En días pasados, el gobernador de extracción morenista, Salomón Jara Cruz, rindió su Segundo Informe de Gobierno y, de nueva cuenta, fue triunfalista al alabar los “megaproyectos” que son continuidad del legado del expresidente de la república Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, casi a la par, surgían y se daban a conocer los datos sobre el desempleo creciente en Oaxaca, cuestión que me hace escribir estas líneas, pues creo conveniente dar luz a los oaxaqueños sobre la realidad que guarda nuestro estado para tomar postura sobre la verdad y las acciones que hay que emprender.
La falta de empleos en parte se debe al capital extranjero asentado en los países pobres, como son todos los de América Latina.
Luego de que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) detallara los resultados sobre la situación laboral de los oaxaqueños, preocupa que un discurso del gobierno de la 4T siga empeñado en decir que no pasa nada.
La realidad le demuestra que, más bien, lo que hacen es con su “informe” colocar una máscara a lo que pasa en Oaxaca.
Los datos son preocupantes, pues la tasa crítica laboral en la capital de Oaxaca fue del 47.9 % al segundo trimestre de 2024; a nivel estatal fue de 33.2 %. Esto quiere decir que los oaxaqueños se enfrentan a empleos en donde el sueldo es poco por muchas horas de trabajo; empleos con cortas jornadas debido a razones de mercado, así como la cantidad de personas que buscan un empleo y no encuentran uno satisfactorio a sus necesidades, colocando a Oaxaca de Juárez en el noveno lugar por tasa de condiciones críticas de ocupación en el país.
La condición crítica de ocupación es la suma de personas desocupadas, subocupadas, ocupadas que laboran menos de quince horas a la semana, ocupadas que buscan trabajo y/o ocupadas en condiciones críticas de ocupación, explica el Inegi.
La ENOE detalla que en la entidad la tasa fue de 33.2 %: para los hombres de 35.6 % y para las mujeres de 29.6 %.
En cuanto a la tasa de Subutilización de la Fuerza de Trabajo —que representa a las y los desocupados, subocupados y no económicamente activos disponibles para trabajar como porcentaje de la fuerza de trabajo ampliada (PEA más PNEA disponible para trabajar)— Oaxaca se ubicó en 25.1 %. Para los hombres fue de 19.7 % y para las mujeres, de 32 %.
En lo relativo a la población que se encontraba sin trabajar, pero que estaba disponible y buscó trabajo en el mes previo a la entrevista fue de 1.2 % de la población económicamente activa. En el mismo trimestre del año anterior esta población representó el mismo porcentaje.
En términos absolutos, la población desocupada fue de 22 mil 626, que se traduce en 205 personas más. Por sexo, el comportamiento en los hombres fue un incremento de mil 474 y en mujeres un decremento de mil 269 personas desocupadas, en comparación con el segundo trimestre de 2023.
La tasa de desocupación masculina y femenina fue de 1.2 % en ambos casos, lo que significó incremento de 0.1 puntos porcentuales en los hombres y decremento de 0.2 puntos porcentuales en mujeres, respecto al mismo trimestre del año anterior.
Para quienes seguimos lo que sucede en México y el mundo, esta situación —que no le preocupa a la 4T— tiene su explicación en la “globalización”, que ya ha logrado que las economías y la opinión pública de los países subdesarrollados acepten como única salida la inversión extranjera creciente (productiva y especulativa) y, como consecuencia obligada, la total sumisión a los gobiernos y a los organismos internacionales.
Por eso hoy, conceptos como soberanía nacional, autonomía, independencia, igualdad jurídica de los Estados, solución pacífica de las controversias, etcétera, son poco más que papel remojado, cuando no objeto de ataques y burlas de la avanzada “intelectual” del neoliberalismo.
¿Qué quiero decir?, que la falta de empleos en parte se debe al capital extranjero asentado en los países pobres, como son todos los de América Latina.
Es el capital extranjero el que encabeza la exigencia de concesiones y privilegios abusivos, tales como exenciones fiscales, leyes laxas sobre ecología y medio ambiente; infraestructura moderna y eficiente; seguridad y paz social absolutas; energía barata y a las puertas de sus empresas, etcétera. Todo eso financiado, naturalmente, con los impuestos arrancados al resto de la población.
Como síntesis de esta avanzada neoliberal, cada vez que tienen oportunidad de hacerlo, no se recatan de plantear una independencia total respecto de los poderes y leyes del Estado huésped de esos capitales; que todo quede, finalmente, en manos de tribunales o comisiones “internacionales”. Eso, mientras maduran las condiciones para un Gobierno mundial controlado por ellos.
Hoy gozan ya, por lo pronto, de una absoluta libertad de movimiento gracias a la cual, gracias a esa “ruptura de facto” de las fronteras nacionales, a la menor insinuación de una elevación de impuestos, así sea de lo más modesta, responden con “fuga” apresurada hacia nuevos destinos, dejando tras sí basura, devastación ecológica y desempleo masivo.
En toda esta política, repito, los capitales extranjeros son la avanzada; los capitalistas locales no son los de la iniciativa, aunque muchos de ellos la aprueben y la apoyen calladamente.
A la vista de todo esto, resulta obvio que una verdadera cancelación del modelo neoliberal tiene que pasar, por fuerza, por una política fiscal progresiva; medidas de fondo para incentivar el ahorro y la inversión nacionales, y así disminuir la dependencia de los capitales foráneos; fortalecimiento del mercado interno mediante una ley laboral que permita y aliente la lucha independiente de los trabajadores por mejores salarios, prestaciones y empleos de calidad; una diversificación racional y equilibrada del comercio exterior, reduciendo la excesiva dependencia de un solo mercado externo; menor proclividad hacia los tratados comerciales, pues hay que recordar que casi siempre ocultan los intereses y los abusos de los poderosos, disfrazándolos de ayuda solidaria para sacar del subdesarrollo a los débiles.
Y como trasfondo y base universal de todo esto, dar un impulso gigantesco, claro y enérgico al sistema educativo nacional, apoyándolo con todo el dinero que sea posible, para lograr la excelencia académica en todos sus grados y niveles y así garantizar la formación de verdaderos sabios, investigadores y descubridores que conquisten para el país la independencia científica y tecnológica. Seamos pues, los impulsores de una nueva clase política.
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