A poco más de cinco años de la toma protesta del presidente Andrés Manuel López Obrador, no cabe duda de que todo ciudadano mexicano e incluso algunos inmigrantes, hemos pasado por los peores años de gobierno que nuestro país haya tenido; hambre, desolación, desempleo, la salud por los suelos, la educación olvidada, cada vez más pobres, más deserción escolar, el incremento de la inseguridad y la migración son el reflejo de la situación de pobreza que enfrenta el país, entre muchos otros males que se han agudizado estos últimos años.
De acuerdo con Viviana Islas Mendoza, columnista del diario Contra Réplica, “en México la institución encargada de medir la política social del gobierno es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Para sus estudios, el Coneval mide seis tipos de carencias y/o indicadores: rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación”. De acuerdo con estos indicadores una persona es considerada pobre cuando tiene al menos una carencia social y su ingreso es insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas; por su parte, es considerada pobreza extrema cuando una persona tiene tres o más carencias y cuyos ingresos no son suficientes para adquirir alimentos saludables, esta última característica es la que define al mayor porcentaje de mexicanos.
Jaime Guerrero escribe en el periódico El Economista lo siguiente: “la pobreza aumentó en 3.8 millones de personas de 2018 a 2020 y en ese mismo lapso 2.1 millones de mexicanos pasaron de la pobreza a la pobreza extrema, a pesar de los programas sociales. La cantidad de mexicanos pobres pasó de 51.9 millones a 55.7 millones entre 2018 y 2020 (pasó del 41.9 al 43.9 por ciento del total de la población). La población en situación de pobreza extrema fue la más afectada, al pasar de siete por ciento (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5 por ciento (10.8 millones de personas) en 2020” datos que son perturbadores y nos deben de preocupar a todos.”
Por otro lado, la política de pensiones, becas y subsidios de la 4T tampoco ayudará a reducir la pobreza en este 2023. Se da mucho dinero a gente poco productiva o improductiva, y entonces no se dan recursos a las personas indicadas. Sí se le da, por ejemplo, “a todos los estudiantes”, pues no todos son pobres, no todos los requieren y los niños los utilizan para comprar juegos, ropa, pero no para asegurar que van a seguir estudiando. Si no se aplica una política de inversión que efectivamente favorezca la productividad, esto no va a funcionar.
Si le preguntamos a las personas más pobres si han recibido recursos, la respuesta es negativa. Por ejemplo, la gran mayoría de las personas que ayudan en la limpieza de los hogares mexicanos no recibe recursos, y si los recibieran, no las harían más productivas, no se asegura un crecimiento económico importante, que es lo que México necesita.
Pero, a pesar del hincapié que pone todas las mañanas López Obrador en la cuantía y dispersión de los recursos para los más pobres no logrará sacar de la pobreza a una sola persona. No solo eso, al parecer hay una tendencia a incrementar el número de personas en pobreza y pobreza extrema. Los datos dicen que sus programas sociales son opacos y poco eficientes en lograr la metas para los que fueron destinados.
Como se puede observar la política social asistencialista del mandatario federal consiste en la entrega directa de recursos económicos no está funcionando para erradicar la pobreza del país. Toda política pública debe partir de un diagnóstico para identificar el problema y focalizar las acciones, su evaluación es fundamental, pues como diría el matemático Lord Kevlin, “lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Las políticas clientelares sirven para ganar votos no para solucionar problemas sociales, aún, hay tiempo de cambiar el rumbo.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario