Es un hecho que los programas que alentaban la productividad agrícola en el estado se han eliminado por otros pocos que no cubren a todos los productores y están sujetos al vaivén de las elecciones, de los amiguismos, compadrazgos y de las buenas relaciones con quien detenta el poder público. Además no existe una transparencia en el uso de los recursos destinados al campo y se ha reducido drásticamente el presupuesto al sector agrícola, pues en los últimos dos años de poco más de cien millones que administraba la SEDAGRO en algunos programas como fertilizante y proyectos productivos se han cortado de tajo y ahora el techo presupuestal para el año 2022 no rebasa los 45 millones de pesos contantes y sonantes, una bicoca si se contemplaran con las grandes necesidades que tienen decenas de miles de pequeños productores, desde asesoría técnica, insumos, reconversión de cultivos, maquinaria y tecnología, comercialización y financiamiento accesible, etc.
La actual Secretaria del ramo, Katia Herrera Quevedo, se ha limitdo a hacer recorridos en algunas regiones pero sin ejecutar verdaderas acciones que impacten la producción de alimentos, mucho ruido y pocas nueces las que llegan al agro morelense, sobre todo al grupo más abandonado que son los pequeños productores. Algunos fenómenos preocupantes nos deben de alertar de que la actual política agrícola, implementada a nivel federal y su réplica en el estado, poco impacto tiene en el bienestar de las familias rurales. Veamos.
1. La falta de apoyos al campo provoca el aumento de tierras yermas, sin uso agrícola, lo cual promueve la migración del campo a la ciudad o al extranjero en busca de mejores condiciones de vida. Esto se refleja claramente en el número de mexicanos que buscan cruzar la frontera norte, pues en el primer trimeste del año aumentó la cifra en 125%, casi 150 mil fueron expulsados; hasta el mes de octubre ya se había acumulado más de 323 mil retenidos, cifra que representa más del doble en 10 meses. Además del aumento de las remesas hacia nuestro país en los últimos años, producto de un mayor número de los connacionales en el extranjero.
2. La reducción de la producción de granos básicos y oleaginosas (entre el 4 y 7%) a nivel nacional promueve las importaciones de casi 17 millones de ton para cubrir la demanda interna, con un incremento de 13.6% en los primeros 5 meses del año. Esto en buena medida es efecto de la falta de insumos como semillas mejoradas y fertilizantes, programas cancelados en el estado desde hace más de un año. Además del incremeto significativo al precio del fertilizante, pues hace más dificil su adquisicion por los pequeños productores y aumenta los costos de producción de sus cultivos.
3. La falta de transparencia en los censos del bienestar y las reglas poco claras para su implementación dan lugar a que se incluyan personas que no justifican su actividad, así como la inclusión de personas ya fallecidas o la exclusión de muchas otras por no ser del de la simpatía de los siervos de la nación, aquienes se instruye para que sean selectivos en los registros procurando asegurar a los simpatizantes de Morena. Esto lo ha documentado la propia Auditoria Superior de la Federación.
4. El resultado de una política agrícola excluyente, en beneficio de los más grandes productores trae como resultado el aumento de la pobreza no solo en el campo sino también en la ciudades. Esto lo registra el CONEVAL en un estudio para los años 2019 y 2020, donde señala el aumento de casi 4 millones de pobres, para el caso del estado la cifra alcanza 114 mil y con eso más del 54% de la población morelense está en una situación de pobreza.
Por estas y otras razones que sería prolijo enumerar por la falta de espacio es importante que la nueva legislatura del estado, con representantes más comprometidos con los morelenses, tome en cuenta la grave situación por la que atraviesan los campesinos más pobres; que se requiere de un golpe de timón en la política agropecuaria del estado destinando un techo mayor del presupuesto estatal pero orientado a la implementación de programas que alienten la productividad agrícola así como la comercialización de los productos del campo. Sin esa reorientación de la política difícilmente se podrá detener o aminorar la migración del campo a la ciudad y, en consecuencia, aumentarán los precios de los productos básicos, crecerá la pobreza, etc. y, por tanto, la dependencia del exterior. En fin, en manos de los diputados está revertir el olvido del campo morelense. Conste.
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