MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Y la infraestructura?

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Está terminando el sexenio del presidente López Obrador, y puede decirse con absoluta seguridad sin faltar a la verdad que, en los hechos, las clases pobres del país nada tienen que agradecerle pues lejos del bienestar prometido que nunca llegó, vivimos en peores condiciones que antes. 

A pesar de que más o menos treinta millones de mexicanos reciben apoyo monetario directo, el resto, muchísimos más, no. Y como ahora puede verse, para los más pobres, lejos de tener todo lo que necesitan, por el contrario, la vida se ha vuelto más complicada en todos los terrenos.

La 4T beneficia “primero a los ricos”, pues le entrega el doble de recursos de lo que recibían en el sexenio pasado al 10 % más rico de la población; mientras que el 10 % más pobre ahora recibe menos de la mitad de lo que recibían anteriormente.

Y que conste que ya es mucho decir, porque ya desde antes vivíamos muy mal y por eso la mayoría de mexicanos votó hace seis años en las urnas por un cambio para bien, pero se fue con la finta de la “dizque” esperanza de México y el famoso eslogan de “Por el bien de México primero los pobres”, y ahora le ha tocado constatar que una cosa es lo que se dice y otra distinta es lo que se hace.

En el análisis (publicado el jueves 25 de julio de 2024 en el periódico El Sol de San Luis), hecho por el investigador y Maestro en Economía por la UNAM Jorge Cano al Informe de Distribución del pago de impuestos y recepción de gastos de la Secretaría de Hacienda, se demuestra, por ejemplo, que la 4T beneficia “primero a los ricos”, pues le entrega el doble de recursos de lo que recibían en el sexenio pasado al 10 % más rico de la población; mientras que el 10 % más pobre de la población, o sea, los más pobres entre los pobres, ahora reciben menos de la mitad de lo que recibían anteriormente. Pero no es todo, señala.

Si tomamos en cuenta que la entrega de apoyos de transferencia directa se hace sacrificando otros programas que beneficiaban precisamente a los pobres, como es el caso de la salud y la educación, que representan las mayores transferencias no monetarias que hace el Gobierno a la población, la cuestión se vuelve verdaderamente escandalosa. 

Continúa: Lo que evidencia esa estrategia de dejar de focalizar las transferencias a los más pobres y optar por entregar apoyos de manera universal, sin importar el nivel de ingresos de la población, es una eficiente estrategia electoral, pero no garantiza la igualdad de oportunidades ni la movilidad social a través de servicios y programas públicos.

Conclusión: continúan los malos manejos y los recursos siguen siendo insuficientes, pero lo poco que hay llega más a los más ricos y menos a los más pobres. Cierto.

Y si le echamos una ojeada a la infraestructura en general que tiene que realizarse y funcionar precisamente con los recursos que el Gobierno maneja de los mexicanos por concepto de cobro de impuestos o de la venta de los hidrocarburos que teóricamente al menos es de todos los mexicanos, nos daremos cuenta de que es absolutamente insuficiente o prácticamente nula, pues todos los recursos se invirtieron en los programas de transferencia directa o en las “mega” obras inservibles como la refinería de Dos Bocas y el famoso Tren Maya; u otros que operan pero que nada tienen que ver con las necesidades reales del pueblo de México como el nuevo AIFA.

Se necesitan carreteras en buenas condiciones, obras de agua potable, caminos pavimentados, obras hidráulicas modernas y funcionales, se ocupan escuelas, clínicas, hospitales, universidades, centros de investigación tecnológica, se necesitan obras de irrigación, la tecnificación del campo para hacerlo más productivo; se ocupan calles pavimentadas, la electrificación completa de pueblos y colonias, etcétera.

Se necesita mucha, muchísima infraestructura para sacar a nuestro país del atraso, y mucho más para ponerlo a la altura en la que merece estar en el concierto de las naciones del mundo.

El problema radica en que, para lograrlo, se necesita un cambio real en el modelo económico vigente, que está claro que el actual gobierno no está dispuesto a realizar, y por lo que se ve, es muy poco probable que el que viene lo realice.

Eso sólo podrá y querrá hacerlo el pueblo pobre cuando arribe al poder político, aunque para eso tiene primero que concientizarse, politizarse y organizarse como tal pueblo, y construir la fuerza política que los tiempos y las circunstancias le están requiriendo.

Así lo demuestra la falta de infraestructura que le afecta de manera directa, hasta poder tocarla con las manos o verla con sus propios ojos, por todo lo cual debiera acusar el correspondiente recibo y decidirse a transformar esta cruda realidad.

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