intermediarios”: La Escuela es Nuestra y Universidades para el Bienestar "Benito Juárez". No obstante, el programa La Escuela Es Nuestra tuvo irregularidades en sus gastos de 2020; la Auditoria Superior de la Federación (ASF) encontró que mil 757 planteles no demostraron que 573 millones 605 pesos hayan sido usados para mejorar las condiciones de infraestructura y equipamiento de estas escuelas.
Otros 12 millones 100 mil pesos que fueron otorgados a 71 planteles mediante sus respectivos Comités Escolares de Administración Participativa, no presentaron evidencia que demuestre que, con los recursos otorgados, se llevaron a cabo acciones para mejorar las condiciones de infraestructura y equipamiento de los planteles de acuerdo con sus necesidades. En síntesis, la corrupción sigue.
En lo que concierne a los contenidos educativos y aprendizajes el panorama está igual o peor, y es que al no llevar a cabo estrategias que evalúen los efectos de la pandemia en la educación e instrumentar programas que nivelen o regularicen a los estudiantes que fueron afectados por la pandemia, el rezago educativo aumentó en niveles abismales y, al no entender la magnitud de la situación, Delfina Gómez optó por aprobar a todos los alumnos, sin importar si habían aprendido o no, para terminar lo antes posible con el ciclo escolar.
Escuelas sin las condiciones necesarias para impartir clases, alumnos con niveles altos de rezago educativo, maestros sin las herramientas necesarias y con salarios mal pagados, programas educativos con irregularidades económicas, niveles abismales de deserción escolar, disminución del PIB en inversión a la educación, libros de textos sin revisar y con faltas de ortografía y planes de estudios que buscan adoctrinar en lugar de desarrollar el sentido crítico es lo que Delfina Gómez nos deja en una deshecha SEP.
Está más que claro que no hay otra alternativa más que luchar por una educación real, que beneficie al pueblo trabajador, una educación que nos dote de las herramientas necesarias para transformar la sociedad en la que vivimos, convertirla en una más justa y equitativa en la que podamos vivir mejor, posiblemente no llena de lujos, pero sí en una en la que podamos vivir con más humanidad. El momento es ahora, después será demasiado tarde.
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