El lunes 31 de enero dieron inicio las asambleas de Análisis del Plan y los Programas de Estudio para el Diseño de los Libros de Texto Gratuitos para la Educación Básica, las cuales se llevarán a cabo en los diferentes estados del país, bajo la supuesta intención de elaborar de manera colegiada el Plan y los Programas de estudio para con ello plantear un nuevo modelo educativo en donde según la convocatoria, la comunidad será el centro de la construcción educativa. Han sido convocados diversos actores: maestros, padres de familia, alumnos, legisladores, investigadores y estudiosos de la educación, autoridades educativas locales, organizaciones de la sociedad civil y todo interesado en aportar propuestas.
En México se cambia constantemente de planes y programas de estudios para la educación básica (1993, 2011 y 2018). Cada uno de ellos se presenta como algo muy novedoso y con la finalidad de elevar la calidad de la educación, pero estos cambios son sólo un reflejo de la llegada de diferentes partidos al poder, pues cuando el poder se cambia de color, se reformula el currículo. Sin embargo, se observa que los fundamentos de la teoría curricular siguen siendo los clásicos, poniendo en duda lo novedoso o innovador del nuevo plan y sus programas.
Por ejemplo, el plan de estudios 2018 es parte de lo que el gobierno de Enrique Peña Nieto llamó la reforma educativa iniciada en 2013, que tenía entre sus elementos más destacados, la Ley General del Servicio Profesional Docente, la ampliación de las Escuelas de Tiempo Completo, la Autonomía de Gestión, y el Nuevo Modelo Educativo, mismo que nunca se concluyó, pues en primaria, se empezó a trabajar con los grados de 1ro y 2do en agosto de 2018, pero jamás llegó al resto de los grados escolares, los cuales se trabajaba con los nuevos planes de estudio, pero los materiales seguían siendo los del plan 2011. Termina el sexenio y pasan tres años del actual gobierno, el cual se quedó detenido, sin darle continuidad al proyecto anterior y sin un plan propio para sustituirlo.
Ahora nos dicen que se formularán nuevos planes y programas, y por lo dicho anteriormente resulta evidente que nuestro sistema educativo si necesita un proyecto educativo, pero no como lo plantean actualmente nuestras autoridades, surgido al vapor, sin un verdadero diagnostico de las necesidades de estos tiempos, llamando a toda la comunidad a proponer (haciendo populismo) y, sobre todo, sin tener ya asignado una parte del presupuesto para dicho proyecto.
En un proyecto de justicia social se necesita inyectar una gran cantidad de recursos, cumplir con lo que dice la Ley General de Educación : que se le otorgue el 8% del PIB. Y además de dinero, se necesita definir con claridad cómo combatir los vicios de nuestra cultura, cómo mejorar la ética de los individuos, la moral de los individuos y la moral colectiva, cómo formar individuos íntegros, autónomos, con dignidad humana y, al mismo tiempo, que tengan competencia para incorporarse al mercado laboral.
Invito al magisterio nacional y a la autoridad a voltear a ver el proyecto educativo de Antorcha Magisterial, un esfuerzo realizado por maestros y especialistas en la materia, el cual reconoce a todos los elementos que intervienen en esta importante labor y que encuentra sus fallas precisamente en el descontrol y la falta organización de estos, los cuales organiza en once apartados: Alumnos, trabajadores de la educación, planes y programas, evaluación carrera para los maestros, infraestructura escolar, autoridades educativas, padres de familia, salarios y estímulos, seguridad social y Sindicato de los Trabajadores de la Educación. Las necesidades educativas actuales no requieren parches e inventos en los planes y programas solo para ganar adeptos, requieren un verdadero proyecto educativo que forme a los hombres del mañana.
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