Entendiendo por formación social, al momento en el que conviven varios modos de producción aunque haya uno imperante, no es difícil observar en la sociedad contemporánea algunos vestigios de aquellos antiguos que dieron paso al nuevo. En Europa, por ejemplo, conviviendo entre la formación social democrática, parecen alzarse aún algunos elementos monárquicos con bastante fuerza.
México por su parte, guarda dentro de sí algunos sitios geográficos en los que todavía pueden observarse formas serviles de producción y, en algunos casos, incluso esclavista.
De tal forma, podemos entender que, en la construcción de una nueva sociedad, pueden convivir hasta cierto modo, elementos de la o las sociedades anteriores que han sido superadas, pero que abren el paso también a modelos nuevos, adelantados, que han tenido como común denominador, hasta el momento, el desarrollo de las fuerzas productivas y la reproducción de las relaciones sociales de producción de explotación, por lo menos a partir del esclavismo.
Esto nos hace pensar en la construcción de una nueva sociedad más justa y en que la riqueza pueda ser distribuida de manera equitativa, en la que el hombre viva para trabajar, entendiendo el trabajo como el medio para explotar todas sus habilidades y no supeditarla solamente a la supervivencia; existirán también, vestigios de la sociedad capitalista.
Es cierto, Lenin lo dejó muy claro en la instrumentación de la política económica que se instaurase en la Unión Soviética después del triunfo de octubre de 1917, abrir las puertas al capitalismo y a la inversión extranjera parecía ser sentencia de suicidio en la nueva sociedad, pero Lenin tenía muy claro qué necesitaba la nueva Rusia y naciones dependientes: la superación del sistema capitalista agravando sus contradicciones y explotando su potencialidad.
Así es, no ha existido (aún en el comunismo primitivo) un modo de producción que, como el capitalismo pueda producir tanto, en tan corto tiempo y de tal forma. La producción a partir del siglo XIX con la incrustación de nuevos aparatos tecnológicos y adelantos científicos ha Sido aún más grande que la existente antes del modo de producción imperante.
Esto lo han entendido muy bien los chinos, por ejemplo, que han entrado al mercado internacional jugando sus cartas en el mundo capitalista pero cerrando las fronteras ideológicas hacia dentro del país, logrando edificar una sociedad que se apuntala hoy como la máxima potencia a nivel mundial.
Y así, cómo hay pequeños brotes orientales (para esta parte del mundo) en dónde el socialismo se labra no como posibilidad, sino como la materialización de una sociedad mejor, se alza en nuestro país, en la Mixteca poblana, Tecomatlán.
Cualquiera que viene a “Teco” encuentra un oasis en el clima soez de la Mixteca. No solo por la vegetación que a mano del hombre provoca el resguardo al sol, sino por lo grande que ha demostrado ser su organización para elevar la calidad de vida de sus habitantes.
En Tecomatlán no hay cárceles, no se necesitan. No hay cantinas ni bares, no hay gente que por fuera pida dinero para llevar sustento a su casa, pues toda la población se educa y trabaja. Hay educación para todos, hay trabajo para todos.
En Tecomatlán hay desde ludotecas y preescolares hasta escuelas de nivel superior, una villa estudiantil que alberga a cinco centenas de jóvenes estudiantes, biblioteca, una casa de cultura enorme que potencia las habilidades artísticas del pueblo y, sobre todo, existe fraternidad entre sus habitantes que han alzado la antorcha del progreso en su pueblo, para todos.
Sí, en nuestra sociedad capitalista también hay grandes ejemplos, que bien convendría estudiar y aplicar a su manera en nuestros pueblos. En la construcción de un mundo mejor para todos México levanta la mano diciendo: “Aquí está Tecomatlán, el ejemplo más grande que el pueblo puede vivir mejor cuando se le organiza y educa, aprendamos de ello”.
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