Vivir es una palabra que tiene su origen en el latín y significa existir. Hablando del ser humano moderno, para poder vivir se necesita de ciertas condiciones mínimas que le permitan llevar esa vida más amena día a día. En la filosofía se ofrecen muchas definiciones que nos llevan a la misma conclusión, para vivir, no solo como ser viviente, un animal o una planta, sino como ser humano, se debe vivir bien.
Pasando al terreno de lo objetivo, para existir el ser humano necesita alimento y es que, como dice Miguel Hernández en su poesía El Hambre: “El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la primera cosa que se aprende”, alimento y bebida claro está. Una vez cubierto este primer aspecto, se necesita la vivienda y descanso; se precisa ropa, calzado, salud; luego se requiere una institución donde educarse, aunque para completar esta pirámide deben lograrse la recreación, cultura, el sano esparcimiento y deporte.
Sobrevivir, viene del latín super vivere y significa "seguir vivo a pesar de grandes dificultades". En otras palabras, se trata de contar con lo necesario y mínimo para existir; definición que recuerda aquellos programas de sobrevivencia, donde los participantes eran abandonados en islas remotas y tenían que ingeniárselas para no perecer con escasos o nulos recursos y echando mano de lo que pudieran conseguir en el sitio.
Ahora bien, ¿a qué se parece más la realidad del obrero mexicano? O de la clase pobre en general de nuestro país, ¿a vivir o a sobrevivir? Pareciera una comparación sin sentido, pero no es así. El salario mínimo en México asciende a 207.44 pesos diarios, según datos de la Secretaría del Trabajo y de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), en contraparte el costo de la canasta básica es de 2,144 pesos aproximadamente por persona; y en el caso de las zonas urbanas, según datos del diario “El Economista” en una nota del 14 de febrero del presente, una familia con cuatro integrantes necesitaría entonces 8,576 sólo para comprar lo más básico de alimentación: huevo, aceite, leche, tortillas, frijoles etcétera. Si agregamos carnes rojas, pollo, frutas y verduras, el costo se eleva, pero vamos, que los niños no necesitan tanto, cerremos con ese dato.
Muchas familias pagan una renta mínima de 2,000 pesos si tienes suerte, más el costo del gas, la energía eléctrica, el agua potable, la educación de los hijos, la salud de toda la familia, el transporte al trabajo diario, en fin toda una serie de problemas que se resuelven con dinero; ese salario mínimo asciende a 4,978.56 por mes, con lo que no se alcanza ni la mitad de lo que enlistamos como necesidades básicas, lo que provoca que la madre deba trabajar también y en muchos casos debe sumarse el hijo mayor, cuando la edad lo permite.
Esto, además de ser una injusticia, es algo completamente premeditado por la cúpula de poder que controla la economía, pues los salarios tienen ese objetivo, darle al trabajador lo apenas necesario para subsistir, sin que tenga la capacidad real de acumular capital para hacerse independiente y crear su propia empresa que le compita por las ganancias a los grandes capitalistas. Ya lo decía Carlos Marx en su máximo libro “El Capital”, donde aborda su teoría del valor, donde de manera general, el valor de una mercancía está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo, es decir que a los trabajadores se les da el salario mínimo que se necesita para recuperar sus fuerzas y volver a laborar al siguiente día. También se calcula que este salario lo tenga “amarrado” a ése trabajo sin mayor oportunidad que vivir para eso y al llegar a una edad en la cual ya no es de utilidad se jubila con sus propios ahorros.
Pareciera que no hay opción para los trabajadores, pero sí que la hay, se debe cambiar de manera estructural la sociedad y la economía mexicana por una que sea más favorable para la gran mayoría de mexicanos que nos encontramos en los estratos más bajos del país; ese objetivo tiene el antorchismo y para ello necesitamos organizarnos como una fuerza única y demoledora que pueda tomar el poder político y lleve esta doctrina de un futuro mejor y más equitativo a la realidad.
Esto no es un sueño o una utopía, es una realidad que muchos economistas, no solo Marx, han dado ruta y viabilidad para su creación y además hay países que ya lo están haciendo con resultados aceptables. Sí hay opción para los pobres de México, sí hay opción para dejar de sobrevivir y empezar a vivir y esa opción está en organizarse en las filas del Movimiento Antorchista Nacional.
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