MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sí al regreso a clases presenciales, pero no a costa de nuestra vida

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Hace unos días en el periódico El Siglo de Durango se publicó una nota, hasta cierto punto alarmante. La nota dice que con base en un estudio que se realizó por parte de la secretaria de educación, en la que el titular reveló que dos de cada 10 alumnos de educación básica desertaron durante este ciclo escolar, es decir, que en la entidad de 420 mil estudiantes de preescolar, primaria y secundaria; 84 mil no dieron continuidad a su educación, ya que no están en clases, y que esto se debe a las complicaciones derivadas de la pandemia. Es a mi punto de vista un resultado previsto desde que inició el ciclo escolar.

Las autoridades educativas pusieron su entusiasmo en las estrategias de enseñanza Aprende en casa I y II, que consiste en que los alumnos trabajen a través de plataformas digitales, por medio de la televisión y la radio y que los docentes busquen los mecanismos para comunicarse con los estudiantes, que principalmente ha sido mediante las aplicaciones del teléfono celular. Suena lógico pues, que los resultados sean desastrosos, pues a nuestras autoridades al momento de organizar la estrategia, se les olvidó que vivimos en un país donde solo el 56.4% de los hogares disponen de conexión a internet, solo el 44.3% disponen de computadora (considerando que en una familia hay hasta 4 integrantes), y donde sólo el 75.1 % de los usuarios disponen de un teléfono celular (que es uno de los principales dispositivos con los que la población se conecta al internet). Todo esto, lógicamente, está trayendo como consecuencia que muchas familias desechen la idea de las “clases en línea”.

La nota también dice, que según el encargado de la política educativa en la entidad; el problema más agudo no se encuentra en la zona indígena, ya que ha habido más contacto de los docentes con sus alumnos, porque muchos son de las mismas localidades, por lo que la mayor deserción se registra en las colonias de la periferia de las zonas urbanas, que es donde las familias están padeciendo más dificultades económicas, lo que imposibilita que sus hijos puedan acceder a internet.

Ésta es una verdad innegable, pero lo cierto es que las autoridades federales echaron a andar esta estrategia sin considerar los factores socioeconómicos de las familias duranguenses y mexicanas. Para nadie es un secreto que las principales ciudades de los estados, están llenas de cinturones de colonias en situación de pobreza y marginación, donde se concentran todos los trabajadores de las grandes empresas y que sus bajos salarios no les permite tener mejores condiciones de vida, donde es necesario que los dos padres de familia trabajen para que haya una entrada extra de dinero, colonias en donde no solo no hay internet, si no que carecen de agua potable y luz eléctrica. Agregándole que en estos tiempos de pandemia la situación se agravó porque muchas personas se quedaron sin empleo.

Lo dicho por las autoridades educativas es completamente cierto, pero aclaro que esta situación de desigualdad y pobreza no es producto de la pandemia, es un mal estructural de nuestro país de muchos años, derivado del modelo económico el cual es necesario cambiar.

Pero, hay que entender lo que nos quieren decir las autoridades con estos datos. ¿Será que se está preparando a la población para que acepte que es necesario y de manera urgente el regreso a clases, para que no se siga atrofiando la educación de nuestros niños y jóvenes?

No hay duda de que el regreso a las aulas de los estudiantes es necesario y urgente, pero exijamos que el regreso a clases presenciales sea con la condición de que todo el personal de las instituciones y alumnos estén vacunados, de que haya apoyos para material de limpieza y sanitización siempre y que las escuelas estén en condiciones físicas de recibir a toda la población estudiantil. En esta ocasión, el gobierno federal debe ser responsable en sus decisiones y evitar otra catástrofe como está sucediendo con las clases virtuales.

Estemos atentos; maestros, alumnos y padres de familia, no permitamos que el gobierno trate de salvar la economía a costa de nuestra vida o la de nuestra familia.

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