Este año, 2024, se cumplieron 3 años de aquella espantosa tragedia protagonizada por el Sistema de Transporte Colectivo Metro, especialmente en la llamada Línea Dorada, inaugurada con bombo y platillo por el ex-Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien en el sexenio de López Obrador fungió como canciller, y que en este sexenio tiene un cargo asegurado con Claudia Sheinbaum como secretario de Economía.
El 3 de mayo de 2021, a las 22 horas con 22 minutos, un convoy de la L12 colapsó, desplomándose entre las estaciones Tezonco y Olivos. Debemos imaginar la angustia que sufrieron los pasajeros que tuvieron la desdicha de abordar este tren con destino a la muerte.
El riesgo continúa latente, amenazante hacia los más de 5 millones de usuarios que diariamente se trasladan en el Metro, expuestos a continuos apagones, humaredas, inundaciones y choques, sin ninguna garantía de llegar con bien a su destino.
Los pocos que sobrevivieron volvieron a nacer; llevan consigo una experiencia que les marcará de por vida.
En esta tragedia, no todos los pasajeros corrieron con la suerte de salvar sus vidas. Veintiséis personas de escasos recursos, que regresaban a sus hogares después de una larga jornada de trabajo, encontraron la muerte.
Las víctimas, como siempre, los más pobres. Víctimas que deben viajar de madrugada para llegar a sus trabajos y poder llevar el sustento a sus familias. Otra centena de personas resultaron gravemente heridas, con secuelas permanentes.
Ese fatídico día, los medios de comunicación se volcaron al lugar de los hechos, la conocida zona cero, para cubrir esta tragedia que enlutó a México. Era imposible que todos los pasajeros se salvaran; la fragilidad humana no podía resistir un impacto tan brutal.
A los pocos minutos, las alarmas se encendieron para que los capitalinos, y el país entero, se enteraran de una de las peores tragedias ocurridas en México en los últimos años.
Acto seguido, se supo que cuerpos de emergencia arribaron al lugar para levantar a las víctimas mortales, cuyo veredicto final fue un total de 26 personas fallecidas.
La noticia se propagó rápidamente y los noticieros informaron sobre el terrible percance: luto nacional. La desgracia se había adherido a las sienes de nuestro país: “Cae vagón de la L12”, “CDMX: accidente en la Línea 12”, “Así fue el accidente del Metro en CDMX”, “Decenas de fallecidos en la L12” fueron algunos de los titulares que cubrieron la tragedia.
Los fallecidos dejaron un vacío en sus familias, un vacío y un grito ahogado al saber que este accidente pudo evitarse si las autoridades hubieran hecho su trabajo.
Si las autoridades en turno hubieran invertido los recursos necesarios en el mantenimiento del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que prácticamente está en ruinas, como lo demuestra de manera trágica este suceso.
Qué desdicha, historias inconclusas, proyectos, metas, sueños, todo paralizado, gritos desesperados, condena. Pero a tres años de la tragedia, todo sigue igual.
A pesar de que el sindicato del STC ha advertido sobre las pésimas condiciones de trabajo en las que laboran, donde carecen de materiales y refacciones que garanticen el buen funcionamiento del Metro, han sido ignorados.
Hoy, en pleno 2024, sus gritos de protesta se manifiestan en los andenes, en los cristales y paredes del Metro, continúan advirtiendo los peligros de transportarse en él, pero pasan desapercibidos.
Incluso antes del colapso de la L12, el mismo sindicato advirtió sobre los daños que presentaba la línea y solicitó su cancelación, pero no hubo respuesta. Las consecuencias no se hicieron esperar.
Los trabajadores del Metro siguen advirtiendo no sólo sobre la L12, sino también sobre las líneas 9, 5, B, 1, etcétera, y tampoco son escuchados.
El Gobierno en turno sólo ha buscado distraer a los mexicanos, que no piensen, que no analicen, que no critiquen. Después de lo ocurrido en la L12, las explicaciones fueron obligatorias, pero nunca se reconoció la culpa por la falta de inversión en el mantenimiento del Metro, aunque las pruebas dictan este veredicto.
Se ha intentado tapar el sol con un dedo para evitar que los mexicanos lleguen siquiera a pensar que las malas condiciones del Metro son producto del abandono del Gobierno de la capital, que asegura ser de vanguardia y con acento social.
El riesgo continúa latente, amenazante hacia los más de 5 millones de usuarios que diariamente se trasladan en el Metro desde tempranas horas hasta muy entrada la noche, cuando cierra sus cortinas por unas cuantas horas para volver a abrirlas a las 5 de la mañana y repetir la rutina. Estamos expuestos a continuos apagones por cortos circuitos, humaredas, inundaciones y hasta choques, sin ninguna garantía de llegar con bien a nuestro destino.
Mientras tanto, la 4T continúa feliz y sin ningún remordimiento por sus acciones, que fueron la causa de que 26 personas inocentes fueran privadas de sus vidas. Aunque esta no es la única tragedia que ha ocurrido en el Metro en los últimos años, la actitud del Gobierno en turno es de prepotencia, actuando como si no les importara o creyendo que ellos no son los culpables del pésimo funcionamiento del Metro.
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