MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

POESÍAS

Poesía

Trémolo

Pedro Bonifacio Palacios
Declama: Berenice Bonilla

Señor: ¿Cuándo dejarás de ser silencioso;
como el capataz de un ingenio de azúcar o de 
una cuadrilla de camineros? 
¿Por qué permites que los hombres hagan 
fatalmente aquello mismo que repudian? 
¿Por qué pusiste en mis manos esta mala 
bujía, si no me sirve nada más que para 
comprobar las tinieblas? 
Dios adusto, Dios frío, Dios con libro
de entrada y salida como un carcelero.
Dios que necesita del dolor, Dios que inventó las lágrimas... ¡Vete a tu olimpo...! 

Aquí está, mi pecado más funesto,
aquí está, de mis manchas, la peor, 
aquí estoy ante Ti… de un sólo gesto 
fulmíname, Señor.

¿Quién nos puso el horror a lo Deforme? 
¿Quién dictó las pragmáticas del Bien?
¿y qué mano imperial, qué bestia enorme 
nos hunde en lo soez? 

Negras son las cien fauces del Infierno,
negras las almas que al Infierno van,
negra la eternidad... ¡Negro y eterno 
un minuto del Mal! 
 
Tengo una luz en mí, que no se apaga,
tengo la lucidez de lo mejor... 
y tengo el corazon hecho una llaga, 
como el cuerpo de Job.
 
Brillan sobre la Noche las estrellas, 
brillan como pupilas de rubí, 
brillan desde el Principio, todas ellas: 
no me miran a mi. 

Yo no puedo cernirme en lo Inefable, 
yo no puedo ser más de lo que soy, 
yo no puedo evitar lo Inevitable... 
¡Si ni lo puede Dios! 
 
¿Dónde están tus olímpicos pesebres? 
¿Dónde está el manantial de tu Virtud? 
¿Dónde se han refugiado como liebres 
los Genios de tu Luz? 
 
Gimen los gemebundos algarrobos 
gimen bajo la fusta de Aquilón, 
gimen en las tinieblas como lobos 
te acusan como yo.

Yo he de ser el que cae, el que gravita; 
yo he de ser el satán el no feliz... 
¿yo he de ser el rosal que se marchita, 
porque te place a ti? 
 
Guarda para tus Santos tus Edenes, 
guarda para tus Vírgenes tu Amor, 
guárdate para Ti todos tus bienes... 
¡Tirano sin control!
 
Aquí está mi pecado más funesto, 
aquí está, toda entera, mi maldad, 
aquí estoy ante Ti de manifiesto: 
soy tu obra, tu Adán.
 
Braman en el desierto los leones, 
braman, con una gran lamentación, 
braman porque te ven sus corazones 
tal cual eres, Señor. 
 
Pesa la Cruz, sobre Israel deicida, 
pesa la Rebelión sobre Satán, 
pesa sobre Caín la primer vida: 
tu mano pesa más.
 
Buscan hasta los ángeles placeres 
buscan las hierbas el espacio azul; 
buscan la Libertad todos los seres: 
yo busco el ataúd. 
 
Sueña con retoñar el triste leño, 
sueñan los pobres ciegos con que ven, 
sueña la recua enorme: yo no sueño... 
¡Jamás retoñaré! 

Piensan los mismos necios en la gloria, 
piensan los incurables en vivir, 
piensa en la perfección la vil escoria: 
yo me río de mí. 

Yo sé que hay una luz que no se apaga, 
yo sé que hay que llegar alguna vez... 
¡y yo sé que están hechas una llaga 
las plantas de mis pies! 
 
Guarda para tus Santos tus Edenes 
guarda para tus Vírgenes tu amor 
guárdate para Ti todos tus Bienes: 
no quiero tener Dios. 
 
Me impusiste la cruz de un gran destino, 
me pusiste el afán del Más Allá 
y pusiste un dragón en mi camino... 
¡no doy un paso más! 

Aquí está mi pecado más funesto, 
aquí está de mis lacras la peor 
aquí estoy ante ti, firme y enhiesto: 
págame mi dolor. 
 
¿Qué te cuesta evitar mis amarguras? 
¿Qué te cuesta radiar toda tu Luz? 
¿Qué te cuesta dotar a tus criaturas 
de la misma salud? 
 
¿Quién reduce tus Fuerzas Infinitas? 
¿Quién te obliga a crear ni un pecho vil? 
¿Quién te impone la ley de los jesuitas 
para lograr tu fin? 
 
¿Dónde está tu Potencia Soberana? 
¿Dónde están tus Ejércitos del Bien? 
¿Dónde está tu Perfección Humana,
para tenerte Fe? 
 
Eras un viejo Buda milenario, 
eras una ficción y nada más, 
eras un espantajo innecesario: 
ni eras bien, ni eras mal. 
 
Eras sin filiación como un gitano, 
eras como un error que ya no es, 
eras un epigrama un dicho vano, 
una sombra que fué. 
 
Estabas derrotado por la Ciencia, 
estabas sin arraigo en lo Vulgar 
estabas como Duda en la Conciencia 
¡Daba pena tu altar! 
 
Todos te traicionaban, Iscariotes, 
todos te declaraban maniquí, 
todos hasta tus propios sacerdotes 
se mofaban de Ti. 
 
Y yo arrimé mis hombros a tu carro, 
yo te puse mis versos por pavés, 
yo te alcé como a un misero del barro, 
con mi profunda fe.
 
Yo te soñé la Madre y el Abuelo, 
yo te soñé más próvido que el Sol, 
yo te pensé mejor…  ¡vete a tu cielo!…
¡no mereces ser Dios! 
 
Aquí está mi pecado más funesto, 
aquí está de mis lacras la peor, 
Aquí estoy ante ti. Ni un solo gesto:
Págame mi dolor.