Buen día amable lector, antes de comenzar el tema de ésta semana, comenzaré brevemente a definir lo que es servilismo y bajo eso desarrollaré mi tema. Servilismo tiene el significado de "tendencia exagerada a servir o satisfacer ciegamente a una autoridad” (actividad de un agente que resulta patógeno) y viene del "servil” e "ismo”. Paso a lo siguiente:
La inmensa responsabilidad que tiene el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no cabe y ni se refleja en su nombre. Lo que muchos nombran como "Trife", es en realidad el Supremo Tribunal Electoral.
Tiene su antecedente en el Tribunal de lo Contencioso Electoral que surge en 1987 con motivo de la reforma constitucional implementada con la promulgación del Código Federal Electoral, el 29 de diciembre de 1986, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de febrero de 1987. Con la reforma electoral de 1990, se creó el Tribunal Federal Electoral, que dio autonomía en materia electoral a sus asuntos, fundamentándose la definitividad de sus resoluciones.
Es también una instancia del orden constitucional, por encima de los poderes locales y también de los poderes federales. Al Igual que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral es un organismo suprafederal, encargado de vigilar que los poderes públicos se ajusten, en materia electoral, al derecho y a los cánones democráticos. Es decir, que los que han de gobernarnos surjan, efectivamente, de la voluntad del pueblo.
Es por eso que su servilismo hacia el presidente es una tragedia. Poner sus facultades legales, administrativas y operativas al servicio del poder no sólo es reprobable, sino que pone en peligro la democracia en México; porque al ser la última instancia a la que puede acudirse para destrabar un conflicto del tipo electoral, ¿qué garantías tenemos de que sus sentencias serán legítimas si es clara su lealtad y que al Ejecutivo federal? Seguro, ninguna.
La primera sumisión del TEPJF, se dio durante el proceso de selección de la dirigencia nacional de Morena. El presidente del Tribunal Electoral, Felipe Alfredo Fuentes Barrera, decidió cancelar en su proyecto el método de las encuestas para elegir al dirigente nacional; horas después acabó votando a favor de no suspenderlas. ¿Qué lo hizo cambiar de parecer?, ¿de dónde recibió la orden? La respuesta es obvia.
El segundo caso fue cuando el Tribunal cedió a un escándalo al darle el registro a tres partidos políticos afines a López Obrador y negárselo a México Libre, entonces liderado por Margarita Zavala. Dio hasta pena el uso selectivo que ellos hacen con la ley para favorecer a unos y dejar a un lado y perjudicar a otros. Bien sabemos que si le negaron el registro al partido México Libre fue porque al presidente López Obrador le disgustaba y llegó al extremo de inventar una serie de reglas inexistentes con tal de que el partido no fuese registrado.
Este hecho, se interpretó como una venganza de AMLO ejercida por un juez, y lo que más pesa es que al propio magistrado presidente del Tribunal Electoral, se le olvidó el papel y la función que está obligado a desempeñar; está claro que lo que el debe hacer, es aplicar la ley con total imparcialidad, más no cumplir caprichos. No cabía la menor duda de que el TEPJF ya había sido capturado por las fuerzas de la Cuarta Transformación.
A eso le agregamos la reciente resolución de revocar el acuerdo del INE de prohibirle tanto al presidente de la República como a los gobernadores y demás funcionarios públicos hablar sobre temas electorales, todo quedará confirmado.
Y lo que también parece confirmarnos el Tribunal, es que está dispuesto a faltar a su responsabilidad de verificar que las elecciones del 6 de junio sean limpias, libres y auténticas; pues al quitar el impedimento de que Andrés Manuel López Obrador, que es experto en la propaganda política y la difamación, intervenga con posicionamientos en el proceso electoral, está dando permiso para que desde el poder se favorezca a los candidatos de Morena y se hable mal de los de la oposición.
¡Todo eso que más da!, bueno, lo único que nos queda es esperar que todo no se lleve a cabo y haya una solución en lo inmediato, dado que los candidatos que van por otros partidos, también deben tener la oportunidad de triunfar en las elecciones; pero, dado que López Obrador sin duda intervendrá, y el TEPJF no hará nada para impugnar y dar solución, todo parece indicar que los únicos que tendrán posibilidades de ganar en estás disparejas condiciones serán los candidatos de Morena.
Las medidas cautelares no son, como alega López Obrador, de censura, sino de la legítima defensa del principio de equidad que tanto se pregona en las sociedades que se consideran democráticas. Dejar suelta la lengua del presidente sólo profundizará la ya grave polarización política que se vive en el país y tendrá sin duda, su reflejo en el voto de los ciudadanos. El sólo hecho de denostar a los partidos opositores y traer a mención "la mafia del poder&rdquo, "los neoliberales" "los conservadores" o el "no somos como ellos” abonará en acarrear más votos para el carro de Morena.
Por todo lo anterior, se hace evidente la necesidad de un frente común para la defensa del voto y el respeto a la ley, debemos explicarle a ciudadanía en general que lo que viene haciendo la 4T no es acabar con la corrupción y la injusticia, sino la repetición de los vicios más graves de la política autoritaria mexicana, como la violación flagrante a nuestras leyes y la instauración de un gobierno dictatorial que no escucha ninguna propuesta nueva por más sensata que sea, que no admite la competencia ni las nuevas ideas y viene aplicando exactamente los mismos errores que tanto le criticó a los gobiernos del pasado.
AMLO olvida, que él mismo llegó al poder precisamente porque se le escuchó y se le dio la oportunidad de participar en las elecciones mediante la democracia que ahora pisotea y mancilla; olvida, tal y como lo señaló de los gobiernos anteriores, que esa política es lo que provocó la profundización de la desigualdad social, el crecimiento de la injusticia y de la pobreza.
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